-Hola, Chris – le sonreí de vuelta mientras depositaba las cosas en mi regazo - ¿Qué tal el trabajo? – su sonrisa fue un poco torcida, eso indicaba que algo le estaba haciendo batalla.

-Bien, solo que un Mercedes- Benz parece no querer encender y eso que ya le revisé todo de pies a cabeza incluso la computadora indica que no hay falla, pero estoy seguro de que hay algo en el sistema eléctrico – los gestos que hacia al hablar de su pequeño tormento eran totalmente graciosos, admiraba eso del él la tenacidad para hacer las cosas jamás se daba por vencido.

-Bueno no te desesperes ya verás que cederá el auto – comente mientras nos reíamos juntos y poder relajar las cosas.

- ¿Qué quieres hacer esta tarde? ¿Películas? ¿Parque en la noche? ¿ir por helado? – la verdad es que siempre se esfuerza por hacerme salir de mi habitación o de mi casa, aunque siempre procura que sean a lugares con pocas personas.

- Tengo trabajo que revisar, pero ¿Qué te parece si me ayudas y comemos ese postre de limón que tiene mamá en la nevera? – la verdad es que mi madre lo quiere como si fuera el yerno que siempre quiso o más bien el hijo que nunca tuvo.

-Eso está bien, pero tengo terminar mi turno – dijo sonriendo mientras seguía conduciendo hacia casa.

Trate de ver por el espejo el paisaje que me brindaba mi bella toscana, jamás me he atrevido a salir de mi ciudad natal y es que el miedo a socializar o ver personas nuevas me produce una sensación de torticolis que es inevitable no sentir, pero Chris no es nacido aquí, se mudó de España cuando tenía diez años y desde que por accidente choco conmigo en el instituto se había empeñado en ser mi amigo incluso mi novio, logro lo primero aunque no es lo que él deseaba pero estamos bien con la relación que tenemos, lo quiero pero no lo amo, en realidad no me interesa amar a un hombre. Seguí viendo por la ventana el paisaje desviando la mirada cuando veía a lo lejos o cercas personas.

No puedo quejarme de mi trabajo porque no lo considero uno, sino que me gusta lo que hago así que estoy bien con eso, se puede decir que a mis 22 años había conseguido con mucho esfuerzo terminar la universidad con buenas notas y con honores, mis padres siempre me han apoyado en lo que decida, pero el apoyo de Chris en lo personal es algo de lo que siempre le voy agradecer, vi a unos cuantos metros el taller de mi padre y a mi madre regando las plantas que había en el jardín principal.

-Bueno, hemos llegado Lucia – estaciono el auto aun lado del taller mientras yo tomaba mis cosas para bajar del auto.

El taller era como cualquier taller mecánico que existiera las personas son las que hacen cambiar el ambiente, este se consideraba pacifico los clientes frecuentaban mucho ya que les gusta el trato y la sinceridad que les da mi padre, además que les gusta trabajar con música Country según mi padre les ayuda a relajarse y pensar que todo va a mejorar si su día empieza con un trabajo que quiere o parece ser complicado.

- La mía Principessa – papá se acercó a nosotros con un pañuelo para limpiar sus manos.

-Ciao, papá – admito que Chris nos había pegado su acento español a todos, pero escuchar el idioma de mi padre me reconfortaba así que me acerque hasta estar fundida en sus brazos.

-Bueno la princesa ha llegado sana y a salvo – comento Chris cruzándose de brazos mientras nos miraba con una sonrisa.

-Me alegro, ¿Cómo fue tu día, amore? – es divertido ver como se le dificulta aun unas palabras a mi padre mamá era española así que lo que se ella me lo enseño y papa bueno él es 100% italiano, rubio y alto y muy guapo a su edad y muy bien conservado.

-Maravilloso, un alumno de nuevo me dio un dibujo y tengo que revisar sus tareas así que todo tranquilo – me encogí de hombros viendo como tenía su total atención en mí.

siempre has sido tu (Trilogía Curvas Impredecibles #2)Where stories live. Discover now