Capítulo 31 2/2

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Voy bajando las escaleras lentamente, y en el final de estas me encuentro a Mark hablando con Tomás, el primero va vestido con unas zapatillas blancas, unos tejanos pitillo negros, una camiseta rosa y una chaqueta de cuero por encima, lleva el pelo más libre, sin tanto tupe, me gusta.
El segundo llega de trabajar por tanto va con su traje azul marino junto si corbata roja.

Llego al último escalón y Tomás es el primero en notarme.

-Estas genial cielo-me sonríe, Mark se gira y me mira de arriba a bajo.

-¿De que hablabais?-pregunto.

-Ah...nada, concretábamos la hora que llegareis y cosas así, Mark ya me lo ha ido explicando, así que no te preocupes, bueno que es lo paseis bien- me da un beso en la cabeza y un abrazo a Mark y se marcha a la cocina hacer la cena para Arya que esta en un reunión.

Salimos por la puerta y cogemos el coche aparcado delante de casa.
Él conduce, ya que yo no tengo ni idea y no sé donde tiene intención de llevarme, espero que no sea u  sitio muy elegante, lo que llevo aquí me ha dado a descubrir que soy de gustos más pronto sencillos que muy enrevesados.
Nos colocamos los cinturones y Mark arranca.

-¿Dónde vamos?-digo poniendo una mano en su rodilla.

-Ya lo verás-sonríe-solo te diré que es un sitio muy... distinto.

A partir de ese momento todo el viaje fue en completo silencio, solamente notaba sus dedos jugando con mi mano colocada en su rodilla.

-Ya hemos llegado-se desabrocha el cinturón y abré la puerta del coche, yo hago lo mismo-ahora tendremos que andar un poco-vamos hacer una cosa-se pone detrás mío y susurra a mi oreja-has llegado a la parte del libro, donde Christian le tapa los ojos-asiento-voy hacer lo mismo, con mi camiseta, pero...no veras nada de mi hasta que lleguemos cariño-me da un beso en la mejilla.
Noto como se saca la chaqueta de cuero(que deja dentro del coche), y finalmente la camiseta, su torso desnudo choca con mi espalda, y sus dedo recorren algunos mechones de mi cara, para apartarlos, dejandolos suavemente en mi cuello, junto a una caricia que me hace sentir un escalofrío. Me cuerda la camiseta en los ojos y me guía.

-No tengas miedo, cogete a mi-me hace poner mi mano alrededor de su cintura, me hace sentir extasiada y él lo sabe.

Andamos durante cinco minutos más o menos y por fin nos paramos, me dice que me quite los zapatos y los calcetines al igual que él, y lo primero que noto es el cambio de terreno, esta tierra es diferente, como más espesa y resbaladiza, lo segundo el clima; es más caluroso y húmedo y por último el olor; es particularmente agradable y fresco.

-Te voy a sacar la camiseta, la de los ojos digo- me suelta el impedimiento de visión y por fin admiro todo esto, es una playa preciosa, con un oceano cristalino como un diamante en puro rendimiento, un frío cielo en su atardecer, con su color verde, amarillo y azul apagado en su gran final, con unas montañas imponentes y ensombrecedoras, y como no, un cálido fuego a tierra con su llamas en puro apogeo, amarillo, rojo, naranja, los colores más reconfortantes de todos.

-Es muy bonito, nunca había estado en una playa de noche-me giro para mirarlo y sonrío-gracias por traerme aquí y no a un lujoso restaurante.

-De nada-me sonríe de vuelta-anda vamos a comer que tengo una hambre-me coge de la mano y me siento en un pequeño tronco situado en la arena blanca, saca diferentes tipos de carne de un bol y unos tipos de palos para poder hacerlo en el fuego, cada uno coge la carne que quiere y esperamos.

-Así que ya habías estado en una playa-me dice.

-Si, algunas veces, pero no por placer-digo con una sonrisa tensa-por trabajo o por castigo, más la segunda que la primera-mi trozo de carne ya esta hecho, me lo llevo a la boca, pero como soy tonta me quemo.

La excepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora