Capítulo dos: Sonrisa permanente.

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El crepúsculo le saludaba con lentitud mientras crecía su intensidad en cuanto a colores los cuales, en tan solo unos pocos minutos más terminarían por desvanecerse en una enorme cortina obscura llamada noche y las estrellas comenzarían a brillar ...

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El crepúsculo le saludaba con lentitud mientras crecía su intensidad en cuanto a colores los cuales, en tan solo unos pocos minutos más terminarían por desvanecerse en una enorme cortina obscura llamada noche y las estrellas comenzarían a brillar como si de cientos de miles de ojos resplandecientes se tratara y él; se sentiría nuevamente observado por ellos. En todo momento.
Había muchas cosas que él aún no comprendía del todo bien o que simplemente no le cabía el porqué de ellas en la cabeza. Meramente no podía comprenderlas.
La situación parecía tan absurda.
Su novio con quien pronto culminaría tres años de relación estable se quería suicidar. No era reciente aquél deseo.
La verdad no supo decir cuándo fue que se percató de ello puesto que lo más seguro es que esa idea viniese desde mucho antes.
Nunca lo pudo creer al cien por ciento y tal vez nunca lo haría.
Hacía ya bastante tiempo que Jason había llegado con aquella arma al departamento y no lo disimuló, al contrario, en cuanto lo encontró recostado en la habitación se la presumió: una HK 4 Heckler & Koch.
Al principio se alteró pero, de algún u otro modo, la felicidad que emanaba el cuerpo de Jason lo obligó a relajarse. Luego él le explicó qué haría con ella y también había explicado detalladamente qué debía hacer cuando aquel acto fuese consumado.
A Richard le temblaron las manos y el sudor frío comenzó a hacerse presente en su frente y pronto por todo el cuerpo. Se sentía aterrado e inútil.

Recordar ese momento entre la ya bienvenida obscuridad lo hizo temblar con ligereza.

Jason nunca le dio una razón. Nunca habló más de ello sin importar lo que Richard haciese. Realmente intentó de todo pero Jason verdaderamente estaba decidido.
Eso era lo que Dick odiaba de Jay, odiaba no entender el porqué, odiaba que no le dijera qué estaba mal. Odiaba que aquella pistola aguardara bajo el lava manos con alegría.
Por eso todas las noches lo abrazaba y lo aferraba a su torso desnudo con el miedo a perderlo corriendo en sus venas. Sin saber qué día pudiese encontrarlo tumbado en el suelo sobre un charco de sangre y después de aquello, no verlo más. Le cocinaba lo que deseaba y lo consentía a pesar de que Jason le pedía con una sonrisa que no lo hiciese, que no era necesario porque él ya sabía lo mucho que lo amaba.
Pero no podía detenerse. Necesitaba hacerle ver a Jason de alguna forma que él lo era todo para su persona.

Aspiró el aire a su alrededor y luego lo sacó en un lento y profundo suspiro. En ese momento sintió unos brazos rodearle y enseguida se giro. El tacto de Jason le era inconfundible.
Lo abrazó con fuerza moderada, luego juntó sus frentes y cerró los ojos, suspiró un par de veces y luego le miró fijamente. Jason le sonrió. Jason siempre sonreía.

 Jason siempre sonreía

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𝐿𝑈𝐶𝐼𝐹𝐸𝑅 | JayDickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora