Capitulo 28- Dolor (Parte 2)

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23 de Junio de 2665. Sistema Hercolubus. Planeta Alectus. 17: 47.

El miedo podía verse reflejado en sus aterrados ojos. No podía creer que en tres horas hubieran sido capaces de hacer algo tan terrible. Arrodillado, el profesor Schliemann fue testigo directo de las atrocidades que Loki y sus soldados hicieron sobre varias de las personas que había en el hangar junto con él. Todo ello, con el pretexto de saber donde se encontraba el artefacto que habían descubierto.

El profesor miraba con ojos vidriosos los cuerpos de las seis personas que el príncipe Gélido había decapitado. La sangre conjunta, procedente de los cadáveres, ya había formado una enorme charca roja. Un olor ferroso impregnaba el ambiente, haciendo que muchos sintieran unas enormes ganas de vomitar. Delante de ellos, habían sido colocadas las cabezas de cada una de las infortunadas victimas. Todas tenían una expresión de terror dibujadas en sus rostros y no cambiaban. Habían quedado atrapadas en tan horrible momento y jamas se borrarían. Si las habían colocado allí, era para amedrentarlos. Schliemann trató de no mirar a ninguna, pero tal como estaban, arrodillados e inmovilizados, fue inútil no hacerlo.

Claro que no fueron los únicos. A otros los habían torturado los propios Alfars, metiendo las puntas de plasma en las bocas de las infortunadas victimas, dejando que se quemaran por dentro poco a poco. Fue un sádico ejercicio realizado bajo el pretexto de querer información, pero se notaba que estaban disfrutando con la horrible tortura. Los cuerpos de esas otras tres personas yacían detrás, con los rostros quemados. El aroma a carne chasmuscada todavía le llegaba.

Volvió la vista a su derecha. Separado por tres personas, estaban allí Nozomi, Takeshi y Carlos. La chica tenía la cabeza gacha y su liso pelo negro cubría su rostro en dos oscuras cortinas. Pese a no poder verla bien, sabía que estaba llorando en silencio. Su hermano también lloraba, aunque tan solo se limitaba a dejar caer alguna solitaria lágrima de sus ojos de vez en cuando. Mientras, el muchacho alto y robusto permanecía estoico, aunque la expresión pálida de su rostro indicaba con claridad que no estaba disfrutando con esta situación. Schliemann supuso que cada uno tenía su forma de expresar el dolor, pero lo que no podía negar era que se se sentía muy mal por ellos. Esta no era la situación en la que jamás deseaba haberlos visto y se consideraba responsable. Si hubiera puesto en conocimiento a todos de la llegada de las fuerzas de la Confederación, aunque de poco hubiera servido. Todavía no estaban allí para salvarlos y lo más probable, sería que no llegasen a tiempo al final.

Por su lado, vio pasar a Loki, quien farfullaba cosas en su idioma. El Gélido no había parado de moverse en ningún momento. Se le notaba muy inquieto, como si algo lo estuviera volviendo loco, aunque el profesor suponía que así ya estaba desde hacía mucho, sobre todo tras el pantagruélico espectáculo que acababan de presenciar con horror. Su capa azulada se movía de un lado a otro como si tuviera vida propia. Se detuvo un instante, mirando a cada uno de los humanos allí presentes. Schliemann lo observó de refilón. Con ese traje negro y esos cuernos, parecía un demonio recién salido del Averno. De repente, vio como se acercaba.

—¡Malditos seáis! —rugió furioso—. ¡Decidme donde está el condenado artefacto o juro que os haré sufrir de verdad!

Todos se estremecieron, pero ninguno habló. Eso puso mas irritado a Loki.

—¿Que he de hacer para que habléis, sucios humanos? —se preguntó.

Sus ojos no tardaron en fijarse en una pequeña niña que abrazaba desconsolada a su padre. El Gélido avanzó varios pasos hasta colocarse delante de ellos. Los observó detenidamente. La pequeña volvió su asustado rostro hacia él, pero no tardó en rehuirlo, hundiendo su cabeza contra el pecho de su progenitor, rompiendo a llorar de nuevo. Entonces, Loki comenzó a carcajear de forma nefasta. Llamó a dos Alfars, quienes no tardaron en hacer acto de presencia.

La Gelida Frontera. (La Guerra Interestelar- Parte 2).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora