Cap. 2 - Escena 7

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—¡Hood! —chilló Goldilocks a su espalda—. ¡Por favor, ve más despacio!

La cazadora la ignoró, e ignoró también sus deditos como garras clavándosele en la carne, ignoró el brazo derecho, que todavía le temblaba por el esfuerzo de detener el golpe del König. Ignoró el dolor en la entrepierna por haber caído mal sobre el caballo, y los relinchos de protesta del animal cada vez que lo azuzaba para que apurara el paso por el camino de piedras que pasaba frente a las granjas y el molino abandonados.

Calculó que el König ya estaría organizando una partida de caza, pero le llevaba mucha ventaja. Y por la noche, no había hombre lo suficientemente estúpido como para internarse a ciegas en el bosque. Aquel había sido uno de sus ataques más descarados, pero tenía la impresión que no pagaría por ello en ningún momento del futuro cercano.

Había estado tan cerca... el estúpido lobo había estado parado frente a ella, sin nada más que su inútil espada, sin guardaespaldas que intervinieran, sin nada más que un poco de tela interponiéndose entre su corazón y la punta de la daga de la cazadora.

No, se dijo. Si lo hubiera matado en ese momento, habría sido impulsivo e insatisfactorio. Quería tomarse su tiempo. Quería verlo sangrar. Quería vivir todavía muchos años para recordar la luz huyendo de sus ojos. Y además, esa noche no había ido al castillo para eso.

Para cuando llegaron al borde del bosque, el percherón estaba cubierto de sudor y le temblaban las patas. Hood descabalgó y bajó a Locks de un tirón. No se molestó en atar al animal. Si encontraba su camino de vuelta al castillo, no tendrían forma de averiguar dónde había estado. Y si se perdía en el bosque y acababa como alimento para algún predador... bueno, ese no era su problema.

Locks tiritaba a pesar de la noche cálida y estrellada sobre sus cabezas.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó, con su vocecita de ratón asustado—. Hood, ¿por qué...?

—¡Cállate! —le gritó Hood. La adrenalina de la batalla y la cabalgata todavía le pulsaba en las venas—. ¡Cállate por un segundo!

Paseó de un lado a otro, ignorando a la niña, dejando que los remanentes de su rabia salieran de ella como humo.

—Se lo ibas a decir, ¿verdad? —le espetó Hood, avanzando hacia Locks—. ¡Le ibas a decir dónde encontrarme!

—Yo solamente...

—Este fue un mal plan —decidió la cazadora, como si alguien más hubiera tenido la idea y ella se hubiera opuesto desde el principio—. Te lo iba sonsacar de una manera u otra, y no creo que le importara lo que tuviera que hacer para lograrlo.

—Pero, Hood —lloriqueó Locks—, él sólo quería hablar contigo...

—¿A ti te parece que actuó como alguien que sólo quería hablar? —dijo Hood, con una risilla sarcástica—. Antes pensaba que eras ingenua, ahora resulta que además eres estúpida.

Se detuvo, porque Locks estaba al borde de echarse a llorar a gritos, y ella no estaba de humor para lidiar con ello.

—Mira —le dijo, inclinándose delante de ella con las manos en sus hombros, imitando sin saberlo la postura del König—, hazme caso y no vuelvas al castillo. Y si le llegas a decir al König dónde vivo, no te lo perdonaré nunca. ¿Me has entendido?

Las lágrimas sin derramar centelleaban en los ojos de Locks con el resplandor de la luna.

—¿Me has entendido? —repitió la cazadora, levantando un poco la voz.

Locks asintió sin decir palabra.

—¡Bien! —La cazadora se incorporó—. Ahora vete a alguna de estas granjas. No creo que nadie te encuentre allí.

Giró sobre sus talones, y en un parpadeo y un susurro de su capa, se convirtió en una sombra más en el bosque.

Goldilocks se quedó parada donde estaba, aturdida y muy, muy triste. Un aliento cálido le rozó el cuello. El caballo que Hood se había robado era mucho más grande que el pobre Azúcar y por supuesto, este era negro mientras que Azúcar había sido blanco. Pero cuando le palmeó el hocico amigablemente, sintió su pelo igual de suave.

—No diré nada —aseguró, un poco al caballo, un poco a la noche y otro poco a la ausencia de Hood—. Lo prometo. Es muy difícil hacer amigos estos días.

 Es muy difícil hacer amigos estos días

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House of Wolves (Novela ilustrada) + Bitácora de autorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora