Las aventuras de un ángel parte cuatro.

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Ni bien entré a mi apartamento, unas manos me cogieron y me chocaron contra la puerta cerrada, atonita, miré con asombro...

- ¿Ku..Kurama? - pregunté.

- ¿por qué le gustas a Kidan? - ay no.

- ¿yo cómo lo voy a saber? Además, ¿por qué estas así? ¿por qué tú...has estado así de la nada? - me soltó suavemente y me abrasó.

- lo siento - murmuró - Kidan vino a provocarme diciendo que eras solo suya, y de nadie más... - le acaricié el cabello - yo, yo sentí celos, lo siento...

- no, tranquilo - tomé au rostro - creo que la mayoría ya sabe que te quiero a ti.

Sus ojos rojos tuvieron una intensidad inmensa, observaban todo de mí y, su sonrisa especial salió mostrandose en sus labios.

- repite eso, por favor - me cargó sobre él - repitelo, quiero oírlo de nuevo.

- ¿eh? ¿a qué viene eso? - se rió.

- solo repitelo - rogó.

- bien, bien - suspiré - te quiero solo a ti, Kurama, te quiero, te quiero, te... - me besó.

- linda cosita caída del cielo, ¿me quieres solo a mí? - me sacó al balcón y abrió sus alas - quiero otra cita con mi novia, ¿puedo?

- ya que me tienes aquí, ya - voló a través del cielo con su estilo presumido, poco a poco fuimos bajando a tierra - ¿qué hacemos aquí?

- Tokio, mi ciudad favorita - extrañada, hice muecas.

- ¿ah, en cerio? - observé la ciudad - ¿venías aquí antes?

- ¿antes de conocernos? Si - bajó en un tejado - era mí lugar favorito para no sentirme solo, pero ya que estoy contigo, deseo que tú también lo conozcas.

- bien, entonces...¿qué hacemos?

- ya lo verás, ya lo verás... - nos adentramos a la ciudad, y yo no sé que querrá hacer.

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Salí del armario con un tono sonrojado en mís mejillas, lo miré y él tenía los ojos abiertos como dos platos, su boca moduló "hermosa" mientras pagaba por el kimono que me acababa de comprar.

- ya, dejame de verme - advertí.

- es que...estas muy bonita - me tomó de la mano - y yo...nunca te había visto así...

- n..no me hagas sonrojar - repliqué - y..ya oí mucho Kurama...

- okey, okey - desvió la mirada - creo que tendré que hacer un gran esfuerzoor dejar de verte...

- ¡Kura...ma...! - sonreí - ven conmigo, ¡sigueme!

Entramos en una tienda y le hice que se pruebe unas cuantas yukatas, le dí primero una de color rojo y otra de color azul: no le quedó; luego fue una amarilla: tampoco; por último intenté con una de color negra: era perfecta.

- ¡wuau! - exclamé sorprendida - le queda bien...señor...

- ¡o..oye! - se sonrojó - ta..tan solo vamos a seguir con el paseo...

Salímos de ahí y yo sonreí de forma traviesa, había conseguido que se sonrojara y no intentara mirarme.

- vemos Kurama - aclaré - te ves bien así...

Mi DemonioWhere stories live. Discover now