Capítulo 10. ¿Y el brassier?.

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CALLE.

-¿De que te ríes, idiota?- dije como pude, mi voz salió temblorosa debido a que el agua de la piscina estaba demasiado fría y el viento no me ayudaba mucho.

-¿Qué haces aquí?- respondió ignorando mi pregunta mientras seguía dentro del agua- Salte de ahí, te enfermarás.

-¿Qué más te da?- dije fastidiada-Todo fue tu culpa- nadé hasta las escaleras de la piscina para disponerme a salir de ella.

-¿Mi culpa?- soltó una carcajada- ¿Quién te manda a estar en la orilla de la piscina?.

-Me asustaste, imbécil- tomé el borde de mi camiseta para estrujarla. Le agradecí al cielo que me había acostado con brassier o si no, todo se me estaría viendo en este momento-Aparte, ¿Qué haces acá, eh? ¿Me estás siguiendo?.

-Créeme que tengo mejores cosas que hacer que seguirte- habló.

-Que casualidad que vengas aquí justo cuando estoy yo- empecé a temblar y a encogerme aún más, mis dedos se entumecieron en segundos.

-Tu misma dijiste, casualidad- la peli azul se cruzó de brazos.

-Cada vez que apareces, me pasa algo malo- fruncí el ceño, ella solo me mantuvo en silencio-¿Te quedarás ahí parada?- dije obvia- Tráeme una toalla- Mis dientes empezaron a castañetear. El estante de toallas se encontraba dentro del edificio y entrar mojada no es la mejor idea.
El olor a cloro empezó a inundar mis fosas nasales.

-Que mandona- habló ella, giró sobre sus talones para adentrarse al edificio. Caminé hasta las reposeras blancas que se encontraban a unos cuantos metros de mí, me senté y comencé a estrujar el borde de mi pantalón de pijama.

María José caminó hacia mi con la toalla en las manos, me la tendió, sequé mi rostro con ella y luego cubrí mi espalda junto con mis brazos. No me serviría mucho pero peor es nada.
Seguí tratando de estrujar algunas partes de mi pijama, lo único malo es que este conjunto era capaz de absorber mucha agua y goteaba sin parar. Si entraba toda mojada mi papá me va a matar.

Una de las "REGLAS" de los Edificios Calle es que está completamente prohibido entrar mojado y/o sucio desde la zona de la piscina al edificio, por simple precaución y limpieza.
No es que yo siga las reglas de mi padre, pero no quiero lidiar con el en estos momentos. Sumándole que las cámaras de seguridad no estaban a mi favor.

-¿Te importaría traer algo de ropa de mi apartamento?- traté de sonar amable. Fue lo primero que se me ocurrió, aunque todo había sido culpa de la pitufo azul, no me arriesgaría a que se fuera y me dejara aquí sola sin ayuda.

Ella solo alzó su ceja izquierda y se cruzó de brazos.
Suspiré frustrada y le tendí las llaves de mi apartamento que se encontraban en el bolsillo de mi pijama, agradecí que no se hayan caído al agua, seria el colmo tener que volver a entrar a la piscina para ir por ellas.

-Por favor- insistí temblorosa.

-Conste que solo lo haré porque pareces un pollo congelado- tomó rápidamente las llaves y se perdió en el ascensor.

No se si era buena idea mandar a una casi desconocida a mi apartamento pero en ese momento era lo único que tenía en mente mi cerebro congelado.

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POCHÉ.

Las puertas del ascensor de abrieron de par en par, caminé hasta el apartamento de Daniela.
Era extraño tener que entrar al apartamento de una persona que apenas conocía para traerle ropa, pero admito que tuve algo de culpa por lo que pasó hace unos minutos.

La Chica Del 269 | Caché (Terminada)Where stories live. Discover now