II. La noble casa de los Black.

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II. LA NOBLE CASA DE LOS BLACK.







AQUILA LYCORIS BLACK era la única hija de Walburga y Orion Black. Durante once años de su vida fue la pequeña princesa de sus padres. Su pequeño ángel. Su querida y dulce Lia, apodo que ganó cuando un pequeño Regulus de seis meses miró a su hermana y pronunció su primera palabra, no mamá o papá, Lia. Pero todo cambió la noche en que Walburga y Orion Black recibieron una carta de su querida sobrina, Bellatrix, diciéndoles que sus hijos habían quedado en Gryffindor. Gryffindor. Gryffindor.

Decir que Walburga y Orion estaban sorprendidos por la noticia sería poco. Estaban molestos, enojados. En una sola noche, dos de sus hijos habían logrado deshonrar a toda la familia Black al ser clasificados en Gryffindor y no en Slytherin. Estuvieron tan avergonzados que no salieron de la mansión por más de un mes.

Y a la inocente edad de once años, Aquila aprendió que el amor es puramente condicional.

Cygnus Black, el hermano mayor de Walburga, y su esposa Druella, tuvieron que visitarlos en Grimmauld Place para convencerlos de salir de la vergüenza. Todos estuvieron de acuerdo en que con Sirius "no había esperanza", nada. Pero en realidad no importaba mucho, aún tenían al pequeño Regulus, él sería el heredero de la familia Black.

Con Aquila había esperanza. Druella sugirió que la única forma en la que Aquila podía recobrar un poco de honor, sería comprometiéndose con un afortunado chico de sangre pura. Quizás un Lestrange o un Rosier. Si, el compromiso era su única esperanza. Y así, desde ese día, Walburga y Orion trataron a Sirius como la suciedad en sus zapatos, a Regulus como su príncipe, su tesoro y Aquila como una posesión que pronto regalarían.

Los siguientes años, Sirius se encargó de fastidiar a sus padres cada vez que podía. Aquila no. La pelinegra pensaba que su hermano era un estúpido y que prácticamente estaba pidiendo ser desheredado.

La Aquila que vivía en el número doce de Grimmauld Place no se parecía en nada a la Aquila de Hogwarts. En su casa siempre estaba callada y hablaba con sus padres cuando ellos le hablaban, y cuando habían discusiones durante la cena ella sólo mantenía su mirada sobre su regazo y su boca cerrada. No era que ella estuviera de acuerdo con sus padres, no. Ella odiaba todos esos prejuicios sobre la sangre pura y dentro de ella había una pequeña (e ingenua) parte que aún anhelaba el amor de sus padres. Aún creía que la familia significaba algo.

Así que aquí estaba; parada en la Plataforma nueve y tres cuarto, aún apretando la mano de su hermano pequeño, esperando a que las náuseas causadas por la aparición desaparecieran por completo.

―Oh, Reggie, mi precioso prefecto.―Walburga murmuró mientras besaba la mejilla de su hijo menor (y en su mente su único hijo).

Regulus forzó una sonrisa y soltó la mano de Aquila para limpiar rápidamente su mejilla.

La palabra "prefecto" hizo que Aquila temblara. Recordó el año pasado, cuando su madre le envió un vociferador. Walburga estaba molesta porque Aquila no fue nombrada prefecta, y cuando Narcissa le envió una carta, diciendo que Lily Evans, una nacida de muggles había sido elegida como prefecta, se asustó. Una sangre sucia era prefecta y Aquila no.

―Este año darás los TIMOS. Sé que nos harás sentir orgullosos.― dijo Orion, acariciando el hombro de su hijo.

Aquila tuvo que morderse el labio para no soltar una burla. Por supuesto que ellos estarían orgullosos de Regulus. Pero cuando ella logró pasar sus TIMOS con siete Extraordinarios, no hubo orgullo ni amor para ella. Y aunque Sirius se había ido unas semanas antes de que llegaran las cartas de Hogwarts, Aquila estaba segura de que él había tenido la misma misma puntuación y sabía que Walburga y Orion habrían hecho lo mismo con él.

―Regulus, mi querido. Oh, no sabes cuánto te extrañaremos.―Walburga murmuró mirándolo con ojos llenos de amor. Aquila casi vomitó.

No queriendo humillar aún más a su madre vomitando por toda la plataforma miró hacia el tren, sólo para encontrarse con algo que hizo que su corazón se encogiera.

Sirius.

Su hermano mayor estaba abordando el tren junto a James Potter, mientras reían a carcajadas. Nunca lo había visto tan feliz y entonces, las palabras de Regulus retumbaron en su cabeza: Ellos son su familia. Sirius ni si quiera se había molestado en buscarla. Buscar a su hermana, buscar a la chica que siempre lo había admirado, que lo había amado.

Y esa fue la primera vez que Sirius rompió el corazón de Aquila.

Cuando desaparecieron en el tren, volvió su atención hacia su madre y padre; seguían adulando al príncipe Regulus, lo que en verdad no le molestaba porque significaba que no la criticarían, y en ese momento con el corazón roto en mil pedazos, no estaba con humor para soportar a sus padres.

Pero tenía que hacerlo.

―Reg ¿por qué no subes al tren y ordenas tus cosas?―Orion habló.―Nos gustaría hablar con Aquila.

Regulus asintió y se volvió hacia su hermana.―Nos vemos en navidad, Lia.

Aquila forzó una sonrisa y respondió:―Nos vemos en navidad, Reg.

―Ahora me escucharás, niña malcriada.―Walburga Black escupió cuando Regulus se alejó. Su voz pasó de ser tierna y suave a gélida y hostil.―Pones un dedo fuera de la línea y serás repudiada igual que esa basura a la que llamas hermano, ¿entendido?

Para ser honestos, a Aquila no le importaba ser repudiada. Vivir en la calle sonaba mucho mejor que pasar otra vez por los abusos que soportó durante el verano desde que Sirius se había ido. Pero significaba dejar a Regulus y ¡Por Godric! ella no le podía hacer eso, no lo podía dejar sólo. Así que la pelinegra le guiñó un ojo a su madre y respondió:―Si, mamá.

 Así que la pelinegra le guiñó un ojo a su madre y respondió:―Si, mamá

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