10> Asolas con ella

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A la mañana siguiente, me desperté medio cegada por el Sol que entraba por la ventana. Por la noche se me olvidó correr la cortina.
Oí mucho ajetreo por la casa. Era mi madre preparándose el desayuno en la cocina. Estaba cocinando con una euforia sorprendente. Me senté y ella, al escucharme, se giró.

-¡Ah, Jodie! Buenos días.

-Eh... hola.

-Oye mañana me iré unos días ¿vale?

-¿Que te vas? -Me metí una tostada en la boca.

-Sí. ¿Te acuerdas que te dije que tenía que hacer una exposición?

-Sí.

-Pues la haré y será en Nueva York.

-¿Hasta cuando estarás fuera? -dije con la boca llena. Casi ni se me entendía.

-Pues... más o menos hasta el lunes. Ah, y Paul también viene.

Casi me ahogo con el café.

-¿Os vais los dos?

-Sí. No montes una fiesta ¿eh?

***

Ese día llegó. Paul y mi madre cogieron el coche por la tarde para ir al aeropuerto.
Por la noche no vi a Melanie por la casa, así que, me preparé un triste sándwich para cenar. Subí a mi cuarto para jugar a videojuegos.
Después de dos horas atropellando gente y atracando tiendas, paré de jugar y me fuí a dormir. Jugar antes de dormir me relajaba mucho. Me ayudaba a liberar mi mente de preocupaciones y gracias a eso logré dormir de un tirón.

***

Hacía tiempo que no me levantaba tan bien. Era viernes, no tenía exámenes... todo perfecto.

Bajé a la cocina con una alegría que se me fue pronto al acordarme de que me tenía que hacer yo el desayuno. Melanie estaba ahí sentada leyendo el periódico mientras se terminaba un café que olía demasiado bien. Parecía bastante calmada y a gusto. Todavía no me había visto por lo que aproveché para quedarme ahí de pie observándola un poco.
Era tan suavemente pelirroja y tan guapa. Llevaba una camisa gris arremangada que resaltaba sus pequeños ojos azules y unos pantalones negros ajustados que le marcaban... creo que estoy babeando.

-¿Cómo estás? -No sé si se lo pregunté o se lo dije.

-Bien -<Bien buena querrás decir> pensé- Desayuna y a la uni que llegarás tarde -Se levantó dispuesta a subir las escaleras. La seguí, logrando que ella parara y se girara.

-Escúchame -Al decirle eso me miró más atenta que nunca. Mi corazón iba a mil- No tienes hermanos, tampoco amigos pero... me tienes a mí -Ahora me miraba sorprendida- Yo... solamente quiero que confíes más en mí porque ahora tú eres mi familia y... la otra noche no te contesté pero, sí... tú eres más importante que Kat.

Me miraba como si estuviera a punto de llorar y sonreír al mismo tiempo pero se marchó sin decir nada. Me quedé un rato pensativa mirando a la nada pero reaccioné y me fui a desayunar.
Me comí unas magdalenas y un café. No tenía ganas de complicarme. Fui a la universidad y el día transcurrió lentamente allí. Ese día me quedé hasta la tarde porque me puse a charlar con unos compañeros de clase.
Volví a casa, dejé las llaves en la entrada y me asomé al salón donde para mi sorpresa estaba Melanie sentada tranquilamente en un sofá leyendo un libro. Era raro porque lo normal es que estuviera fuera o en su habitación. Parecía bastante relajada desde que nuestros padres no estaban en casa.
Preferí no acercarme ni decirle nada para no molestarla. Estaba a punto de subir a mi cuarto pero me percaté de lo sexy que iba con una camisa roja de tirantes que marcaban bastante bien sus... pechos. Sin darme cuenta estaba sonriendo embobada y para mi mala suerte a Melanie se le ocurrió levantar la mirada del libro y me pilló. Y yo, más roja que su camisa, me fui a mi cuarto.

No me podía creer que de tan solo verla me fuera a acalorar tanto, yo diría que incluso me había excitado. Me acosté en la cama y cerré los ojos intentando calmarme pero cada vez me alteraba más. Decidí salir fuera y dar una vuelta para despejarme.
Todavía quedaba luz pero las farolas ya estaban encendidas. El aire ese día era bastante fresco y eso sin duda me iba a ayudar. Mientras caminaba pensaba en lo de antes. Me había pillado mirándola así... ¿Pero ella para qué se pone tan provocativa? Habré puesto una cara más pervertida...

Iba oscureciendo y yo todavía seguía paseando. Sin darme cuenta me alejé mucho de casa así que di media vuelta para volver antes de que anocheciera más.
Pero, a mitad camino, comencé a notar como si me estuvieran observando. No sé si seria por las horas que eran pero no pasaban casi coches por la carretera. Cada vez notaba que estaba más sola y la sensación de que había alguien observándome aumentaba. Incluso creo que me estaban siguiendo porque escuché ruido cerca de mí en unos árboles. Miré a mi alrededor varias veces y no vi a nadie, estaba totalmente sola. Estaba muy nerviosa y asustada por lo que eché a correr como si me fuera la vida en ello.

Al fin llegué a la puerta de casa y busqué las llaves por los bolsillos de mi pantalón. No había forma de encontrarlas ¿me las habría dejado dentro? Busqué con más ahínco y las encontré.

Estaba tan nerviosa que no acertaba al buscar la llave correcta de entre todas las que tenía. Encontré la correcta e intenté meterla pero me temblaban tanto las manos que no entraba bien y, además, empecé a sentir un escalofrío por mi espalda. Me giré y no vi nada. Al fin conseguí abrir la puerta y la cerré de un portazo.

Me quedé ahí de pie respirando exhausta. Melanie, que al parecer estaba en la cocina preparando la cena, se acercó al verme tan alterada.

-¿Qué pasa?

-Melanie... -Salté a abrazarla. Estaba a punto de llorar. Después del miedo que había pasado sola me alegraba mucho ver a alguien conocido, en especial a ella. Melanie correspondió el abrazo y yo al rato me separé- Alguien... Alguien...

-¿Alguien qué?

-Alguien me seguía.

-¿Estas segura? -dijo preocupada.

-Sí, creo que sí.

-¡No vuelvas a salir sola de noche! -dijo alterada.

-Yo...

-¿Por qué...? -Tomó aire e intentó calmarse- ¿Por qué has salido?

-... -No quería decirle que salí a refrescarme por haberme acalorado al verla tan provocativa- Quería... despejarme. Siento haberte preocupado tanto.

Me miró seriamente durante un instante y volvió a la cocina a terminar de hacer la cena. Cuando la terminó nos sentamos a cenar. Había hecho salmón a la plancha con patatas fritas y, además, el salmón tenía un poco de pimienta. Estaba delicioso. Ella estaba cenando muy concentrada y a veces me miraba un poco de reojo como si quisiera asegurarse de que estuviera bien. Me sorprendía mucho que se preocupara por mí. Nunca me ha demostrado que le importe salvo aquella vez que me caí en la ducha ¿Pero por qué no quiere que salga por la noche? ¿Qué le da tanto miedo?

La hermanastraWhere stories live. Discover now