6> Una mala noche

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Y claro, cómo en todas las películas pasa, tragué saliva, y con ello mi miedo, y salí afuera. No había nada de luz y yo tampoco cogí ninguna linterna ni nada. No quería que nadie me viera. De vez en cuando escuchaba algún pequeño ruido y gracias a eso me orientaba. Provenían de la parte trasera de la casa. Habían unas pequeñas escaleras cerca del pasillo de mi habitación. Las bajé y vi un poco de luz que provenía de un pequeño recibidor que hay atrás. Encima de un mueble había una lámpara encendida y cerca de él estaba Melanie.
Como estaba de espaldas no me había visto todavía. Parecía algo agitada. Se quitó la camisa de golpe y se quedó en sujetador dejando ver esa espalda... Aparté la mirada de su... maravillosa espalda cuando vi la cantidad de sangre que tenía su camisa.
Sin pensarlo dos veces corrí hacia ella. Se giró mirándome con esos penetrantes ojos azules pero sin ningún atisbo de sorpresa. Quizá ya sabía que estaba ahí.
La volteé hacia mí para asegurarme de que no estaba herida.

-¡¿Qué te ha...?!

-¡¡No me toques!! -gritó colérica.

Sus ojos se enrojecieron un poco y las venas de la frente y del cuello se le hincharon. ¿Tan cabreada estaba? Al parecer sí porque tiró su camisa con toda la furia del mundo. Yo, por mi parte, di unos pasos hacia atrás pero no me sirvió de nada.
Ella corrió con una velocidad asombrosa hacia mí y me cogió del cuello con tantas ganas que me estampó contra la pared. Me di un golpe tan fuerte en la espalda que casi no podía respirar y me apretaba tanto el cuello que la sangre fluía con lentitud.
Me miraba con odio y apretaba sus dientes. Las facciones de su rostro, que ahora me daba más miedo que nunca, se tensaron.

-Mel...

Melanie aflojó un poco la mano. Lo suficiente para que pudiera respirar bien.

-Escúchame bien, Jodie -pronunciaba perfectamente cada palabra y con sus dientes aún apretados- No le vas a contar a nadie nada de lo que ha pasado esta noche ¿Lo has entendido?

-S-Sí.

Melanie se calmó. Seguramente, se habría dado cuenta por fin de lo que estaba haciendo. Me miraba ahora con tristeza y me soltó del cuello. Yo estaba paralizada, todavía no sabía como reaccionar. Me miró el cuello y se asustó. Aunque, no más que yo. Subí corriendo las escaleras por las que había venido y entré a mi habitación cerrando la puerta a cal y canto. Estaba súper acojonada. Nunca la había visto así.
Recordé que ya era tarde y que en unas horas tenía el examen. Me acosté para poder descansar algo pero no paraba de dar vueltas y más vueltas. No podía conciliar el sueño. No solo tenía miedo a que entrara y me hiciera daño sino que, además, me dolía el cuello y la espalda. Pero lo que realmente me dolía era el pecho. Creo que me había encariñado con ella porque me sentía fatal y, por culpa de eso, lloré llenando toda la almohada de lágrimas. Y, entre unas cosas y otras, me acabé durmiendo por el agotamiento.

La hermanastraWhere stories live. Discover now