15. Masa de galletas

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Me besó de nuevo. Me besó de nuevo.

Mi respiración se entrecortó mientras caminaba por la calle. En estos momentos, estaba funcionando en modo automático. Mi cerebro estaba muy preocupado en otras cosas como para tomar responsabilidad de mi cuerpo.

¿Q-qué estás haciendo?

Convenciéndote.

¿Qué rayos? ¿Qué tal si no quería ser convencido?

Dios, todo era un caos. ¿Por qué no podía pasar mi último año sin interactuar con alguien excepto Holly? ¿Por qué no podía ser ese chico que termina en el contenedor de basura de vez en cuando?

¿Por qué tenía que ser el chico que Jordan besó?

¿Por qué tenía que ser el chico cuestionando su orientación sexual?

No soy gay.

¿Cómo lo sabes?

A este punto, estaría más que contento con acurrucarme en un hoyo y morir si así podía evitar enfrentar el mundo.

¿Desde cuándo mi vida se había vuelto tan complicada?

En realidad sabía desde cuándo. Fue el momento en el que Jordan Hughes entró a mi vida.

Mordiéndome el labio, me di cuenta de que estaba a mitad de camino para llegar a casa. ¿Cómo demonios había logrado caminar tan distraído?

Sacudiendo la cabeza, aligeré el paso. Solo quería llegar a casa, donde podría estar a solas y pensar en mis problemas sin que me atropellaran.

En poco tiempo, estaba frente a la casa, abriendo la puerta.

Al entrar, un olor a galletas me envolvió. Para ser más preciso, un olor a galletas quemándose.

Entrando apresuradamente a la cocina, vi a mi madre sacando una bandeja de galletas de chocolate ennegrecidas del horno.

Tosió mientras las colocaba encima de la estufa y abanicaba sus guantes para dispersar el humo.

-¿Qué estás haciendo?- pregunté por segunda vez en el día de hoy.

Mi madre se volvió hacia mí y comenzó a balbucear-. Bueno, llegué temprano y te iba a hacer unas galletas para que te sintieras mejor, pero, pues, no soy buena cocinera, ¿verdad?

-Deberías enfocarte más en tu cálculo, mamá- dije con una risa ligera mientras me acercaba al horno.

No había oportunidad de salvar las galletas, pero luego de probar el restante de la mezcla para hornearlas, decidí que se podía resolver la situación.

-Cariño, ¿qué te pasa?- me preguntó. Le miré justo cuando sus manos se acercaban a mi rostro. Me alejé, pero aún así se acercó, secando la humedad que había en mis mejillas.

¿Estaba llorando? No me había dado cuenta.

-Nada- le dije apresuradamente, limpiando el resto de las lágrimas con las mangas de mi camisa-. Creo que podemos usar lo que queda de la mezcla.

Sin mirarla, busqué la harina y el extracto de vainilla de los gabinetes. Comencé a trabajar, añadiendo uno que otro ingrediente hasta quedar satisfecho con el sabor y la consistencia de la mezcla.

Agarrando dos cucharas y ofreciéndole una a mi madre, coloqué el envase entre ambos y comencé a servir la masa en una nueva bandeja. Eventualmente se unió a mí, y mientras llenábamos el espacio, retiraba mezcla de las cucharadas en exceso y la colocaba en las cucharadas pequeñas.

Uno vez estaba satisfecho con el trabajo, cambié la temperatura del horno, le quité los guantes a mamá y coloqué la bandeja adentro.

-Voy a ponerme al día con la tarea- murmuré mientras programaba la alarma-. Saca las galletas cuando la alarma suene.

-Okay.

Con eso, me retiré a mi habitación y me dejé caer en la cama. Las galletas habían sido una buena distracción, pero ahora me encontraba solo con mis pensamientos de nuevo.

Suspirando, me senté, abrí la mochila y saqué mi libro de cálculo. Debía aprovechar mi tiempo para hacer las tareas antes de que Jordan consumiera mi mente.

Observando los límites de funciones por una hora entera, terminé cerrando el libro y echándolo a un lado.

No podía concentrarme. No con esos ojos caribeños hechizando mis pensamientos. Recostándome sobre la cabecera de la cama, decidí abrir mi mente y me permití pensar en él.

Desde el momento que lo conocí, no había sido nada excepto amable, dulce y comprehensivo.

Desde llevarme a la oficina de la enfermera el primer día, hasta sacarme del contenedor de basura, no me había juzgado, no había intentado empalagarme con su lástima, simplemente estaba ahí.

Hizo un gran esfuerzo por llevarme a casa. Almorzaba conmigo. Enfrentó a Cole Decker mientras estaba en casa.

Me trataba como si fuera igual a él.

Caí en cuenta durante ese instante de que aunque él fuera gay, aunque él me hubiera besado, eso no quería decir que era una persona diferente. Seguía siendo el Jordan Hughes amable, dulce y comprehensivo que conocí el primer día.

Inclusive ahora, daba la impresión de que solo intentaba ayudarme. Se me hacía difícil creer que Jordan me haría algo solo por gratificación personal. Aunque estaba en sus intereses que yo fuera... gay, sabía que no estaba intentando obligarme de manera egoísta. Quería ayudarme a averiguarlo. Por mi propio bien.

¿Has estado con un chico alguna vez?

¿Qué? No.

¿Has estado con una chica alguna vez?

No.

Entonces, ¿cómo lo sabes?

Tragando el nudo en mi garganta, miré el techo de mi habitación y alejé una nueva ola de lágrimas. ¿Por qué todo esto era tan difícil? ¿Por qué algo más era tan complicado?

Pasándome los dedos por el cabello, dejé escapar un suspiro frustrado.

Ellie tenía razón. No sabía. Y me gustase o no, Jordan me hacía sentir algo. Y eso significaba algo.

Tomando mi teléfono, abrí la aplicación de mensajes y dejé mi pulgar levitando sobre el contacto de Jordan. Mordiéndome el labio, presioné su perfil y comencé a escribir mi mensaje.

Mensaje para: Jordan Hughes

Encuéntrame en el parque en una hora.
Enviado a las 5:21 pm

Compañeros de Laboratorio (Traducción de Lab Partners)Onde as histórias ganham vida. Descobre agora