Nieve

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Hoy mis ojos están blancos. Tan blancos como la nieve acabada de caer sofisticadamente del cielo. Suave, limpia y brillante nieve.
Esa nieve que nos encanta admirar y observar, esa con la que jugamos y reímos. Esa misma que quema cuando la tocamos por mucho tiempo, esa que nos hace daño si insistimos.
Hoy no estoy feliz, pero tampoco estoy triste y eso es lo suficiente para yo estar bien.
Hoy estoy tranquila. Hoy no siento nada.

Soy así, siento todo muy intensamente y aún cuando no siento nada: lo siento intensamente. Y eso pasa hoy, no siento nada pero a la vez lo siento todo.

Hace más de 4 meses que no sé nada sobre mi hermano Matthew. Hace más de 4 meses que me siento incompleta.
Jamás tuve un amigo o amiga, mucho menos un "mejor amigo" o "mejor amiga". Matthew era eso para mí, era la única persona que me entendía, la única persona que yo sentía que me quería, el único que yo realmente quería, el único a quien podía contarle cualquier cosa sin tener miedo a que me juzgara.

Matthew nunca tuvo amigos, no porque no pudiera si no porque nunca los quiso tener. Él pensaba que si yo no podía tenerlos, él no los merecía.
Pero nada más lejos de la verdad: él lo merecía todo.

Cuando me mudé a Nueva York, Matt quiso a toda fuerza venir conmigo. Pero yo no quise...
Mi objetivo era empezar una nueva vida, empezar una vida donde yo pudiera tener el control por primera vez y pensaba que si estuviera con él seguiría sin controlar mi vida.
¡Que tonta era! ¡Que equivocada estaba!

Ahora que miro atrás, estoy segura que eso no hubiera pasado. Matt jamás me hubiera impuesto hacer cualquier cosa, antes por el contrario: él siempre me incentivaba a hacer lo que yo quisiera.
Y hoy me encuentro a mi misma deprimiéndome sola por cualquier cosa.
No paro de pensar que su desaparecimento tiene, de alguna forma, que ver conmigo. Quizás hasta sea yo la culpable y.. pensar eso me corroe por dentro.

Unos meses atrás

"- Ey hermanito, ¿cómo estás? ¿Por qué me llamas si sabes que estoy en horario de trabajo? Jajaja.
- Ey, ammmm. Si, lo sé. Seré rápido. Es solo para decirte que acabo de salir de Balltown y voy a visitarte. ¿Vale?
- ¡Aaaah! ¿Enserio? Me alegroooo, nunca tengo visitas, ¿cómo funciona eso? Te prepararé el sofá, allí puedes dormir. Oh y el fin de semana no trabajo así que podemos hacer todo lo que queramos. ¿Sabes? Aquí hay un montón de museos geniales, podríamos ir al que está cerca de mi casa y después si nos da tie..-
- No creo que nos de tiempo. Mmm, escucha Chloe. Te quiero un montón. Eres la mejor hermanita que podría haber tenido. ¿Vale?
- Oww, que lindo. Vale, muchas gracias. Lo mismo digo de ti.
- Aja. Vale, eso es todo, tengo que irme. Te quiero S. - y con esto colgó la llamada."

En el momento no me di cuenta de nada (nunca suelo darme cuenta de nada) pero más tarde, pensándolo, me di cuenta de que la llamada fue muy rara, pareciera que Matthew intentaba decirme algo, enviarme un mensaje.
O quizás simplemente mi cerebro, adicto a los misterios, intenta hacerme pensar que esto también lo es, que la llamada es un misterio que necesito resolver. Pero aunque me encanten los misterios, los quiebra-cabezas y el suspense, lo cierto es que no se me dan muy bien. Y por lo tanto no valía la pena esforzarme por leer entre líneas, jamás llegaría a nada.

"No puedes pensar así", me dije a mi misma, "no tiene lógica ni es razonable... al menos inténtalo".

Llevaba los 4 meses pensando en esa llamada y las palabras que siempre resonaban en mi cabeza eran "Te quiero S."
Cualquiera pensaría que "S" vendría por un nombre pero obviamente Chloe empieza por C, no por S.
S viene de "sister", la palabra inglesa para "hermana". Y yo le decía "te quiero B", B de "brother" que significa "hermano".
Estos nombres en clave (aunque obvios) los retiramos de mi libro favorito "Una letra de distancia". Se trata de un suspense dramático en el cuál los personajes principales son hermanos, juntos descubren misterios y se dejan pistas el uno al otro para lograr siempre encontrarse, aún siendo separados por sus malos y estrictos padres divorciados.

Pensar todo esto me dio ganas de leer el libro y en cuanto llegué a casa, después de trabajar, lo cogí.
Como amo leer, la pared en frente a mi cama está llena de libros, de arriba abajo. Es como la pared de una auténtica y vieja biblioteca, la pared que cualquier "ratón de biblioteca" amaría tener en su habitación.
Tiene una pequeña y fina escalera de metal que se desliza de izquierda a derecha. La coloco en el centro, me subo al más alto escalón y cojo el libro. Me bajo, lo huelo y sonrío feliz.

Lo echo de menos. Echo de menos a Matthew y, de alguna manera, tener este libro en las manos me hace sentir más cerca de el. Supongo que así funciona la vida, la vida es tan irónica que incluso ciertos objetos te hacen sentir cerca a ciertas personas.

Siento mis ojos cambiando de color, de blanco a un azul casi verde. "Estoy mejor", me digo.

Deseosa de leerlo me miro en un espejito cerca. Aún llevo la ropa de trabajar.
Suelo leer en casa (lejos de las miradas de los demás), pero hoy está el típico clima propício para leer en una cafetería con una bebida caliente entre manos y eso mismo me apetece hacer así que me ducho, visto lo primero que encuentro y bajo al Starbucks en la esquina de la cuadra.

Me pido mi favorito, "caramel coffee" y me siento en un pequeño sofá disfrutando de todo lo que me rodea y de nada a la vez. Disfrutando los pequeños placeres de la vida, como lo es el estar leyendo sin cualquier disturbio.

Efecto CamaleónTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon