Capítulo 4

1.4K 124 56
                                    


Narra Onodera:

– El placer es mío... –susurro con un hilo de voz, perdiéndome en sus brillantes ojos azules que me miran con un deje de ternura.

Nuestras manos no se han separado, pero no tengo ni la más mínima intención de que lo hagan, me encuentro tan cómodo disfrutando de su calor, que mi cuerpo lentamente comienza a exigir más. Más de sus ojos, más de su voz, más de su calor, más de sus manos... ¿Pero qué estoy pensando? ¡Acabamos de conocernos! Y yo no creo en el amor a primera vista, mas puede que sea él una diminuta excepción.

De un momento a otro su rostro me muestra una cálida sonrisa y mi corazón da un fuerte vuelco dentro de mí. Una atmósfera en la que solo nos encontramos nosotros comienza a surgir de manera lenta para envolvernos con calma. Su rostro comienza a acercarse al mío con suma lentitud, como si esperase algo, mientras que yo solo lo espero a él. ¿Por qué no puedo moverme? No está bien que hagamos algo, acabamos de conocernos; pero sus ojos me tienen hipnotizado que en este momento él podría raptarme y yo no me quejaría ni resistiría en ningún momento.

Siento su respiración rozar con mi mentón, mientras que su mirada viaja de mis ojos a mis labios, estando a unos milímetros de unirnos en un beso, en lo que será mí primer beso...

– ¡Kobayashi! –escuchamos un grito que rompe nuestro escenario perfecto en mil pedazos– ¡¿Se puede saber qué estás haciendo?! –una voz grave perteneciente a un azabache que se acerca con grandes zancadas hacia nosotros resuena en cada parte de mi cuerpo, trayéndome de regreso a la realidad.

– Oh, Takano-san, estaba a punto de lograrlo –se queja el albino girándose para ver a su amigo, a lo que le miro confundido, un suspiro de su parte y vuelve a mirarme– seguramente ya sabes quién es –hace una pausa para soltar un bufido que trata de disimular– él es Takano Masamune, aunque probablemente lo conozcas mejor como el príncipe –dice en tono amistoso.

– Sí, ya había escuchado de él –digo en tono frío y cortante, molesto por sentir nuevamente una punzada en mi pecho que no logro entender– si nos disculpan, debemos irnos. No queremos llegar tarde a nuestra siguiente clase y ya vamos bastante retrasados.

Después de eso doy media vuelta sobre mis talones y comienzo a caminar a paso rápido pero aparentando total seguridad en mis movimientos, para dirigirme a las escaleras, donde, con delicadeza, pongo mi mano sobre el barandal maldiciendo a mi omega interno que siempre me ha llevado a tener movimientos delicados y un tanto frágiles que contradicen mi personalidad.

– ¡Onodera-kun! –me llama Kobayashi a lo que únicamente giro mi rostro para verle– ¿Te parece que nos veamos aquí mismo a la salida? –pregunta con una amplia sonrisa, por lo que doy un leve asentimiento a la cabeza aceptando su oferta.

Luego de eso continuamos subiendo las escaleras para dirigirnos a nuestra clase.

Narra Takano:

Una vez que me aseguro que aquel grupo de amigos se ha alejado bastante, me giro a mirar a Kobayashi molesto.

– ¿Se puede saber qué es lo que estabas haciendo con él? –pregunto con un tono que indica todo el enojo que estoy conteniendo.

– ¿Jugando? –responde él en tono de pregunta y con una sonrisa juguetona– jugando y tratando de conseguir información. ¿Qué otra cosa?

– Eso es lo que yo pregunto –espeto con el ceño fruncido– parecía que estabas a punto de besarlo –exclamo con molestia– conoces las reglas. Él no es el juguete de la semana, ya decidimos quién sería, con ella puedes hacer todo lo que se te venga en gana, pero él –digo aún molesto, haciendo una breve pausa para mostrar una sonrisa egocéntrica– él es mi juguete personal. Así que queda absolutamente prohibido que intenten cualquier cosa con ése omega.

Sé mi príncipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora