Capítulo X: El cádaver

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Narra Yara:

Pasaron tres semanas desde que conocí a Alexa, cada día iba a verla después del trabajo. Y pasábamos tiempo juntas, en ocasiones me acompañaba Logan, pero a Diana no le caía nada bien como era de entender, la mala educación de mi hermana hacia ella era inexplicable. Pero la asocié con celos, tal vez pensaba que al ser mi mejor amiga estaba sustituyendo en cierto modo su puesto. Aunque aún no está claro si es mi hermana, pensé en ir ahorrando para una prueba de ADN pero costaba bastante dinero y a mis padres claramente no les iba a comentar ni pedir nada. Alguna vez trate de preguntárles algunas cosas, pero siempre evitaban el tema, estábamos tensos y apenas hablábamos.

Le llevaba un bolso de louis vuitton que me comentó que quería. Gasté casi todos mis ahorros pero supongo que mereció la pena, la pobre pasaba tanto tiempo allí que no podía ni ir de tiendas, cosa que decía que amaba hacer cuando le concedían un día para salir unas horitas.

Iba sumida en mis pensamientos cuando al apoyar uno de mis pies en el suelo, noté algo más blando que el duro asfalto. Bajé la mirada al suelo, y me encontré con un hombre de unos cuarenta años aproximadamente que apestaba a alcohol, cubierto de sangre.
Una sensación nauseabunda y de terror me invadió por completo desconcertando mi mente por completo.
Parecía que llevaba unas horas así, casi toda la noche pasada diría yo. Algo captó mi atención, aunque traté de no mirar demasiado para no traumatizarme más. A su lado izquierdo había una navaja y a su derecho un antifaz amarillo como la camiseta que llevaba el hombre. Aunque quería no pude tomarle el pulso para saber si estaba vivo, cosa que dudaba bastante. Me dio un vuelco en el estómago al pensar que podría ser la primera vez que viera un cadáver y llamé a la policía.

En la espera llegó un punto en el que sentía que se me acababa el aire, una fuerte presión en el pecho que me hacía creer que ni todo el aire del mundo conseguiría satisfacer mis pulmones. No conseguía tampoco tragar saliva por la bola de ansiedad que tenía en la garganta, como si de una canica se tratase.

***

- Tomar las huellas al antifaz y al cuerpo, llamad al forense. Hay que hacerle una autopsia ir ordenandola. - Organizaba el teniente Marco a cada uno de los agentes mientras se pasaba las manos por el pelo y hacía fotos frustrado.- ¿Dices que te lo encontraste así? En mitad de la calle donde se encuentra su casa ¿Es que nadie antes lo vio?-Dijo frustrado apretando los puños.

- Debería relajarse, si quiere averiguar algo.

- Y tu deberias meterte en tus asuntos y no dar consejos aobre como hacer mi trabajo.-bajó el tono de voz junto a su mirada.- lo siento, tienes razón. ¿Te encuentras bien? Ver un cadáver nunca es fácil.

Asentí leve aunque lo cierto es que aún temblaba cada parte de mi cuerpo, ver aquél cuchillo clavado en su abdomen me ponía los pelos de punta. E incluso a momentos, mi subconsciente cambiaba la inolvidable imagen de aquel hombre brutalmente asesinado por la imagen de mi padre en ese estado.
Aunque ansiaba desahogarme, las lágrimas no salían. Pero mi cuerpo podría confundirse con el temblique de una hoja caduca apunto de impactar contra el suelo.

- Ven a mi local. -por algun motivo me ruboricé- No para nada raro, solo quería invitarte a una tila.

Aunque odiaba las tilas tal vez fuera lo mejor, siempre que me las tomo es porque algo malo ocurrió. Pero de cierta forma consigue calmarme aunque sea un poco.

YO: Vale, gracias. - Sonreí leve y caminamos hacia no se muy bien donde. Jugaba con mis manos mientras todo lo ocurrido últimamente mi mente lo revivía una y otra vez, mi hermana encontrada, mi detención, los gritos y peleas de mis padres y ahora el cadáver. Consiguiendo evadirme de todo lo que me rodeaba, hasta que esa grave pero dulce voz me sacó de mis pensamientos.

- Este es mi local -señaló el interior abriendo una puerta. - Adelante.

Nada más pasar llegué a un espacioso salón, que se unía a la isleta de la cocina, la cual se encontraba situada en el extremo izquierdo.

Había una cristalera enorme, por la que se podía ver la ciudad entera e iluminaba la estancia por completo. Dando una impresión más libertina y para nada claustrofobica de la estancia.

La perfecta combinación del gris y el blanco daban ese toque elegante a la vez que sotisficado y luminoso. Me fijé que el lado derecho de la pared, una vitrina blanca estaba repleta de medallas; diplomas y titulaciones. Que supuse que serían de él.

- Son de mi familia. -Dijo muy cerca de mi oreja, con su abdomen rozando mi espalda cosa que me hizo dar un respingo al no haberlo notado antes. - Mi padre también fue policía, mi abuelo, mi bisabuelo y mi tratarabuelo antes que ellos. Todos consiguieron ascender a comisario jefe. - Suspiró leve como avergonzado.

- Algún día, tus hijos y nietos también te incluirán en la lista. -Sonreí mientras me giraba a verlo

- No -pasó la mano por su pelo revolviendoselo- Ellos resolvieron casos de verdad, y yo ni si quiera puedo descubrir quién es el o la asesina de estos últimos casos. Se cree que es una mujer y la prensa ya le llama La dama de los antifaces.
Pero no consigo dar con ella, y me ponen de incompetente junto a mi superior. - Le levanté la barbilla haciendo que me mirase a los ojos.

- Ey, no te exijas tanto a ti mismo. Las cosas se logran cuando tú aspiración va más allá de tus intereses.

- Tienes razón, estoy siendo un egoísta. -Apretó sus puños derrotado.

- Nunca dije eso, es normal que todos deseemos aspirar y lograr algo.

- ¿Lois Vuitton?- Río al ver mi bolsa- No me pegaba de ti.

- No es para mí, es para mí hermana. -Reí-

- ¿Tienes una hermana?

Asentí y le conté todo lo sucedido mientras preparaba dos tilas al verme afectada.

- WoW deberías beberte las dos.- Sonrío y me abrazó al ver las lágrimas retenidas en mis ojos. Correspondí al abrazo, pero fue entonces cuando mis lágrimas sin poderlas retener más se escaparon de mis ojos mojando su camiseta.

- Jo los abrazos me hacen llorar más. -suspiré.

- Es bueno desahogarse. -Me tendió al fin mi vaso- Creo que es la primera conversación normal que tenemos sin pelearnos.

- ¿Sin pelearnos? -lo miré extrañada, no recordaba haberme peleado. - En realidad es la primera vez que hablamos más de tres palabras. -reí a lo que él me miró extrañado.- ¿Que hora es? -terminé de beberme mi tila.

- Las nueve menos cuarto.

- Oh dios, faltan quince minutos para que acabe la hora de visitas. ¡Me tengo que ir!

- Espera Yara, voy contigo. Mi hora laboral en teoría ha terminado. Realmente tenía la tarde libre.

- Gracias por acompañarme. -Le dediqué una sonrisa y al salir para mí sorpresa agarró mi mano cosa que me resultó reconfortante y llegamos al establecimiento aún con nuestras manos unidas.

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Espero que os esté gustando ❤️
Voy a estar unos diez días fuera, pero a la vuelta vendré con más salseo!

El Antifaz [TERMINADA]Where stories live. Discover now