CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO.

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Andrew entró pocos segundos después de que Dakota salió. El rostro del enfermero parecía deformado por la preocupación.

— ¿Qué pasa? —cuestionó, sentía ganas de llorar.

— Está bien Dante

Pero fue lo único que dijo, cerró la puerta y observó a su alrededor como si buscara algo. Eso lo hizo sentirse más nervioso, se sentó en la esquina de la cama, aunque su parte baja aún dolía, la preocupación y el miedo eran más en esos momentos. Cuando Andrew pasó a un lado suyo, pudo ver un arma sobresaliendo ligeramente de su pantalón.

Respiró hondo, algo realmente estaba pasando y algo verdaderamente malo.

•••

Encontró a Guadalupe en la entrada de la casa, la mujer parecía molesta, caminaba de un lado a otro, por lo menos hasta que los vio llegar.

— ¿Qué pasó? —cuestionó.

— Necesitan salir de aquí, ahora.

— ¿Qué sucede?

— Álvaro sabe dónde están, uno de sus hombres —su voz temblaba, lo miró fijamente—. Ellos vendrán aquí Dakota, estoy segura.

— ¿Por qué estás segura?

— Uno de mis hombres encontró a algunos merodeando por acá, mi gente me ha dado algunos datos, Álvaro sabe Dakota, no están seguros aquí ya.

Antes de que pudiera decir algo, los hombres de Guadalupe comenzaron a movilizarse, pudo escuchar el eco de un arma al ser disparada. Sintió como si corazón quisiera salirse de su pecho. Los disparos comenzaron a escucharse más cerca. James tomó a Guadalupe por la muñeca y la jaló hacia la parte trasera del lugar, con su arma en su mano libre, un par de los hombres de confianza de la mujer cuidaban de sus costados mientras él los cubría por el frente.

Pero a pesar de ello no había rastros de que alguien había entrado o por lo menos eso pensaba.

El pequeño grupo corrió en dirección al patio, los hombres tenían que cuidar y mantener a Guadalupe y lo entendía, James soltó a la mujer poco antes de llegar a las escaleras que dirigían a las habitaciones, ambos subieron, tenían que asegurarse de que tanto Esteban como Andrew y Dante estuviera a salvo; en ese momento sus más grandes preocupaciones eran Estaban y Dante, el primero por obvias razones.

Pero antes de que pudieran si quiera adentrarse en el pasillo escucharon el golpe de la puerta al ser abierta por la fuerza y el sonido de las armas descargándose. Ambos entraron en una habitación. James observó a su alrededor, buscando una salida, pero sabía que no habría alguna.

•••

Pudo escuchar el eco de un arma de fuego, el sonido no estaba muy lejos de ellos. Tomó a Dante por el brazo, ellos tenían que salir de ese lugar, el menor lo observó, el miedo pintando sus ojos. Lo jaló hacia la puerta, pero en ese justo momento esta se abrió y Juan entró.

Estaba nervioso y su nerviosismo le hizo apuntar su arma al policía.

— ¿Es en serio? —cuestionó Juan aparentemente molesto—. Baja la maldita arma y sígueme.

El agarre en el brazo del menor estaba apretado, Dante corrió tras él mientras observaba a todos lados, seguramente estaría buscando a Dakota.

El arma seguía siendo descargada no muy lejos de ellos, Juan maldijo cada vez que la escuchaba. Bajaron por una escalera directo al enorme patio trasero, no podía ver a nadie en este. Juan los guio por el camino, podían ver el auto de Marcus no muy lejos de ahí y sabía que se dirigían a él.

Mi salvación.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora