Capítulo final

1K 73 2
                                    

Volví a despertarme poco a poco pero esta vez era distinto. No sentía ningún dolor, lo cual era un gran alivio, además estaba más calmada. Tampoco tenía frío. Estaba perfectamente, mejor que nunca. Me di cuenta de que no estaba respirando, sin embargo no estaba muerta, al contrario, me sentía viva, muy viva y totalmente consciente. No lo comprendía. Era como si no lo necesitara pero, cuando lo intenté, sí que podía hacerlo. Era de lo más raro.

Moví un poco las manos, notaba suavidad y calidez. Todo lo contrario al suelo del bosque. Cuando mi vista se aclaró pude ver un techo blanco e iluminado, las paredes, la ventana blanca con cortinas azules... Era claramente mi habitación. Me tranquilizó muchísimo estar ahí.

Me levanté poco a poco, más por precaución por si tenía algo roto, que por dolor, porque me sentía bien y con energía. No tenía ninguna herida en el cuerpo, ni en el brazo ni en el cuello. Al ver que estaba perfectamente, me levanté de la cama sin miedo. Quería salir de mi cuarto pero antes de abrir la puerta, sentí murmullos en el piso de abajo, pero no como de costumbre.

Se sentían muy fuertes como si estuvieran muy cerca de mí pero no estaban gritando, solo hablando en voz baja ¿Cómo podía tener tan buen oído? Incluso escuché pasos en las escaleras, quien fuera llevaba zapatos sin tacón, además, escuchaba como sonaba la suela de goma con cada pisada. Todo desde mi habitación y con la puerta cerrada. Sentí un olor embriagador, dulce y adictivo, como de mujer joven y atrsctiva con buen gusto para los perfumes caros; la acompañaba un olor a ropa limpia, lo que me hizo mirar la mía. No llevaba la misma ropa, llevaba un pijama.

Salí de mi sorpresa de inmediato en cuanto abrieron la puerta delante de mis narices. Retrocedí unos pasos hacia atrás tan rápido que me asusté de mí misma, con lo lenta que era siempre en el instituto que el más lento de clase me adelantaba dos veces. No sé por qué pero sabía que era ella. Entró de golpe y cerró la puerta. Traía mi ropa limpia, la que llevaba en el bosque, y la dejó sobre el escritorio.

-No entiendo nada -le dije antes de que ella pudiera decir algo.

-¿Cómo te sientes? -preguntó, parecía muy tranquila y aliviada, tal vez al verme bien.

-Rara. Me pasan cosas raras. Es como si mis sentidos se hubieran agudizado. Todo es muy intenso y mi... -Me señalé la barriga- Es como si no me hiciera falta...

-Respirar -me cortó.

-Sí ¿Por qué me pasa todo esto?

-Es evidente, ahora eres como yo.

-¿Te refieres a que soy una vampira? ¿En serio? -Me senté en la cama- ¿Cómo...?

-Tuve que hacerlo...

Melanie me contó todo lo que había pasado la noche anterior. Me quedé alucinada. Al fin entendía el porqué de todo lo que sentía cuando estaba medio inconsciente y el gran dolor del final. Literalmente me estaba muriendo. De alguna forma, acababa de morir y ni mi madre ni nadie lo sabía ni lo sabría jamás. Me puso al tanto tambíen de lo que decían las notícias. El asesino sádico del bosque había muerto, no se explicaban el porqué ni el cómo, pero al menos nuestros padres ya estaban más tranquilos. De hecho, aún no comprendo como se las había arreglado Melanie para que no se dieran cuenta de nada. Era un auténtico genio para esas cosas.

A medida que hablábamos y la forma en la que lo hacíamos, se notaba que seguía pasando algo entre nosotras por el tono serio y frío de ambas. Conversábamos cordialmente, nada más. Era increíbla como, después de todo lo que habíamos sufrido y con el grandísimo cambio radical que había sucedido en mi vida, seguíamos mirándonos con el mismo rencor. Se supone que después de un momento malo la gente suele reconciliarse y limar las perezas, pero ella y yo no éramos así y eso le daba un sabor amargo a nuestra conversación.

La hermanastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora