Capítulo 5: Inesperado accidente

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Danny:

Abrí mis ojos mientras un grito salía de mi boca. Estaba en mi cuarto, en mi frente había sudor, malditas pesadillas, mi respiración era agitada y el corazón parecía salirse de mi pecho. Paso ambas manos por mi rostro intentando calmarme y regular la respiración.

Tomo el móvil que está a mi lado derecho en la mesita de noche, busco a Jack entre mis contactos, son cerca de las dos de la mañana pero necesito saber que se encuentra bien. Marco el número y espero mientras ese pitido se torna eterno.

Diga—su voz es adormila.

—Jack—logro decir.

Dan—odio que me llame así— ¿paso algo?

—No—a mi mente viene la imagen de aquella bestia arrojándola contra un árbol—solo quiero saber que paso después de que el auto se varó—mi corazón se encuentra un poco acelerado.

¿Varó?—pregunta—el auto nunca se varó—esa respuesta me ha dejado bastante impresionado.

—Entonces ¿qué ha pasado después de que nos marchamos de la casa de Matt?

Pues, David llevo a Ryan a su casa, mientras él se despedía de David te quedaste dormido, David nos llevó a tu casa, te cargue hasta tu cuarto y ya, volví a casa—todo ha sido solo un sueño, esto de las pesadillas en serio es agotador.

—Ah—logro decir—perdón por despertarte, he tenido otra pesadilla, horrible por cierto—concluyó—bueno te dejo descansar—sin esperar respuesta corto la llamada.

Dejo el móvil sobre el lugar que se encontraba, llevo mis rodillas hasta a mi pecho y empiezo a llorar, esa sensación de soledad se puede palpar en el aire, el dolor y ese sentimiento que tanto extraño: el calor de madre, ese que te brinda con cada caricia, con cada sonrisa, con cada palabra de ánimo, ese que me hace tanta falta.

Mi niño, no llores más.

Esa voz, levanto mi rostro pero el cuarto se encuentra oscuro y desolado. Ahora escucho cosas ¡fantástico!

Dejo de llorar, limpió mi rostro, abandono el calor de mi cama y bajo a la sala.

Papá se encuentra en el comedor con una botella de vino, una copa a medio llenar y un álbum de fotos, las fotos que tomo mamá. Se percata de mi presencia y voltea sus ojos verdes, rojos e intensos por el llanto, hasta encontrarse con los míos. En mi pecho nace un deseo de ir a abrasarle como solía hacerlo, pero desvío la mirada e ingreso en la cocina, allí preparo un poco de té de manzanilla, vuelvo al comedor. Papá tiene una copa entre sus manos, la retiró audazmente el me mira desconcertado, pongo una taza de té enfrente.

—Bebelo, te calmara—sentencio volviendo a la cocina con la copa y la botella. l'amore di ragazzi leo en la etiqueta del vino.

Olfateó la copa, su aroma es dulce y fuerte, llevó un poco de aquel líquido a mi boca, al contacto es amargo pero al deslizarse por la garganta se vuelve dulce. Ya veo el gusto de mi padre por esta bebida.

Vierto el líquido de la copa en el fregadero y guardo la botella en una de las alacenas, tomo un poco del té que he preparado mientras me recuesto contra una de las encimeras. No sé cuánto tiempo pase bebiendo aquella taza de té, lo único que sé es que amaneció, el sol empezó a colarse por las ventanas. Nuevamente amanecí pensando en mi patética vida.

Al salir de la cocina el cuerpo de mi padre descansa sobre el comedor. Paso de él y subo las escaleras llegando a mi cuarto, me deshago de las prendas que llevo y con una toalla en la mano ingreso en el baño.
El agua esta fría pero no impide que siga bajo ella, dejando que se lleve todo pesar y que me de energía para iniciar un nuevo día.

Salgo de la ducha y observo mi rostro en el espejo necesito dormir más de tres horas seguidas o terminare desmayándome. Al estar en mi cuarto busco en mi closet algo que vestir; opto por una camisa negra con una huella de perro en el centro de color blanca, unos bóxer azules, un jean azul con desgastados en los muslos, unos tenis negros, medias blancas con huellitas de perro negras y mi convencional buzo gris. Abandono mi cuarto me dirigí al baño y cepillo mis dientes, arreglo un poco mi cabello y vuelvo a mi cuarto para tomar el móvil, la mochila, algo de dinero y las llaves.

Hoy no pretendo desayunar, no tengo apetito, antes de salir el hombre mayor que se encontraba dormido en el comedor se interpone en mi camino.

—Quiero que regreses temprano—esa voz ronca, tan peculiar de él, aquella que hace tanto no escuchaba—quiero que conozcas a alguien—su mirada nunca se encuentra con la mía, asiento y al apartarse cruzo la puerta cerrándola tras de mí.

Extrañaba la voz de papá, me inquieta saber a quién conoceremos. Él suele ser poco amistoso, así que no tengo ni la menor idea de a quién me presentara. Caminé pensando en aquello hasta la casa de Jack, él se encontraba saliendo de su hogar, en su rostro se formó una sonrisa al verme y un sentimiento inexplicable se formó en mi pecho. Es agradable verle.

Una vez en su auto platicamos sobre con quien debería ir al baile de primavera, tras mencionarle a medio instituto suspiro fuerte.

—Si sigues con tus exigencias te quedaras solo y virgen el resto de tu vida—sonrió ante mi comentario.

—No lo creo, puedo acostarme con cual quiera de ellas pero quiero que la persona que lleve al baile sea especial para mí—su mirada es seria mientras mira el camino.

—Pues, si quieres que sea especial—por mi mente pasan imágenes de rostros— ¿por qué no llevas a una de tus primas?—propongo.

—No lo sé—su voz denota fastidio—no quiero problemas con ellas—sus manos aprietan el volante.

—Bien, iras conmigo—sentenció, él sonríe sin apartar la vista del frente.

—Te vestirás lo más elegante que puedas, quiero presumir a mi acompañate—sonrió

—Claro...—intento pronunciar palabra pero el frenado brusco del automóvil interrumpe. Jack mira mi rostro antes de bajarse apresuradamente del auto, copio sus gestos y al caminar al frente del auto veo un cuerpo a poca más de un metro del auto.

—Ryan—susurró Jack.     

Videns ©  ||En edición||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora