Capítulo VII: Mi dulce castigo.

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Narra Alexa:

Tenía la música en mis cascos a tope mientras terminaba de barrer aquel apestoso parque quitando los chicles y demás cosas asquerosas que había en él.

Noté un jalón en mis auriculares y me encontré con el imbécil del policía quien al parecer se llamaba Marco. Me los quité y los dejé en una roca junto a mi móvil.

- Te deberíamos haber hecho limpiar tus grafitis del puente.

- Te debería haber partido la cara cuando te vi por primera vez. ¿Y sabes? odio cuando me interrumpen en mi canción favorita. - Rodé los ojos. 

- Adelante, intenta partirme la cara. - Sonrío con autosuficiencia.- A ver si es cierto que puedes.

Impulsé el puño hacia delante esperando darle en la cara, pero él me cogió la mano y jaló tirándome al césped húmedo. Me tendió la mano para ayudarme a levantarme con su sonrisa de estúpido cretino, pero solo sirvió para que jalara fuerte y lo tumbara también en el suelo. En un rápido movimiento me puse encima de él sentada en su cadera.

- Nunca me subestimes querido. -Susurré cerca de su oído, rozando con mi pelo su rostro. 

- Ni tú a mí -Dio la vuelta conmigo encima y me hizo quedar a mí abajo con sus manos sujetando las mías sobre mi cabeza. - ¿por qué lo defendiste? - Supe que se refería a Íñigo. Cómo tenía las manos sujetadas suavemente, doblé la pierna dándole en sus partes. Con la otra lo empujé lejos de mí y me puse de píe limpiándome un poco lo manchado.

- ¿Tú no defenderías si pudieras a tu novia?- Sonreí ahora yo mordiéndome el labio. Y solo vi como apretaba su mandíbula.

- ¿Entonces es tu novio?- Trató de poner un tono indiferente, pero sus ojos mostraban interés. 

- ¿Y si lo fuera? ¿A ti que te importa? -Me pasé las manos por mi pelo echándomelo para atrás y quitándome una hoja que se me había enredado en él. 

- Tienes algo que me pertenece.- Lo miré extrañado mientras de pie se acercaba a mi, pude sentir su aliento sobre mis labios, cosa que hizo erizar mi piel. 

- ¿El qué? -Sostuve mi mirada en la suya tratando de lucir lo más segura posible.

- Mi mechero. -  Sonrió prácticamente sobre mis labios. 

-Ya es mío. - Contesté apartándome y recogí mis cosas de la piedra y me giré para irme.

- Nos veremos pronto. 

- Ya quisieras. 

Ni me limité a mirarlo, simplemente ande lejos de allí.

***

- Tengo sueño. - Apoyé la cabeza en el hombro de Íñigo.

- ¿Cuando no?- Empezó a reír recibiendo una colleja de mi parte.- Pero se me ha ocurrido una idea que te gustará. 

- ¿Cual? - Dije aun con los ojos entrecerrados y oliendo el perfume de su cuello. 

- Vamos al kloc. - Levanté la cabeza de golpe casi perdiendo el equilibrio cayéndome de la moto. Menos mal que me sujetó riendo. El Kloc era el típico bar de comida basura y karaoke al que iban todos los jóvenes. 

    Me subí enseguida en la moto y esperé a que él se colocara para poder arrancar, a pesar de que era su moto siempre me dejaba llevarla. Aceleré hasta llegar a la puerta del bar donde nos bajamos enseguida y entramos. 

- Hola preciosa. - Contestó el camarero guiñándome un ojo y mirando descaradamente mi cuerpo. 

- Una de nuggets y una hamburguesa para mi novio.-Pedí cogiendo la mano a Íñigo, quien estaba acostumbrado a hacerse pasar por mi novio cuando algún tío me hartaba y al contrario, yo cuando alguna le molestaba. 

-Ponga para beber una coca cola y un nestea. - dijo mientras me abrazaba por la cintura apoyando su cabeza en mi hombro. 

Una vez tuvimos todo nos sentamos en una mesa, y soportamos durante los diez minutos que duró la comida en nuestros platos a varios adolescentes cantando. Pensé que en cualquier momento romperían el micro junto a los cristales.  Así que me levanté arrebatandoles el micrófono.

- Bien bien callarse porfavor, van a saber que es cantar. Íñigo acércate. - Él me miró amenazadoramente, sabía de sobra que le daba vergüenza cantar en público pero tras mucho insistir acabó cogiendo el micro.  Se quedó quieto algunos instantes mientras los del bar se empezaron a reír llenándome de rabia, lo miré dándole una tranquilizadora sonrisa. 

Entonces empezó a cantar, quedando a todos alucinados. 

Tenía una buena voz, el problema era que nunca había podido ir a clase de cante porque el dinero apenas le daba para pagar su piso. 


Cuando terminó todos aplaudimos, y pronto se llenó de gente pidiendo su número. 

Él era algo tímido asi que cuando con la mirada me suplicó que saliésemos de allí quité a todos del medio y me lo llevé de la mano hasta la moto. 

- Has estado alucinante. - Revolví su pelo azul dejandole un beso en la mejilla. 

- Te quiero Alexa. - Sonreí y nos subimos de nuevo a la moto. 

A su lado me sentía segura, era como que me transmitía paz y una seguridad mágica. 

Sin él estaría perdida. Era mi hermano, mi compañero, mi amigo, mi familia. 


El Antifaz [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora