Capítulo 35

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Bill ya había probado suerte en uno de los lugares en los cuales se podía encontrar su Pino, sin lograr encontrar ni siquiera una huella o indicio de que hubiese estado ahí.

Pero esto no lo desanimaría, al contrario, se enfocaba en pensar que sólo quedaban 4 lugares en los cuales buscar. 4 posibles lugares en los cuales podría estar su pequeño esperándolo. Tan solo le faltaba buscar en un máximo de 4 lugares y tendría a su Pino devuelta.
Y a ese demonio muerto... No... Algo mucho, mucho peor.
Sin duda se encargaría de que la pena de ese imbécil fuera mucho peor que la que tuvo que pagar Valentino.
Ése malnacido se arrepentiría de sus estúpidas decisiones.

Una vez más chasqueó los dedos, apareciendo en otro lugar completamente diferente al que se encontraba anteriormente, a pesar de encontrarse en el mismo país.
No había alcanzado a estar siquiera diez segundos en aquel lugar, cuando una extraña sensación se hizo presente en su pecho.

-Está aquí- pensó el rubio inmediatamente- debe estar aquí.

Para su suerte, aquel lugar no era muy grande, y por más que odiase admitirlo, sin duda era un muy buen lugar como para esconderse, puesto que estaba alejado de todo y no había mucha gente cerca.

El resto de su búsqueda se guió meramente por su instinto y aquella sensación en el pecho, que de alguna manera le indicaba que su Pino se encontraba cada vez más cerca.

Caminó bastante, siempre alerta ante cualquier cosa, buscando cualquier cosa que le sirviese para encontrar a su Pino.
Ya estaba empezando a quedarse sin opciones para buscar, cuando de repente la vio: una gran... ¿Casa?, no sabría decirlo, pues era una estructura muy extraña, bien pudo haber sido una fábrica... pero eso era lo que menos importaba en ese momento.

Con un rápido chasqueo de dedos, el Cipher apareció dentro de aquel lugar, que de por sí era bastante oscuro.
Lentamente comenzó a caminar, mirando su alrededor, siempre con cuidado.
Se encontraba en una habitación amplia, y casi sin ningún mueble en ella... parecía haber sido un salón.

Siguió caminando con sigilo, hasta que de pronto vio dos siluetas al final de la habitación.
Inmediatamente las luces del lugar se encendieron, dejando ver a un pelinegro y a un castaño.

-bienvenido a mi humilde hogar, Rey Cipher- dijo el demonio cínicamente- no esperaba verlo tan pronto.
-aléjate de Dipper... ahora- respondió demandante el rubio, mordiendo cada palabra.

Cualquiera que hubiese visto a Bill en aquel momento hubiese corrido atemorizado, pero Jaden no era cualquiera, y estaba bastante lejos de estar atemorizado, al contrario, la ira del rubio parecía causarle gracia.

-claro, claro, no tienes que ponerte así- respondió el contrario con una sonrisa felina, que causó una gran desconfianza en el rubio.
De pronto, el demonio pelinegro soltó al castaño, alejándose unos pasos de él, mientras el Cipher miraba atento la escena, sin saber qué esperar. Se quedó mirando al menor unos segundos, pero el chico no se movió. Se quedó ahí, de pie, mirando la nada con el rostro totalmente inexpresivo.
Y entonces fue cuando el rubio se dio cuenta.

Aquel hermoso color chocolate que lo volvía loco había desaparecido de los ojos de su Pino, siendo reemplazado por un extraño verde oscuro.

-¿qué... le hiciste?- preguntó el chico amenazante, con el rostro desfigurado por la ira.
-nada lo suficientemente "malo"... aún- contestó él contrario maliciosamente, acercándose nuevamente al menor, y comenzando a acariciar su cabello- lamentablemente no me diste tiempo suficiente como para alterar sus memorias o meterme apropiadamente en su mente, por lo que, por el momento, simplemente está bajo mi control.
-¡SUÉLTALO AHORA!- gritó el demonio rubio, dominado completamente por la ira.

You're mine.  [Billdip].      #Premiosgravity2019Where stories live. Discover now