#13: Locos pero responsables

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- No.

- Mala- lloriqueó falsamente mi mejor amigo omega, empujándome a la piscina como un mocoso enojado. Cuando salí a flote y tosí el agua fuera de mis pulmones, mi mueca de enfado fue suficiente para hacerlo correr a esconderse detrás de James. Bueno, más bien detrás de su hamaca, en la cual estaba el pelinegro medio dormido al sol.

- Sólo te dije que no una vez- le recriminé, optando por quedarme nadando en vez de salir otra vez.

- Pero sé que vas a seguir diciéndome que no por mucho que insista.

- Pues deja de joder.

- Eh, esa boca- corrigió mi padre, incorporándose un poco en su hamaca para subirse las gafas y dedicarme esa mirada de reproche tan característica suya-. ¿Por qué no?

- Allí siempre van todos los de nuestra edad, y sabes lo mucho que repudio eso. Por si no lo recuerdas, papi, ahora no soporto ningún olor alfa que no sea el tuyo, el de Owen, el de James y el de Jade. 

- No me saques más ese tema porque cojo el furgón ahora mismo y voy a la casa de ese hijo de puta a romperle la cabeza- gruñó enfadado. Ja, si él supiera que Paul no se había limitado a desgarrarme el corazón... 

- Pues eso, nunca fui de fiestas y menos con tanto alfa hormonado suelto- me hundí, toqué el fondo de la piscina y nadé bajo el agua hasta sacar la cabeza por el lado de las hamacas, subiendo los brazos y apoyándome en el borde. 

- ¿Y si te lo pido yo irías?- sonrió Jade, sin siquiera levantar la cabeza. Todos estaban en las hamacas menos Hugo y yo, que éramos más inquietos y nos encantaba jugar en el agua. De hecho, tras la pregunta de la pelirroja, saltó a la piscina de cabeza.

- No lo sé.

- Venga, sabes que mi esencia opaca a otras si estás conmigo, vamos aunque sea un rato. 

- Pero...

- Lav, sueles ir todos los años, y cuando venía la abuela salías a bailar con ella- intentó persuadirme mi madre-. Sé que desde que murió...

- La mataron- espeté, molesta. Ella rodó los ojos y puso una mano sobre la de mi padre para transmitirle su paz, a él también le dolía muchísimo lo que le había ocurrido a su madre y encima no había podido despedirse.

- Desde que ya no está con nosotros dejaste de cantar y te alejaste de todo lo que hacíais juntas, estuviste meses sin hacer nada más referente a la música que escucharla, ¿no crees que, igual que en el campeonato, a ella le habría hecho muy feliz verte como siempre te vio?

- ¿Cómo?- suspiré, notando mis ojos picando. Solía evitar hablar de la abuela justo por eso, recordaba al cabrón que la había atropellado cuando quiso venir a consolarme y eso de alguna forma de hacía sentir culpable. 

- Suelta por completo, saliendo a una pista de baile sin importarte nada más y cantando con la fuerza que ella sacó de ti. Volviste a alzar tu voz, es lo que más unidas os tuvo, entonces vuelve por completo y haz lo que hacías con ella. 

- ¿Lav también aprendió a bailar?- preguntó James con cautela, de repente despierto y prestando atención igual que Hugo y Jade.

- Todo lo referente a la música vino de su abuela, le faltó enseñarle a tocar algún instrumento pero siempre nos dijo que el único que necesitaba lo tenía de fábrica, y cuando se animó a seguir los pasos de mi suegra vimos que también tenía madera para bailar. Con el paso de los años creció aprendiendo, por eso los tonos que alcanza ahora son tan altos y puede seguir cualquier ritmo. La música las tenía muy unidas, y cuando la atropellaron fue como si Lavender se hubiese apagado con ella. 

Marcas de guerra (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora