Jungkook

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Seúl, Febrero 04/2011.

Jungkook corría con apuro por las escaleras de la estación de metro. Estaba ansioso, hoy sería el día en que quizás pudiese dar el gran salto, ese que todo joven con talento deseaba, la oportunidad de ser alguien en la industria musical de Corea.

Esperó a la salida de la estación, tenía las piernas a media flexión y sus manos posadas sobre cada rodilla. Con la cabeza levemente inclinada, intentando recomponer su agitada respiración.

—¡Mamá apúrate! —alzó la voz a la mujer que a duras penas, lograba subir los escalones.

Caminaron a paso acelerado cerca de tres calles arriba, hasta llegar a las afueras de aquella compañía. "CJ E&M CENTER" se vislumbraba con letras claras y brillantes, tanto que se mezclaban con el brillo naciente de los ojos de un ilusionado niño. Para su suerte, un poco más abajo se destacaba "MNET", indicándole que se encontraba en el lugar correcto.

Entraron sigilosos, observando la inmensidad del edificio por fuera pero aún más sorprendente por dentro, todo tan alucinante que le daba escalofríos.

Jungkook se detuvo al notar la gran fila que había para aquella audición. A su madre, días atrás cuando estaba de compras en el centro de Seúl, una chica le había dado un pequeño folleto repleto de colores, el cual invitaba a jóvenes de 12 a 18 años con talento para actuar, bailar y cantar, a participar en un casting masivo para uno de los programas del canal de televisión.

Se lo entregó a su hijo más pequeño, quien soñaba con oportunidades para demostrar su talento. Talento que ella sabía tenía de sobra, lo apoyaba siempre en todo lo que estuviera a su alcance con tal de verlo sonreír. Jungkook era un chico tímido, no solía rodearse de muchos amigos, sin embargo, era un buen deportista y tenía muy buenas calificaciones. Se convencía que esas eran razones suficientes para confiar en que todo saldría bien.

Él azabache divisó un pequeño letrero con una flecha, en el cual se podía distinguir claramente "Superstar K2", se acercó y comenzó a llenar el formulario de inscripción, temeroso e ilusionado a la vez, sintiendo la ansiedad invadirlo por completo. La mujer tras el mesón, amorosamente le recibió el papel que él chico le entregó, otorgándole un número que a partir de ese momento sería su primer boleto a la fama.

Tres horas y veinte minutos tardó en llegar su turno, avanzó intentando controlar sus emociones. Era una sala pequeña de colores fríos, en donde frente a él se encontraban tres personas, que claramente serían quienes lo juzgarían. Aclaró su garganta y tomó el micrófono.

—¿Cómo te llamas? —preguntó un hombre de sombrero negro.

—Jeon Jungkook —respondió, con notable inseguridad.

—Jeon cuéntanos... ¿Cuántos años tienes? —tomó la palabra, él jurado de menor estatura.

—Tengo 13 años —llevando sus dedos hasta las hebras de su cabello para despejar en parte, su frente.

—Bienvenido Jeon, muéstranos que sabes hacer —finalizó, él último hombre de cuerpo más robusto.

La pista comenzó a sonar de imprevisto, haciendo que los nervios lo invadieran por completo. Comenzó a cantar de manera dulce y armoniosa, sintiendo que era el minuto más largo de su vida y quería jugársela el todo por el todo, pero la vida a veces pone trabas y la suya era aquella pequeña desafinación y titubeo que no pasaron desapercibidos. Intentó con todas sus fuerzas recuperar su estabilidad para cuando la canción llegó a su fin, pero no lo logró.

Se despidió haciendo una reverencia hacia los hombres, para luego salir disparado hacia los brazos de su progenitora, llorando y balbuceando como todo un niño pequeño. Sabía que no lo había realizado muy bien pero a pesar de todo, era consciente de que le sobraba talento. Intentó animarse ante las palabras de aliento que recibía de su madre pero en el fondo, estaba mas roto que antes.

Camino de regreso, pensaba en la gran derrota que significaba el no haber logrado pasar las audiciones, pero la sorpresa mayor se la llevó a metros de su hogar.

Un total de ocho invitaciones de compañías diferentes llegaban como notificación al teléfono de su madre, todas ellas lo querían para formar parte de sus filas. Algunas pertenecían a los grandes monstruos de la industria, sin embargo, no era capaz de darle crédito a lo que le estaba sucediendo.

Esa tarde fue consentido por su familia, sus padres cocinaron algo delicioso y su hermano mayor, lo dejó jugar por horas y horas en la consola. Había escuchado de su padre, que ya sabría tomar la mejor decisión para su futuro, que lo meditara y guiara según lo que le dictase su corazón y no por lo que todos le pudiesen decir.

Hace unos meses atrás había escuchado un par de canciones de un chico mayor que él, quien era señalado como la gran promesa del rap. Quedó tan extasiado la primera vez que oyó sus pistas que se dedicó a buscar información de él en su computadora.

Para su suerte, un amigo de su escuela le había dado su nombre artístico.

—Kim Namjoon, RAP MONSTER... —murmuro. Él chico tenia estilo, dotado de una gran personalidad y presencia escénica, que ya le gustaría tener. Era alucinante, quería conocerlo, compartir, aprender de él y si la vida era buena, hacer música juntos.

Averiguando como pudo, supo que pertenecía a BIGHIT ENTERTAINMENT. Una alegría lo invadió al confirmar que dicha compañía, le había enviado una de esas tantas solicitudes por lo que no lo pensó más y corrió hasta el comedor, siendo tan eufórico que terminó por asustar a sus padres.

—Bighit.... —musitó, soltando todo el aire contenido. —Aceptaré la invitación de Bighit y me convertiré en un gran artista... —sonrió, mostrando sus dientes de conejo que tanto enternecía a quien lo mirara.

Era un gran comienzo para él pequeño níveo, un comienzo que significaría más de un cambio. Una nueva vida por completo, tal vez...

One day, One year | VKWhere stories live. Discover now