14. Vamos, Eli

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¡Enfócate, Elliot, enfócate!

Mantuve la mirada obstinadamente fija en el lápiz número dos apretado en mi puño. No podía alejar la mirada ni prestarle atención a la conferencia de la Sra. Dailey como para tomar notas.

Permanecí ahí, sentado, con la punta del lápiz posicionada sobre la página en blanco de mi cuaderno tratando de no hiperventilar.

No tenía la menor idea de cómo sobreviviría esta clase sin antes desmayarme, pero todo plan que había ideado para lograrlo se fue por la borda en el momento que Jordan Hughes se sentó a mi lado.

Dios, estaba justo ahí.

Aún no había girado el rostro para mirarlo, pero la realidad era que no me hacía falta. Prácticamente podía sentir su presencia a mi lado como una ola de calor dándome escalofríos en el brazo izquierdo.

La escalada repentina de sonidos en el salón significaba que la Sra. Dailey estaba entregando la tarea asignada. Me mordí el labio, consciente de que estaba jodido por no prestar atención durante la conferencia. Suspirando ligeramente, solté el lápiz y esperé pacientemente por que dieran la tarea.

Casi brinqué de mi silla cuando Jordan rozó sus nudillos contra mi antebrazo para conseguir mi atención.

Me viré hacia él a regañadientes y me arrepentí al instante cuando vi la preocupación genuina nublando sus ojos.

-¿Estás bien? ¿Cómo te sientes?- preguntó, pero volví a mirar mi lápiz para evadir cualquier contacto visual con él

En conflicto. Confundido. Mortificado. En pánico. Angustiado. Curioso. Asustado.

¿Debería continuar?

-Mira, lo lamento- suspiró a medida que nos entregaban los papeles-. No era mi intención lastimarte.

Mi resolución de ignorarle prácticamente se quebró al escuchar la derrota en su voz, así que no pude evitar echarle un vistazo desde el rabillo del ojo.

No debí haberlo hecho, porque ahora me sentía culpable.

Consciente de que tenía que decir algo, cualquier cosa, abrí la boca y obligué a las palabras a salir.

-S-solo estoy... aturdido- susurré con honestidad, manteniendo la vista fija estrictamente en el lápiz-. Déjame aturdirme.

Podía sentir su mirada quemando el costado de mi rostro, pero me rehusé a girarme y mirarlo.

Afortunadamente, luego de unos minutos de un silencio enloquecedor, la Sra. Dailey se acercó para entregarme la tarea que me había perdido.

-Gracias- murmuré y le eché un vistazo a mi hoja de cálculos sobre teoría atómica.

-¿Te sientes mejor, Goldman?—me preguntó. Asentí distraídamente mientras la profesora intercambiaba la mirada entre Jordan y yo-. Asumí que Hughes podría ponerte al día con el material que te has perdido. Si tienes alguna pregunta que él no pueda responder, entonces puedes venir a donde mí.

¿No es esto perfecto?

Asentí vagamente en su dirección mientras escribía mi nombre en la parte superior del papel. Con suerte, no necesitaré ayuda alguna. Así podría evitarlos a los dos y solo entregar mis tareas para el final de la semana.

Jordan, afortunadamente, permaneció en silencio mientras la Sra. Dailey se alejaba. No estaba preparado para lidiar con él. Francamente, creo que jamás estaré seguro de poder lidiar con él.

Iba a pasar el resto de la clase sin pronunciar una sola palabra.

Un tsunami de alivio me cubrió cuando la campana finalmente sonó. En un abrir y cerrar de ojos, recogí mi mochila, la colgué sobre mi hombro y salí disparado del salón.

Antes de poder llegar a mi casillero, una mano circuló mi brazo y comenzó a guiarme. Al principio, temí que fuera Morgan y sus amigos, pero mi estómago sobresaltó cuando me giré para ver que era Jordan.

Me dirigió al par de puertas más cercano y me encaminó al diamante de beisbol de la Junior High.

No era la temporada de beisbol, así que no habría nadie allí.

Mi respiración se entrecortó ante la idea de estar a solas con él. Necesitaba tiempo. Necesitaba espacio. Necesitaba pensar.

Halándome hacia el interior de uno de los refugios de ladrillo, Jordan me presionó contra la pared interior e inmediatamente presionó sus labios contra los míos.

Me derretí.

Sus labios eran cálidos y suaves, y en ese instante caí en cuenta de que estaba deseando este momento desde que me dejó solo en el baño de mi casa. El sabor a menta de su aliento produjo escalofríos por todo mi cuerpo a medida que su lengua trazaba mi labio inferior. Mi ombligo cosquilleó, mi corazón latía a golpes y mi cerebro se había ido de vacaciones.

Cuando el pánico inundó mi garganta y comenzó a estrangularme, empujé su pecho lo suficiente como para separar nuestros labios. Aún así permaneció cerca de mí. Sus manos aguantaban mis brazos mientras me miraba directamente en el alma.

-¿Q-qué estás haciendo?- tartamudeé, mirando el collar de su camisa para evitar perderme en sus ojos azules verdes caribeños.

-Convenciéndote- me dijo mientras dejaba que sus dedos acariciaran mi mejilla.

-¿Qué?

-Sé qué es lo que está pasando por tu cabeza, Eli. Lo he vivido yo mismo- ante sus palabras, miré su rostro a regañadientes. Solo sinceridad irradiaba de su mirada, y no pude alejar mis ojos mientras continuaba hablando-. Estás confundido. Estás asustado. Todo lo que conocías hasta este momento se ha vuelto abajo y no puedes encontrarle el sentido a nada. Sientes como si te hubieran vendado los ojos y te hubieran lanzado a aguas heladas. Ahora estás intentando averiguar cómo llegar a la superficie sin ahogarte.

-Oh, Dios- me cubrí el rostro mientras sus palabras retumbaban en mi mente. Eran ciertas. Eran totalmente ciertas-. ¿Qué me está sucediendo?

-Estás en negación, Elliot, y pienso arreglarlo- dijo con una nueva determinación en sus ojos. Para ser honesto, su mirada me atemorizaba pero a la misma vez me excitaba.

-¿Por qué? ¿Por qué yo?- pregunté a medida que una sonrisa ligera se plasmaba en sus labios.

-Oh, vamos, Eli- su aliento acarició mi piel mientras me observaba. Colocó sus manos contra la pared a ambos lados de mí, previniendo mi escape-. No puedes negar que tenemos química juntos.

Entrecerré los ojos ante su juego de palabras. Claro que teníamos química juntos. Éramos malditos compañeros de laboratorio. Pero claro, él no se refería a eso. Esto era una locura.

A pesar de que era más alto que yo, enderecé mi espalda y lo miré directo a los ojos. Con una voz sorprendentemente firme, le dije planamente-. No. Soy. Gay.

Una risa profunda resonó en su pecho mientras se inclinaba hacia mi oreja. Mi aliento quedó atrapado en mi garganta al sentir sus labios acariciar la base de mi quijada. Permanecí inmóvil. No podía moverme. Ni tan siquiera cuando se deslizó para chupar el lóbulo de mi oreja. Sin mi permiso, un sonido extraño y vergonzoso escapó de mis labios.

Podía sentir cómo el bastardo sonrió al escucharlo.

-Aún- susurró roncamente antes de desaparecer, dejándome solo, confundido y un poco aturdido.

¿En qué me acabo de meter?

Compañeros de Laboratorio (Traducción de Lab Partners)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora