#6: Empezar a hablar

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Absolutamente nadie se atrevió a meterse. Mi esencia indicaba que no les convenía, eso era asunto nuestro y no quería herir a nadie por culpa de esos dos. A finales de septiembre, y tras cumplir con sus dos semanas de expulsión tras un largo debate con la directora, Dave y Delia habían vuelto a la carga, más que rabiosos conmigo. 

- ¡Hasta nos ha quitado los móviles!- ella era la más alterada, gritando a milímetros de chocar nuestras frentes y con su hermano al lado, observándome con frialdad. 

- ¿Tengo cara de que me importe?- alcé una ceja, al parecer mi aroma no les afectaba, seguramente por estar enojados y no ser capaces de recibir bien estímulos externos. Sin embargo, a mi costado izquierdo como de costumbre, Hugo se apartaba muy poco a poco, a sabiendas de que estaba por estallar. Toda la clase se dio cuenta y no perdían detalle, si la expulsión por todos los testimonios (no sólo el de la jugarreta de las duchas) no había sido suficiente para frenar a los gemelos... Sin duda mi inminente pérdida de control los mantendría a raya más que de costumbre, la cuestión era durante cuánto. 

- Te dijimos que te arrepentirías- masculló Dave con odio, golpeando la mesa con una mano y agarrando el cuello de mi chaqueta con la otra, levantándome unos centímetros de mi silla-. No eres más que una omega cualquiera, que mi madre nos haya expulsado no te da derecho a creer que has ganado. No has hecho más que empezar tu peor pesadilla.

- Ésa debería ser mi línea- pronuncié con la voz agravada, clavando mis uñas en la muñeca del moreno hasta que soltó mi ropa, y lo seguí apretando a medida que me erguía amenazante. Sin dejarla escapar agarré del pelo de Delia y tiré hasta que los tuve a los dos pegados, de frente a mí y bien firmes-. Yo os advertí a principios de curso, hace ya un mes, que no os convenía meteros conmigo, y os lo he ido demostrando desde entonces. ¿No habéis aprendido nada, verdad?

- Sólo que eres una zorrita aprovechada- escupió Delia, literalmente. Su saliva impactó contra mi mejilla y cerré los ojos, controlándome, y los solté para limpiarme con la manga de la chaqueta. Luego, al fijar de nuevo mi vista lavanda en ellos, los vi encogerse. Ahora sí que estaban sintiendo mi esencia, ya que las suyas habían pasado de furiosas a aterradas. 

No me hizo falta hablar más. Rodeé mi mesa para quedar más cerca de ellos y empecé a avanzar con lentitud hasta que se chocaron con los pupitres, acorralados. De nuevo los agarré, esta vez por el cuello a ambos, y empecé a hacer presión sin medirme. Estaba cegada por el odio reprimido, no por los mellizos, sino por todo lo de mi anterior instituto, y sus actitudes me recordaban tanto a ciertas personas que no podía pensar con claridad, mi omega más agresiva sólo pensaba en seguir cerrando las manos hasta dejarlos azules.

- Lavender, ya cálmate- suplicó Hugo, notando que me faltaba nada para estrangularlos en serio. Se acercó y tiró de mí, pero no resultó, estaba muy tensa y centrada en los dos castaños como para prestarle atención-. Lavender, por favor, es suficiente. 

Al final tuvieron que ser el rubio y tres betas los que me separasen de los mellizos, consiguiendo sacarme del trance y apartando mis instintos asesinos. Cuando espabilé y me di cuenta de lo que había estado a punto de hacer, miré neutral a los hermanos toser en el suelo, habían rozado la línea del desmayo por mi culpa. 

- No os quiero cerca de mí en lo que queda de curso, ¿entendido?- de nuevo mi voz salió grave, asustando a Dave y Delia todavía más. Asintieron enseguida, levantándose y yendo a sus sitios en silencio, frotándose los cuellos con dolor.

Tendría que haber perdido los papeles desde el principio.

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- ¿Voice Master?- repetí, mirando extrañada a James. Éste asintió, sonriente, y le dio otro mordisco a su bocata para que fuese Hugo quien me explicase lo que era.

Marcas de guerra (Omegaverse)Where stories live. Discover now