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El pelícano aleteó con torpeza y emprendió el vuelo de nuevo rumbo a la playa.

--Necesita ayuda urgente.
Zahid miró el reloj.Eran las seis y cuarto.A las siete despegaba el último vuelo a la capital. Corrió a buscar el directorio telefónico. Protesto en voz alta por no hallar más que el pequeño libro local. Aún no se acostumbraba a la Lejanía.Marcó por larga distancia directa el número de sus padres.De inmediato descolgaron.Reconoció la voz.

--Hola,mamá, soy Zahid,¿cómo están?

--Bien,hijo, que gusto oírte.

--Gracias, disculpa la prisa, pero ¿sabes dónde vive Alma?
La señora enmudeció unos instantes.

--No -respondió al fin--,hace un año que no la vemos,desde que decidió "juntarse" con aquel hombre, cambio mucho...¿ Tienes noticias de ella?

Dudó por un momento...Recordó que su hermana le pedía en su mensaje: si no puedes venir por favor no le digas a nadie dónde estoy. Eso sin duda incluía a sus padres... ¿Pero dónde estaba? ¿Por qué no envió algún dato para que pudiera contactarla? ¿O suponía que el hospital San Juan era mundialmente conocido?

--¿Dime una cosa, mamá -preguntó--,¿Alma se llevó consigo todos los libros de superación que le he enviado?

--No.Aquí están en un armario si los necesitas.Creo que ni siquiera los leyó. Ella es muy extraña...

Sí, lo era,Zahid amaba a su hermana así como era.Quizá porque, en efecto, le había dado algo muy valioso de él.

--Bueno.Tengo que irme.Nos mantendremos en contacto. Cuídate.

Apenas cortó, marcó a la operadora.La empleada tardó tres minutos en contestar; a Zahid le parecieron tres Horas.Cuando le suplicó que le diera información respecto al Hospital San Juan de la capital, se demoró otros tres minutos más. Al fin le dicto un domicilio escueto, dos número telefónicos y cortó.
Lisbeth observaba de pie, con ansiedad.

--Tengo la dirección -increpó él-- por favor,trata de comunicarte, a ver si saben algo de mi hermana allí. Voy a cambiarme.
En ocho días más, Zahid presidiría la inauguración de su empresa más grande; las oficinas generales se habían construido en esa cuidad de la costa a la que habían decidido mudarse.Si Alma tenia problemas, tal vez no le daría tiempo de volver para la ceremonia inaugural. No quiso pensar en ello, por lo pronto debía llevar consigo cartera, tarjetas de crédito, teléfono celular,una bolsa con los objetos de aseo personal... El viaje era largo, pero si salia esa misma tarde, quizá todo podría arreglarse en tres o cuatro días y tendría posibilidades de regresar a tiempo.
Escuchó a Lisbeth discutir por la linea con alguien.

--¿Que ocurre? -preguntó.

--No me quieren dar información por teléfono.

--¿Saben algo de mi hermana?

--Parece que sí.
Le arrebató la bocina e increpó con vehemencia:

--Vamos para allá, pero resuelvame una duda antes que nada. ¿Que tipo de hospital es ahí?

Cuando la voz escueta y mordaz contestó la pregunta,se quedó helado por la confirmación de algo que no quería oír.

--Zahid -dijo su esposa--, acabo de descubrir una cosa que tampoco te va a gustar.Tu hermana escribió esta carta hace un mes... Ella no le puso fecha, pero el sello de correos lo dice.Seguramente en la empresa se tardaron en traerla hasta acá.

--Voy a la capital ¿Vienes conmigo?

--Por supuesto.

--Pero no hay tiempo para preparar equipaje.El vuelo despega en unos minutos.

--Estoy lista.
Salieron de la casa sin apagar las luces.
En el camino al aeropuerto condujo el automóvil con la vista extraviada en los recuerdos.
Años atrás, cuando perdió el ojo, le compartió a Alma la lección que había entendido:

Estamos llamados a la perfección. Es la ley de advertencia.
Nada ocurre de repente.

Quienes pierden su familia,se divorcian, van a la cárcel, se quedan solos y sin afectos, no pueden decir "de pronto ocurrió esto". Siempre tenemos advertencias graduales hasta que llegamos al umbral de dolo.Hay personas que reaccionan con la simple voz de su conciencia o la lectura de un libro y hay otras que hacen oídos sordos a todo y, sólo cuando están hundidos, de dan cuenta que es momento de hacer algo.

Después de perder el ojo tomó la decisión tajante de cambiar.Se lo dijo a su hermana.Ahora ella le devolvía los conceptos en una enigmática carta.

Cuando llegaron al aeropuerto, la señorita del mostrador les anunció que el vuelo se había cerrado hacia mucho tiempo.
Zahid le explico que era una emergencia y a ella no le importó; entonces él le grito, casi se subió a la barra para asirla de los cabellos y hacerla entender que no estaba preguntándole si estaban o no a tiempo.

--Usted no ha comprendido -se defendió la mujer.

--¡Es usted que no ha comprendido! ¡Detenga el maldito avión!

--Señor disculpeme.El vuelo salio a las seis treinta... Son las siete de la noche.

--¿Cambiaron los horarios?

--Hace más de dos meses.

Volar sobre el pantanoWhere stories live. Discover now