Capítulo uno: El infierno.

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Naruto:

Mis ojos percibieron un movimiento, leve, pero presente. Lo observé, supe que no había peligro, pero de todas formas, su cabello gris y su libro típico me calmaron.

-- Kakashi-sensei -- dije adormitado.

-- buen día Naruto -- me senté.

-- ¿qué sucede? -- pregunté extrañado, puesto que el casi nunca entra a mi cuarto.

-- tienes una misión -- aclaró -- y Jiraya-sama te necesita en su despacho, ahora -- suspiré.

-- voy -- me levanté y entré al baño, una ropa presentable y rápida era mi solución -- ¿misión de qué? -- pregunté al salir.

-- él te lo explicará, ve -- asentí, aunque de verdad me molestaba que me despertaran tan temprano.

El infierno puede ser tenebroso, pero como vivo aquí, ya me he acostumbrado, además, si tienes la confianza de los guardias, no te puedes quejar. Subí las escaleras y saludé a unos cuantos conocidos: Kiba, Lee y Choji. Toqué la puerta.

-- pase -- oí. Entré y encontré a mis amigos ahí, parados y observando al maestro y luego a mí.

-- buenos días -- dije al entrar -- ¿qué...sucede aquí?

-- Naruto -- el maestro asintió -- sientate...por favor -- obedecí -- una misión, eso es lo que pasa.

-- ¿una...misión? ¿por qué tanto misterio? -- me exalté -- además, somos demonios, ¿qué otra misión podría ser?

-- espera dobe, deja hablar a Jiraya -- dijo Sasuke, lo observé fijamente.

-- gracias, ahora, deben saber que hay un serio problema en el mundo de los terrestres...algo tan grave que está afectando a ambas partes: tanto al cielo como el infierno...

-- ¿afectando? -- Shikamaru parecia interesado.

-- si, al parecer es una energía neutra...que puede controlar mentes y deciciones de los humanos, algo que es muy grave como saben, porque ni nosotros los diablos, ni los ángeles podemos tomar decisiones por los humanos.

-- ya viejo, ve al punto -- dije sospechando de lo que significaba esto.

-- si Jiraya-sama, aclare esto -- dijo Sai.

-- bien, si quieren que sea directo lo seré: van a trabajar con ángeles. Y eso es todo, punto. Pueden retirarse.

Quise protestar, pero Neji intervino, tocandome el hombro. Sus ojos blancos grisaseos, muy raros, y sobre todo, su línea de sonrisa.

-- Jiraya-sama, quiere decir que...¿podré verla? -- me asombré.

-- si Neji, la verás...pero no trabajarás con ella -- aclaró el maestro.

Me levanté y los miré a los dos. Luego decidí salir de ahí, no tenía caso tratar de convenser al maestro a que me cuente algo más.
Mi nombre es Naruto Uzumaki, tengo ciento dieciocho años y mis padres murieron cuando yo era un bebé. Mientras caminaba, me encontré con mi estudiante y amigo Konohamaru, quien me informó que Minato-sama me llamaba. A decir verdad,  ese hombre es como mi mejor amigo, además es uno de los siete delegados del infierno.

Toqué la puerta gigante, con dos dragones gigantes y una frase en nuestro idioma. Eso me parecía raro, porque escrito estaba así:

"¥øđę ߧľğý €£æđı žčæşşæ ¥€mņč æ£æ"

" El demonio verdadero no se rinde"

Algo sutil para entrar a ver a uno de los de rango "A".

Mi DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora