3> La caída

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La mudanza había terminado oficialmente. Al menos, eso es lo que dijo Paul cuando ya le trajeron su preciada cafetera. Yo, por lo menos ya tenía mi ordenador que me trajeron el jueves y que mi madre ya subió a mi habitación mientras yo estaba con Kat. Estaba algo nerviosa porque mi "nueva" vida había comenzado oficialmente.

En cuanto a Melanie solo la veía para comer y para cenar. A veces, también me cruzaba con ella por el pasillo pero no solía mirarme y cuando lo hacía daba miedo. Me miraba seriamente y no me decía nada.

Era lunes y tenía que irme a la universidad. Me esperaba una semana muy dura y cansada llena de exámenes. De ahí los nervios, el miedo, la tensión... y todo eso para trabajar futuramente en esa dichosa empresa. Yo no quería pero me sentía responsable de hacerlo. A veces me pregunto ¿qué pasaría si lo dejara todo y le dijera a mi padre que no? Me mataría... Supongo que no podía quejarme, al menos me pagaba los costosos estudios.

Cuando entré a la uni, todo el mundo andaba de un lado a otro cargados con decenas de apuntes en las manos. Habían exámenes finales y eso se notaba.
Llegué a clase y me senté detrás de Kat, al lado de la ventana. Entró el profesor y empezó a hablar sobre el examen de mañana... Yo me quedé embobada mirando por la ventana que estaba abierta. Estábamos en una planta baja y se podía ver un precioso y gigantesco jardín que había al lado de la clase.
Lo que hizo que me girara hacia la ventana fue la sensación de que había alguien ahí. A veces, había alguien regando o cuidando del jardín pero en ese momento, no. Volví a mirar al profesor y se giró un poco de viento. Se agradecía ya que tenía un poco de calor. Escuché el sonido de las hojas que movía el viento y después el crujido de una rama pisada muy cerca de mi ventana.
Volví a girarme, esta vez muy sobresaltada, y no vi a nadie. Me estaba acojonando demasiado. Hasta el profesor lo notó y me dejó ir al baño. Tuve que inventarme que el índice de polen era muy elevado y que olvidé tomarme la pastilla.
Entré al baño y me refresqué la cara con abundante agua. Cuando busqué alguna toalla me di cuenta de que no habían <¡Gilipollas que no es el baño de casa!>. Así que, levanté mi camisa y me sequé. Me miré al espejo y resoplé. <Solo son los nervios, Jodie, no te ralles>.

El día se me hizo un poco largo. Me tiré toda la tarde en la biblioteca estudiando. No sé por qué pero allí me concentraba mejor.
Llegué a casa y me alegré muchísimo. ¡Por fin podía descansar! No me di cuenta hasta ese momento de lo acogedora y bonita que era. Estaba muy mareada y me dolía un poco la cabeza del cansancio. Subí lentamente las escaleras para ir a mi habitación. Pero de repente Melanie abrió la puerta y salió de la suya, cerrándola a sus espaldas. Sin darme cuenta le estaba sonriendo sin poder evitarlo. Era la primera persona que vi desde que entré y me alegraba mucho. Ella, que ya me estaba mirando desde hacía rato, se extrañó al verme tan sonriente.
Pasé por delante suya dejándola con cara de interrogante y entré a mi habitación. Dejé mi mochila por ahí y entré al baño. Necesitaba relajarme y me duché. Tenía un baño en mi habitación. Bueno, solamente había una ducha pero era para mí sola. Para hacer otras cosas tenía otro baño al lado que, supuestamente, debía compartirlo con Melanie pero ella no solía entrar mucho.
Me quité la ropa y entré a la ducha. Dejé que el agua cayera por mi cabeza. La tenía hirviendo y el agua estaba fría, lo que me causaba una sensación de alivio impresionante. Pero me seguía doliendo mucho la cabeza, tanto que al salir caí al suelo y me di un golpe en la cabeza.
Escuché a alguien entrar a mi habitación a toda prisa. No me extraña. El ruido que habré hecho al caerme lo habrá oído hasta el vecino... que no tenemos.
Aún estaba en el suelo y abrieron la puerta del baño. Bueno, casi la derriban. Era Melanie.
Tenía los ojos abiertos como platos. No sé si estaba preocupada o solo asustada pero se acercó deprisa a mí. Me cogió de los brazos con la intención de ayudarme a que me levantara pero antes de hacer nada me miró a los ojos con su penetrante e intimidante mirada. Yo solo seguía mirándola sin reaccionar y sin poder decir nada. Luego, miró mi frente y le cambió de una forma aterradora. Parecía enfadada.

-¿Puedes levantarte? -Su voz era preciosa. Creo que es la primera vez que la escucho bien. De cerca. Ahora que lo pienso... creo que es la primera vez que me habla.

-S-Sí -Es lo único que logré tartamudear.

Me impulsé con las piernas con dificultad mientras ella me ayudaba a levantarme. Por fin, me puse de pie y noté cosquillas en la frente. La toqué y vi mi mano llena de sangre.

-Genial... lo que me faltaba.

Cuando me di cuenta vi entrar a Melanie con un pequeño botiquín que me dejó encima de la cama. ¿Pero cuando había ido a por él? Sea como sea, le di las gracias y salió de mi habitación.
Me curé la pequeña herida que sangraba como si me hubieran abierto en canal y me vestí. Aún quedaba mucho rato para cenar y estaba agotada, así que, me eché en la cama. Estaba tan relajada que me entró sueño y cerré los ojos mientras recordaba su voz y, por su puesto, su mirada. Con todo detalle.
Cuando los abrí había mucha luz y oía muchos coches pasar por la carretera y algunos pájaros cantar... ¿Se había hecho de día? Me levanté y miré por la ventana. Estaba amaneciendo...

La hermanastraWhere stories live. Discover now