3. Dos Dioses Hijos De Dios

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A Sam le dolían partes de su cuerpo que no pueden ser mencionadas por que causarían polémica entre mi querido y sensible público. Nah mentira, a Sam le dolía hasta el tremendo miembro masculino que se cargaba de la caída tan horrible que había sufrido.

¿Cómo describirla?

Según todos sus huesos, como caer por las escaleras mientras ruedas sin parar.

Sam se levantó con ayuda proporcionada por su padre y Dean, mientras que Castiel y Gabriel se ofrecían amablemente a ayudar a Mary que de mala suerte había caído sobre verdaderas escaleras.

—¡Qué divertido fue verlos gritar!—. Exclamó una muchacha a sus espaldas.

El cuerpo flaco y de piel blanca que se veía delicado, era bajita y de pelo rojizo con unos ojos verdes destacados y a su lado un chico muy alto y rubio que tenía los ojos igualmente verdes.

—Mi hermano y yo no nos hemos presentado formalmente ante ustedes— La chica hizo una reverencia—. Soy Amirias, diosa del Caos

—Soy Aralefitio, Dios del orden—. El chico siguió la reverencia de su hermana

—En mi vida he escuchado de ustedes—. Los enfrentó el patriarca Winchester

—Somos de una cultura muerta, lógicamente, no habrás escuchado de nosotros, John— respondió Amirias con un vago gesto—. Estábamos dormidos y despertamos molestos por sus actos, nuestro papi nos trajo de vuelta

—Nosotros no hemos echo nada—. Se excusó Crowley molesto

—Utilizas las criaturas de mi hermana a tu antojo, al igual que todos ustedes que las profanan— Aralefitio señaló a todos los cazadores en la habitación—. Y todos serán castigados

—Tal vez han escuchado del Dios de la Música, Apolo, nos ha dado su permiso para jugar con ustedes y la Música— Sonrió Amirias mientras se frotaba las manos—. Así que estas son las cosas; los dejaremos salir después de sesenta días en los que cada nuevo día se verán obligados a cantar para nosotros y el resto

—Que estúpido—. Murmuró Dean

—Es eso o bañarte en ácido con el Príncipe en los infiernos

—Prefiero cantar todas las óperas del mundo—. Se encogió de hombros Crowley

—Bien

Aralefitio trono los dedos para hacer aparecer una caja que luego dejo en el suelo.

—Su castigo empieza desde mañana—. Sonrió Amirias mientras ella y su hermano desaparecían.

Al ver que nadie se acercaba a la caja, Charlie decidió que ella misma lo aria.

—¡Son MP3!—. Exclamó extasiada la chica

—¿MP3?—. Repitieron confundidos los Winchester

—Ohhhh par de ancianitas— Se burló Gabriel—. Ya saben, el pequeño aparato que te cabe en la mano y puedes escuchar música desde el

—Wow ¿es enserio?—. Está vez fue Castiel quien pregunto

—Tenemos demasiado de que hablar

(...)

Dean estaba acostado boca arriba en una de las habitaciones de toda la casa, se puso a pensar, que a sólo dos metros estaba Castiel en su habitación, seguramente explorando el aparato musical que Charlie y Gabriel le habían dado.

Castiel.

Su nombre floto en su cerebro como echo de humo.

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