#7: Un paso más

2.1K 175 19
                                    

- Hola, princesa.

- Lárgate- murmuré, deseando que el cristal se abriese para dejarme salir, una estúpida ventana del transporte público le estaba sirviendo a Paul de barrera para arrinconarme. Desde que se había subido tenía los ojos clavados en mí, negros como su cabello, negros como la noche, y se había sentado a mi lado con una escalofriante sonrisa. 

- ¿Dónde estabas?

- No te importa.

- Tan tarde aquí en el centro... Solita... ¿A quién te follaste?

- Déjame en paz, ¿no has tenido ya suficiente de mí?

- No me has contestado. 

- Tú tampoco.

- Te aconsejo que dejes de cachondearte de mí, no estás en posición de creerte más lista que yo- empezó a bajar la voz, como cada vez que me amenazaba en público y no le interesaba que alguien escuchase algo-. Puede que te hayas cambiado de instituto y de número, pero te recuerdo que sé dónde vives, en qué horarios trabaja tu madre, que tu padre lleva meses fuera por trabajo... Ahora en octubre mi querida suegra trabaja de tarde, ¿no es así? En septiembre era por la mañana, entonces este mes estarás sola en casa desde las tres hasta las once de la noche, tiempo de sobra para mí.

- Eso es allanamiento de morada- me tembló la voz.

- Si tú me abres la puerta y me invitas a pasar no, y nadie tiene por qué saber lo que pase en esa casa, ¿verdad?- tuve que apretar los labios para contener un grito, tenía la mano sobre mi rodilla y acababa de apretarla con fuerza, si algo odiaba de él era que conocía todos mis puntos débiles y los atacaba siempre que podía, tanto de forma física como por palabras-. Además, apestas a esa alfa pelirroja, ¿cuánto te paga para que la veas cada semana?

Tenía que hacer algo. Si seguíamos así iba a acabar llevándolo conmigo a casa, y como apenas eran las ocho de la noche estaría otras tres horas con él contra mi voluntad. Aunque no era la primera vez, por desgracia. 

- Sabes muy bien que odio verte con otros alfas, el único que puede ponerte la mano encima soy yo, ¿o necesitas que te lo recuerde como hace ya unos meses, eh?

- Por favor, Paul- si seguía encogiéndome iba a acabar hecha una bolita temblorosa en el asiento-. Ya me has hecho bastante, déjalo ya, tienes a Harley. 

- Harley es un polvo de una noche, todos los del instituto lo saben, esa perra necesitada no es más que una omega cualquiera. 

- Pero dispuesta a hacer lo que quieras, yo no.

- Tú eres consciente de por qué insistí tanto en "salir" contigo- se echó a reír por su propio chiste-. Lavender Goyle, la omega cerrada, más virgen que el aceite, la que no se iba a dejar tocar por nadie que no fuese su alfa destinado... Qué mona cuando caíste.

- Paul, ya basta- sollocé, histérica. ¿Es que nadie podía darse cuenta de lo que estaba pasando ahí, al fondo? 

Ah, claro. Como siempre, el pelinegro había superpuesto su esencia a la mía, cubriendo mis emociones para que ningún alfa u omega oliese mi terror. 

- Si supieras la de pajas espectaculares que me he hecho con el vídeo que grabé... Se te oye perfectamente, gritando, llorando, pidiéndome que pare, sólo de pensarlo me caliento- siguió susurrando en mi oído, ahora subiendo la mano por mi muslo hasta casi tocar mi entrepierna. Al darme cuenta, cerré lo más firme que pude las piernas y me incliné hacia delante, deseando que todo fuese nada más que otra de mis pesadillas realistas.

Entonces se me ocurrió una idea. Sacudí la mano a propósito en el bolsillo de mi chaqueta y con la otra tapé la pantalla en negro a la vez que le daba un toque con el índice, fingiendo una llamada.

Marcas de guerra (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora