34.

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Al terminar de leer la carta de tía Mel, me quedé sin ningún sentimiento en particular dentro de mí. Sin embargo, cuando se la pasé a Manny para que la leyera, él se puso a llorar y por un momento creí que iba a estallar de lo rojo que estaba.

-Tiene a mi mamá- murmuró en español lanzando la carta a mis piernas-. Pat tiene a mi mamá.

-Manny...

-Debo volver.

-¿Qué? No, no, no- negué con la cabeza-. Si tú te vas, iré contigo.

-No, tú debes quedarte y seguir con el trato.

-¿Y qué hay de ti? Dijiste que estábamos juntos en esto.

-Y lo estamos- Manny limpió sus mejillas con su camiseta-. Katrina, mi mamá está en peligro y el trato que yo tenía con ese viejo era que si yo venía contigo, él la dejaría en paz al igual que a tu familia.

-Si Pat te descubre...

-Me matará, lo sé.

-De acuerdo- asentí-. Entonces yo también quiero asumir el riesgo.

-¿Acaso estás loca?- él cogió mis manos-. Mi mamá es todo lo que tengo y seamos realistas, si me llega a pasar algo, mi muerte no afectaría a nadie más que a ella. Pero tú... Katrina, si a ti te llega a pasar algo, aquello afectaría a tanta gente, que si Pat no los aniquila antes, terminarán por morirse solitos de la pena. ¿Es eso lo que quieres?

-No- negué con la cabeza hecha una magdalena-. Es por ellos que estoy aquí.

-Y es por ellos que debes esconderte, al menos hasta que yo mate a ese hijo de puta, que créeme que lo haré.

-¿A dónde debo ir?

-A cualquier lado menos Hong Kong que es donde él piensa que nos quedaremos. No puede ser Europa y tampoco México que está cerca a Estados Unidos.

-¿Y qué harás tú? ¿Volver a Nueva York e ir de casa en casa preguntando si lo han visto?

-No, iré directo al grano.

-¿Grano?

-Tu tía.

Y durante el resto del viaje, Manny y yo no las pasamos planeándolo todo.

Hasta que llegamos a Hong Kong y lo primero que hicimos después de recoger las maletas, fue buscar un vuelo de vuelta a Nueva York para Manny.

-Hay uno en cuatro horas- le dije.

-Esa aerolínea es carísima.

-No creo que esté $15,000.

-No, pero te recuerdo que de los $15,000 que conseguí, gasté $4,500 en tu boleto de avión y otros $4,500 en el mío.

-Y yo te recuerdo que quise pagarte anoche y no me dejaste.

-Estábamos en un callejón en plena madrugada.

-Pues toma- saqué unos billetes de mi billetera y se los di-. Compra ese boleto, no nos queda de otra.

-Bien.

Él fue a comprarlos y ni bien los guardó en su mochila, salimos del aeropuerto para ir a nuestro segundo punto en la lista de cosas que teníamos que hacer antes de que él se marchara.

Conseguir celulares.

Así que fuimos al centro de la ciudad y después de un par de horas, logramos conseguir unos bastante antiguos pero que al menos podían recibir y hacer llamadas.

Prohibido SoñarOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz