- ¿Le has visto la nariz a Delia?
- ¡Parecía un payaso y sin bolita roja de pega!
- Tengo que hacerle una reverencia a quien le haya hecho eso.
- Fue una de nuestras compañeras, la que vino este año.
- Sí, Lavender, esa chiquilla lleva poniendo en su lugar a los mellizos desde el primer día.
- Ojalá estuviese en esa clase, me encantaría ver eso.
- Delia siempre salta y siempre pierde, es muy divertido verla frustrarse.
- Se lo merece igual que Dave, por putos manipuladores.
Yo escuchaba miles de voces a la vez, estaba pegada al fondo de mi ducha y con las gotitas del grifo cayendo en mi espalda. Me daba igual, el suelo estaba más frío, y en posición fetal era aún peor.
- Eh, ¿y esta fregona?
- La habrán dejado las de la limpieza.
- No creo, vienen a limpiar después de nosotros...
- Fíjate, tiene trancada la puerta.
- Algún gracioso que quiere que dos compartamos ducha.
- Yo contigo no me meto ni aunque me paguen, paso de la lucha de sables.
- Dejad de hacer el tonto y ayudadme a quitarla.
- Oh, ¿la gran campeona de pulsos no puede con una simple fregona?
- Ja, ja, ja, mira cómo me parto.
Apenas el palo fue quitado de su sitio la puerta se abrió enseguida, y empecé a temblar cuando vi a través de mi pelo empapado a casi todos los alfas allí asomados, mirando incrédulos cómo me encogía cada vez más y sin querer liberaba mi aroma a pánico.
- ¿Lavender?- preguntó uno de mis compañeros alfa-. ¿Te quedaste encerrada?
- No te acerques- sollocé, preocupándolos a todos.
- James- llamó uno de la otra clase-. Sácala de ahí, huele demasiado fuerte.
- Todos para atrás- los betas fueron más rápidos y trataron de apartar a sus compañeros de la puerta, mi olor los estaba llamando demasiado y si alguien se salía de control podía acabar con una marca indeseada. Las alfas parecían estar un poco más lúcidas con respecto a los demás, pero también empujaban a los betas para meterse en la ducha.
- Fuera, fuera, vamos- ordenó alguien sacándose a todos de en medio, luchando por abrirse paso y echarlos lo más lejos posible de mí-. ¡Largo!
Gimoteé con ese grito, aunque su voz de alfa fuese mucho menos fuerte que la de Jade seguía repercutiendo en mí como la omega que era, y me envolví la cabeza con los brazos.
- Perdona, Lavender, no quería asustarte- mi cuerpo entero se sacudió con violencia al sentir una cálida mano hacer contraste con mi piel ya helada, rozando mi brazo para hacerme sentir que estaba a mi lado y no me iba a hacer daño-. Estás helada, ¿cuánto llevas aquí?
No pude contestarle.
- Bueno, tranquila, no pasa nada, vamos a sacarte de aquí- colocó una toalla sobre mi cuerpo, cubriéndome y frotando mi espalda para darme ánimos-. Soy James, el alfa de Hugo, no tengas miedo.
Poco a poco y tras varios resbalones por fin me pude poner de pie, envuelta en la toalla y abrazada por mi compañero de la otra clase, saliendo con cuidado de la ducha y sentándome en el banco al lado de mi mochila, siempre acompañada por James.
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Marcas de guerra (Omegaverse)
General FictionLavender Goyle se ha convertido en una omega seca, cerrada y con evidente rechazo a los alfas en cuestión de meses. Nadie sabe por qué dio tan brusco giro en su vida, ni por qué se cambió de instituto para acabar segundo de preparatoria en otro cent...