Phoebe, una chica cualquiera amante de las leyendas sobrenaturales, se ve envuelta en una espiral de sucesos extraños que cada vez le arrastran más a la perdición.
Esa noche, en la que su vida da un giro de 180 grados, nuestra protagonista descubre...
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Mis ojos se abren lentamente aconstumbrándose a la gran cantidad de luz. Me reincorporo lentamente, mi cabeza da vueltas y estoy tan débil que levantarme del duro suelo me resulta la tarea más difícil que jamás he hecho. Apoyo mi espalda en la fría superficie de la puerta negra a mis espaldas. Miro a un lado intentando enfocar mi vista y tras varios segundos pestañeando lo consigo. Escucho los pasos distorsionados de una persona acercándose que cada vez se hacen más rápidos. Siento como unos brazos me rodean, me aferro lo más fuerte que puedo a la camiseta de quien me acaba de levantar del suelo. Mis ojos vuelven a estar cerrados, a estas alturas me resulta imposible abrirlos y en apenas segundos dejo de escuchar la voz de la persona que me gritaba que me mantuviera despierta.
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—Hey, chica —dice una voz que parece lejana.
Mis ojos se abren de golpe, miro a todos lados y examino el lugar con deteniemiento mientras mi vista vuelve completamente a la normalidad.
—Por fin despiertas —vuelve a decir la misma voz de antes a mi lado.
Giro mi cabeza en su dirección y encuentro a un chico sentado en una silla situada al lado de la cama en la que me encuentro tendida.
—¿Dónde estoy? —pregunto débil.
—En mi casa. Soy Ilhoon —se presenta.
Me reincorporo lentamente y apoyo mi espalda en el cabecero de madera de la cama. Dirijo mi mirada al techo y vuelvo a mirar al chico frente a mí.
—¿Qué hago aquí? —vuelvo a preguntar.
—Estabas tirada en la calle, sangrabas mucho y te traje aquí —informa sin muchos detalles—. Te he cosido la herida del brazo y he curado la de tu vientre —dice señalando ambas partes de mi cuerpo.
Miro las dos partes mencionadas y veo el brazo vendado y la raja de mi estómago seca.
—Dame una buena noticia y dime que esto no va a dejar cicatriz —pido.
—Sino te entretienes en tocarla mucho no tiene por qué dejar cicatriz —informa.
Vuelvo a recostarme en la cama y cierro los ojos mientras trago en seco.
