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K a t r i n a

Aquella mañana desperté dos horas antes de lo normal debido a Tommy, mi hermano más pequeño. Se había meado en la cama y como era lo suficientemente inteligente como para despertar a Bea que jamás se levantaría a eso de las cuatro de la madrugada para ayudarlo, recurrió a mí para sacar sus sábanas, colocar unas limpias, ponerle unos nuevos pantalones de piyama, arroparlo y apagar la luz de su habitación.

Yo no tenía problema con ello, pues ya había pasado antes, pero a partir de entonces no pude conciliar el sueño otra vez. Me la pasé alrededor de una hora dando vueltas en la cama y cuando me harté, decidí levantarme y tomar una ducha. El agua estaba fría, así que no me tardé más de cinco minutos en salir del baño envuelta en una toalla y disponerme a vestir; sin embargo, sentí una brisa aterradora en la espalda y al voltear, caí en cuenta de la ventana que estaba abierta y corrí a cerrarla, ya que esta daba a un callejón donde cualquiera podía meterse.

Estaba nevando, era más que evidente por el hielo que se había colado a mi habitación y yacía en el suelo, así que me coloqué capa tras capa de ropa, alisté mi mochila y una vez que estuve lista, me miré al espejo y me llevé el susto de la vida al ver la cara de muerta que traía. Me arreglé como pude, con lo que tenía y con lo que sabía, y no pude evitar recordar el enfrentamiento de la semana pasada que tuve con una BB cuando me dijo que el maquillaje no arreglaría mis espantosas ojeras.

Y vamos, aquello ya lo sabía, pero no era de las que se quedaban calladas.

No obstante, bueno hubiera sido que se tratara tan solo de una extraña con aires de superioridad, pero no; se trataba del grupo más ridículo, estereotipado y que toda la escuela St. Ana veneraba por alguna razón. Se solían llamar las BB's (bi-bis) y aunque me costó, pronto pude descifrar que era porque todas las chicas del grupo tenían de inicial la "B".

Cuando se lo conté a Stephanie se rio tan fuerte que tuve que silenciar su audio y es que tanto ella como yo habíamos crecido viendo ese tipo de chicas en las películas que no podíamos creer que en realidad existían. Ella me aseguró que no tenía nada de qué preocuparme, que solo atacaban en grupo y que si esa chica hubiera estado sola en el baño cuando habló de mis ojeras, probablemente no se hubiera atrevido a hacer tal comentario.

El despertador sonó y después de apagarlo a la mala como todas las mañanas por lo viejo y deteriorado que estaba, agarré mis cosas y me dirigí a la cocina para empacar mi almuerzo. Una vez ahí, empecé a meter todo lo que veía suelto dentro de una bolsa de papel y todo ello de puntitas para no despertar a nadie, pero al oír un estornudo a mis espaldas solté un grito que probablemente despertó a toda la cuadra.

-Dios mío, Tommy- me llevé una mano al pecho-. ¿Qué haces ahí parado en la puerta?

Mi hermano se llevó las manos al estómago.

-Te serviré algo- le dije y abrí el refrigerador sin esperar una respuesta de su parte.

Saqué una caja de leche, la vertí en un vaso hasta la mitad, le eché cereales encima y luego de mezclarlo todo, se lo di a Tommy.

-Termínalo y directo a la cama, ¿de acuerdo?- le indiqué y mi hermano asintió con la cabeza.

Él empezó a comer casi con desesperación y no exactamente por mis habilidades culinarias, sino porque la noche anterior se había quedado sin cenar por culpa de Pat, quien al no escuchar ni una respuesta de Tommy después de haberle hecho una pregunta, se enfureció y lo envió a dormir.

-Escucha, Tom- empecé a hablar mientras metía la bolsa de papel que había preparado a mi mochila-. Sé que estás triste por papá, pero ese no es motivo para dejar de hablar. Él es una buena persona, volverá y todo será como antes. Te lo prometo.

Prohibido SoñarHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin