Cuando su madre llegó esa tarde, Min seguía sentado a la mesa del comedor con libros y cuadernos desparramados sobre esta, aún no terminaba la tarea de mates, y le faltaba un ensayo de historia que aún ni empezaba. Le estaba costando mucho el poder concentrarse, a pesar de que MinHyuk siempre había sido bastante bueno en sus estudios.
La mujer dejó su bolso en el perchero y se acercó al menor, a quien besó en la cabeza antes de sentarse junto a él, mirándole con una sonrisa.
-¿Te han encargado mucha tarea hoy, cachorrito? -preguntó su madre, al tiempo en que acariciaba sus oscuros cabellos, apartando el rebelde flequillo de su frente.
Min negó.
-No, ma, es sólo que... Estaba pensando en WonHo -dijo al soltar un suspiro, abultando ligeramente los labios en un adorable mohín.
-¿Sí?, ¿ha pasado algo con él?, ¿acaso pelearon? -preguntó, al tiempo en que se ponía de pie, sacándose el saco para dejarlo sobre el respaldo de la silla antes de caminar hacia la cocina y comenzar a preparar la cena. MinHyuk fue tras ella, y se trepó como gato a la encimera para sentarse en esta y desde ahí poder seguir platicando con su madre, quien ya comenzaba a picar algunos vegetales.
-No, no, ¡jamás pelearía con WonHo! -chilló Min, y su madre rió.
-Lo sé, cachorrito mío, tú no peleas con nadie..., eres igual de pacifista que tu padre -dijo, antes de acercarse al menor para darle un trocito de zanahoria que puso en la boquita abierta de Min, cual mamá ave alimentando a su polluelo-. Entonces, ¿qué es eso que te tiene preocupado?
-Bueno..., es que durante las vacaciones todos nos olvidamos de él, y él no puede salir de paseo o hacer algo divertido porque debe quedarse en casa a cuidar de su mamá... Y eso me hace sentir triste -admitió, y su mamá sintió que moriría de ternura ahí mismo.
-Bueno, cariño, pero no hay mucho que puedas hacer...
-Lo sé..., por eso estas vacaciones no viajaré con papá -aseguró, y los ojos de su madre se abrieron con tal sorpresa que casi parecería hubiese visto un fantasma-. Quiero quedarme aquí, así podré ir a visitarlo todos los días y jugar con él para que no se aburra ni se sienta solo sin nosotros.
Su madre le estrechó entre sus brazos con el corazón encogido, llenando de besitos el pequeño rostro de su bebé, preguntándose en qué momento su retoño había crecido tanto como para tomar esa clase de decisiones; sacrificar sus preciadas vacaciones en Okinawa para pasarlas con su amigo, no cualquier niño de nueve años haría algo así.

*

WonHo se encontraba sentado en el pequeño pórtico de su casa, moviendo los piecitos en el aire mientras comía una rebanada de sandía que le tenía con los mofletes mojados por el jugo de dicha fruta.
Era el primer día de vacaciones, y ya comenzaba a aburrirse a horrores. Pensaba que posiblemente el resto de sus amigos ya estarían divirtiéndose, aunque Min posiblemente apenas estaría en el aeropuerto; y cada vez que algún avión surcaba el cielo, WonHo se preguntaba si el revoltoso de su amigo iría en ese vuelo, y sin estar seguro, igual movía su manito para despedirse.
Al terminar su sandía, se tumbó de espaldas sobre la madera del pórtico, soltando un largo suspiro. No le gustaban las vacaciones, y muchas veces se vio a sí mismo envidiando la vida de sus amigos.
La vida de ChangKyun que visitaba a sus abuelos en Busan y volvía con ropa y juguetes nuevos que sus abuelos le regalaban; La vida de JooHeon que visitaba Lotte World y los parques acuáticos con sus papás y primos; La vida de HyunWoo y sus campamentos de verano. Todos hacían cosas divertidas y entretenidas durante esos dos meses, mientras él sólo estaba en casa, limpiando y cuidando de su madre.

Y en su pequeña burbuja depresiva se encontraba, cuando un auto blanco se detuvo frente a la reja de su casa. Curioso, WonHo se incorporó para sentarse, mirando extrañado quién podría ser, pero sus ojitos se abrieron con asombro al ver a cierto niño escuálido bajar por la puerta trasera, con una mochila en la espalda. Pareció decirle algo a quien conducía, antes de cerrar la puerta y acercarse a la reja para llamar, pero así como WonHo se sorprendió por la repentina visita, MinHyuk igual se sorprendió al ver a su amigo ahí afuera.
-¡WonHo!, ¡ábreme!, ¡vine a jugar contigo! -chilló con una sonrisa, al aferrar sus pálidas manitas a los barrotes metálicos de la reja.
WonHo corrió hasta esta para abrirla, mirando entonces hacia el carro y luego a Min sin comprender lo que sucedía.
-¿No ibas a viajar a Japón? -preguntó, y MinHyuk le ignoró al abrirse paso dentro de la humilde vivienda.
-Traje mi Nintendo para jugar juntos -dijo, al señalar su mochila-, papá me dejó dinero para que compremos muchos chuches, aunque tampoco podemos comer muchos o terminaremos con dolor de panza -agregó entre risas, y WonHo finalmente cambió aquella expresión de confusión por una sonrisa.
-Ven, vamos a mi cuarto -dijo, tomándole de la mano para arrastrarle dentro. Min saludó de paso a la madre de WonHo, quien como de costumbre, se encontraba planchando algo de ropa.
Llegaron a la parte posterior de la casa, donde las habitaciones estaban, y WonHo y Min entraron en una de estas, que era la que WonHo y su hermano compartían.
Min entonces sacó la consola, los cables, controles y cartuchos del juego para comenzar a conectar todo a la pequeña televisión y disponerse a jugar juntos por el resto de la tarde. Jugaron un poco de todo, desde carreras de autos, hasta luchas callejeras. WonHo, a pesar de no tener una consola, resultó ser bastante bueno al jugar, tanto, que siempre hacía perder a MinHyuk -aunque en realidad, Min secretamente le dejaba ganar, sólo porque sentía bonito al ver a su amigo feliz cada vez que obtenía la victoria-.

Cuando la noche finalmente cayó y el padre y hermano de WonHo llegaron, ambos niños fueron llamados para salir de su cueva para que se acercaran a cenar.
Todos parecían bastante contentos de tener a Min ahí, quien no dejaba de hacerlos reír con cada ocurrencia que decía.
Y al terminar de cenar, ambos se sentaron en el pórtico a comer una paleta de hielo, de esas que llevan dos palitos para partirla por la mitad y compartirla.
Miraban el cielo, y lo estrellado que estaba.
-¿Por qué no fuiste a Japón con tu papá? -se animó a preguntar WonHo otra vez al volver la vista hacia él, aunque MinHyuk seguía mirando hacia arriba, al cielo, con media paleta en la boca.
El menor se encogió de hombros como respuesta.
-Creo que por cosas de su trabajo ya no pudimos viajar -respondió. Sabía que mentir era malo, su madre le tenía prohibido mentir, pero esa era una mentirilla inocente, no hacía daño a nadie, ¿no?
Y antes de que WonHo pudiera decir cualquier cosa, el sonido del claxon de un auto frente a la casa les hizo levantarse, y WonHo suspiró al darse cuenta que era el padre de MinHyuk; ya iba a recogerlo.
MinHyuk le hizo señas para que esperara, mientras él y WonHo entraban a la casa por sus cosas, aunque WonHo sólo le seguía en silencio de un lado a otro, notablemente decaído, quizás no deseando que el menor se fuera, se había divertido tanto que no quería quedarse solo otra vez.
Min se despidió de los padres de WonHo, y juntos caminaron hasta la reja, se despidieron, y Min se encaminó al auto para subirse al asiento trasero. Por la ventana movió una de sus manitas para despedirse de WonHo, mientras este igual se despedía, y el auto arrancó.
WonHo entonces volvió dentro, con lagrimillas en los ojos y su corazoncito comprimido, su madre le miró preocupada, y le abrazó para reconfortarle, diciéndole que todo estaba bien, que podría ver a Min otro día, pero WonHo entonces se soltó a llorar con más fuerza sin saber realmente el motivo. Su madre suponía que tal vez, a sus once años, ya comenzaba a experimentar ciertos cambios debido a su próxima adolescencia.
Sin embargo, el mundo de WonHo pareció iluminarse de nuevo cuando escuchó cierta vocesilla chillona gritando desde afuera a todo pulmón:

-¡WonHo!, ¡WonHo, ábreme!, ¡papá me dejó pasar la noche aquí!

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[mx] 30 oneshot challenge; wonhyuk. Onde histórias criam vida. Descubra agora