Percy Weasley

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Ya había publicado este capítulo. E hice pequeñas correcciones. Porque. Creo que les he confundido en el capítulo anterior.

La lealtad que es comprada con dinero, puede ser superada por el dinero.
—Séneca.

El apellido se había cambiado, no por miedo a ser encontrados y se los quitarán. La madre magia era lo suficientemente fuerte para que nadie los separara. Lo hacían por los traumas del pasado que se arrastran como crueles serpientes que muerden y dejan marcas. Las cuales son las que sanan con calma, pero aún se quedan en el alma por lo dolorosos que resultaban. Más de una vez tuvieron problemas porque a los chicos no les gustaba su aspecto.
Cuando descubrieron a Percy mirándose en el espejo con ojos críticos, su mundo se fue abajo. Él chiquillo se miraba como si en verdad odiase todo lo que su antigüo apellido arrastraba consigo, su seriedad solo dejaba paso a las dudas que tenía en su mente. Narcisa tuvo que contener el aliento al encontrarlo más de una vez.

—¿Soy un monstruo?—la voz salió fría, suave y realmente calmada—, ¿Soy despreciable por ser un Weasley?

En ese momento no lo había entendido, ¿Quién podría culparlas?, Ellas no estaban tan si quiera consciente de que magnitud tuvo los abusos en ellos. No sabían si los chicos iban a estar bien o la locura (la que solían sufrir los Black) les iba ha inundar hasta llevarlos hasta lo más profundo.

—No, no lo eres—contesto acercándose al menor la segunda vez que le miró—. Ahora eres un Black, y los Black nunca lastimamos a la familia.

Algo en el fondo de Bella se rió con potencia y le hizo estremecer. Sentía las manos temblarle cuando Narcisa le dijo eso a Percy, las imagines de ella matando a su primo Sirius Black le hicieron gritar. Las palabras salieron automáticas de su boca con un toque de locura.

—¡Yo mate a Sirius Black!—canturreo sin darse cuenta de lo que estaba diciendo.

Se cubrió la boca con las manos y negó ante las miradas inquisistivas de Narcisa, Percy había aprendido a imitar a su mamá con ello. Se acercó revolviendo el cabello sumamente atenta de transmitir sus emociones al respecto. Desde que lo miro se dió cuenta que iba ha traicionar su familia si seguía con ese hueco en el corazón.

—Percy, cariño—tuvo que agacharse a su altura para poder mirarlo—se qué tienes dudas sobre si somos familia. Lo somos—beso la coronilla con amor—, tal vez no tengamos la misma sangre. Pero te amamos lo suficiente para protegerte y lo demasiado como para que no tengas que buscar un buen puesto en el ministerio—declaro la mujer atrapando lo en un abrazo de oso—. No necesitamos que trabajes en un puesto importante para ayudar en la casa, no debes preocuparte más porque alguien lastime a los chicos mientras no estás en casa. Solo se tú mismos, disfruta, ríe y se egoísta.

—¿En serio?—se aferró al vestido de su adorada madre—¿Ya no debo preocuparme?

Las lágrimas cayeron por sus ojos dejando las marcas por las mejillas que iban tornándose rojas, pequeños hipidos se dejaron escuchar junto a sollozos amargos. Narcisa acarició el cabello rojo con la dulzura desmedida que era capaz de mostrar en su casa. Rozo las pestañas delicadas con sus dedos y le limpio de un movimiento suave todo aquel dolor ácido que le llenaba el alma.

—Nunca más, querido Percy—le afirmó con un toque suave y un beso amoroso en la frente.

Observo sus manos con miedo, los dedos se deslizaron con agilidad por el cabello lleno de sangre. Palpo por su pecho buscando alguna herida, solo unos pequeños cortés con magia, qué tal vez dejarían cicatrices. Pero no era nada grave. El ritual mágico solía dejar pequeñas cicatrices que desaparecían con el tiempo.

—¿Cómo te sientes?—cuestionó suave, mirando el cuerpo agitarse ante la sorpresa de un intruso.

—¿Cómo crees qué debo sentirme?—hablo sarcástico al notar su cabello de un color casi rubio con perfectos rizos cayendo por su rostro.

El de ojos esmeralda sonrió mostrando los dientes. Y los brazos se alzaron por encima de su cabeza con un chillido eufórico.

—¡Feliz!—exclamo la voz entusiasta, riéndose de fondo—¡Bienvenidos a la familia!—agito los brazos gritando. Los ojos azules le miraban con atención.

Percy termino llorando a mares, mientras que Ron abrazaba a Harry con fuerza por el esternón y moqueba lo suficiente para dejar ver su felicidad. El rostro inestable de Charlie tomo lugar cuando fue abrazado por un pequeño Draco (ya no tanto, los meses le había hecho justicia a su sangre pura). Bill casi tiene un colapso nervioso en los brazos de Tom, que lo reconocía como una gran persona. Regulus casi se ríe con potencia cuando los gemelos lo taclearon haciéndole caer al piso.

Muchas risas, mientras Narcisa observaba ha la más grande familia feliz que pudiera tener. Los chicos eran apuestos, totalmente unos Black. Cabello rizado, no tanto como el de Bella pero lo suficiente para que parecieran sus hijos. El cabello rubio caoba como el de Serpens Black ahora Malfoy haría más fácil hacerles pasar por parte de la familia Black. Cara perfilada, pómulos bien marcados y una perfecta mirada amenazadora como Sirius Black, pero sus hijos resultaban más guapos. Los ojos solo se tornaron un poco más oscuros, ahora eran tormentosos, una mezcla perfecta.

—¿Qué te parecen?—la voz de Bella le hizo tomarla del brazo para calmarse de la emoción que estaba sintiendo.

—Son guapos—acepto riéndose—¿Crees que él bebé de Charlie este bien?—pregunto preocupada por la integridad de su nieto.

—Será él más guapo de todos—los observo juguetear.

El sonido de fondo de sus propias lágrimas le hizo detenerse. Los Weasley nunca lloran, o eso le había dicho su mamá. Trago con fuerza cuando se acordó de eso, jugó con la orilla de su ropa observando cómo los demás reían, lloraban y hasta abrazaban a los adultos. Se sintió fuera de lugar, realmente no encajaba luego de todo lo pasado. Pero la mujer de rizos se dió cuenta, la sonrisa familiar le hizo sentir la emoción picar en su piel. Camino hasta ella para hundirse en un abrazo que para muchos sería asfixiante, pero para él era estupendo.

—Nunca más, Percy—el aliento de la mujer le hizo cosquillas en el oído.

No puedes comprar la lealtad; no puedes comprar la devoción de los corazones, de las mentes y de las almas. Son cosas que debes ganarte.
—Clarence Francis.

Disfrutando de por primera vez un abrazo. Uno sincero que le calentaba el corazón. Al diablo lo que debía hacer o no un Weasley, ahora era un Black.

Lo siento, creo que Percy debería tener una buena acogida en esta historia. Y una razón estable para haber traicionado a su familia en la línea anterior. Así, que salió esto.

Colateral (En Revisión). Donde viven las historias. Descúbrelo ahora