Capítulo 9

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Es jueves y aquí estoy. Doce de la noche, en la puerta del bar 1880 sosteniendo un documento de identidad que ni siquiera es mío. Podría echarle la culpa a la conversación que tuve hace un par de días con mamá y Adam pero la verdad es que se debe más al poder de convicción de Jesse y Quentin. ¿Y usar un documento de identidad de otra persona? Completamente idea de Quentin.

La música del bar se escapa hacia fuera dejándome sentir los sintetizadores ochentosos. Es un bar donde a juzgar por la obviedad del nombre, solo suena música de los ochenta con alguna que otra excepción de los noventa. Eso si, siempre está lleno.

Me acomodo el cabello mientras espero detrás de un amigo de los chicos. El guardia observa su documento. Jesse nota mis nervios desde el otro lado de la puerta y asiente para darme confianza.

No sé como hace pero con un simple gesto logra darme esa porción de seguridad que nunca creí que obtendría. Su aura de alma libre y pura es el único comodín que necesitaba...para este tipo de momentos, ¿no?

Quentin está a su lado, ya tomando una cerveza. Entraron hace menos de cinco minutos y no tardó ni uno para entrar en acción. No decepciona nunca.

Soy la próxima. Avanzo y muestro el documento. Me las rebusco para ocultar mi miedo de no poder entrar pero después de echarnos al documento y a mi un par de vistazos, el guardia me deja pasar.

Entro conteniendo una sonrisa, caminando directamente hacia mis amigos.

Quentin me abraza mientras grita festejos.

—¡Qué quieres tomar!— me pregunta Jesse elevando el volumen sobre la música.

Ahora que está cerca, vuelvo a sentir su olor a tabaco y limón. Gracias a que somos de la misma altura puedo hacerlo con facilidad sin parecer una subnormal.

—¡Que me recomiendas!— Respondo ya espiando el menú de cocktails.

Mi brazo desnudo roza con el de Jesse y algo se sacude dentro mío.

—¡No lo sé pero este está allá arriba!— Señala a Quentin con la mirada.

Quentin termina de tomar un shot y comienza a tomar otro cocktail mientras saluda a toda persona que pasa. ¡¿Ya se terminó aquella cerveza?!

—¡Joder! ¡Los amo a todos!— grita Quentin ya en lo que se puede decir, oficial estado de borrachera.

Jesse se muerde los labios y yo sonrío al observarlos. Se acerca hacia mi oído y continúa la conversación más cerca. ¿Qué no se da cuenta?

—¡Si te gusta destilado deberías empezar con un whisky!

Asiento y busco dinero en mi mochila. Jesse pide mi bebida y le acerco mi billete.

—De ninguna manera, eres menor de edad.— Rechaza.— ¡Se supone que ni siquiera puedes comprar alcohol!

Abro la boca para decir algo pero es en vano. Jesse le paga al barman nuestros tragos. Sonrío, de todas formas le invitaré el próximo.

Jesse coge su cerveza y sigue a Quentin un par de metros hasta la pista de baile.

Bailan de la forma más espontánea, como si estuviesen solos en sus propias habitaciones. Las luces los envuelven y la música parece seguirlos solo a ellos.

—Aquí tienes.— me señala el barman.

—Gracias.— respondo sin dejar de observarlos.

Alzo mi whisky y voy directo a la pista. Me uno al baile pero de manera más consiente. No puedo bailar como si estuviese sola en mi habitación. Primero, porque siempre tuve una habitación compartida y segundo, porque nunca tuve tiempo para mi misma. Creo que esta sería la primera vez.

(S)he: La chica y la generación espontáneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora