Capítulo 6

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Clases de visión, iluminación y rebelado. Pasta, tarta, pollo con verduras, pasta. Conversaciones con Nick, algunas forzadas y otras normales. Video llamadas, sobretodo una con mis hermanos. El resto de la semana se me ha pasado volando.

Para mi propia alegría, logré encontrarme con las figuras inquietas de Quentin y Jesse, al menos dos mediodías. Lo que sí, apenas de lejos. Creo que esta será la primera vez que compartamos más de quince minutos en un mismo lugar.

Me abotono una camisa floreada y meto la tela sobrante en mi pollera negra. Me acomodo las medias cancán oscuras. Mi reflejo en el espejo me resulta insoportable. Me saco las medias y luego la coleta que sostenía mi largo cabello.

¿Con botones o sin? Me saco los últimos dos. Así está mejor. Aire. Necesito aire.

Me paso algo de maquillaje sin saber bien que hago. Polvo, rubor.

Observo el reloj ¡¿11.23?!

—¡Mierda!

Le saco el plástico que envuelve mi nuevo rimmel. Lo observo con poca seguridad pero ya que...me lo paso por las pestañas pensando en cómo lo haría cualquier otra chica. ¿Por qué demonios nunca nadie me ha enseñado a maquillarme? Mierda. Me pasé. Mi teléfono suena. Debe ser el taxi.

Atiendo con una mano mientras que con la otra me limpio el excedente negro en mi pupila manchada.

—¡Bajo enseguida!— Le digo antes de cortar la llamada.

Me pinto la boca con el brillo labial de Quentin. Mejor. Mucho mejor.

Antes de salir, abro la vieja caja de madera de tés de mi abuela que ahora cumple la función de alcancía. Todos mis ahorros en un solo lugar. Años de trabajo guardados dentro de una caja pintada con esténciles de flores.

No me da miedo pero sí ansiedad.

Saco tres billetes de diez dólares y la cierro. Pienso en agarrar más pero una llamada entrante me convence a salir disparada sin más. Es Adam pero no le atiendo. Simplemente no me parece el momento adecuado. Tomo mi abrigo y cámara antes de abandonar el edificio.

La noche en la que recibí la solicitud e invitación de Quentin, tardé mucho en poder conciliar el sueño. Con solo echarle un vistazo al flyer me invadían todo tipo de inseguridades, ¿qué si no logro camuflarme? ¿Qué si estoy sola toda la noche? ¿Cómo me acerco a ella? Por suerte la llegada del sol me armó de valor para comprarme las cosas que me iban a hacer sentirme más cómoda y no un pedazo de trapo viejo. A veces lo superficial calma tsunamis internos.

Cuando llegamos a la dirección que dice el evento, pago el taxi y salgo. Me urge agradecerle al conductor pero se va en un dos por tres. Vaya que la gente aquí si que está apurada. Levanto la vista hacia la fachada del edificio en cuestión. Hay música alta y luces de color que provienen de uno de los apartamentos, incluso gente fumando en el balcón. Es ahí.

Camino en dirección a la entrada con otros jóvenes que llegan casi pisándome los talones. Están vestidos de manera trash y hipster. Un par incluso tienen anteojos de sol. Me acerco al portero eléctrico y toco el timbre pero el grupo de amigos entra conversando y tan solo empujando la puerta.

—¿Tu entres?— Me pregunta una de las chicas en francés mientras masca chicle. El glitter y los dos rodetines hacen juego con su look de chica espacial.

Oui, Merci.— le respondo mientras les sigo por la puerta.

El grupo conversa en francés mientras les sigo por las escaleras de mármol viejas. Dos, tres pisos.

Llegamos al departamento. La música aquí está indiscutiblemente alta eso quiere decir que es aquí. Joder. Ya no hay vuelta atrás, ya no puedo salir corriendo.

(S)he: La chica y la generación espontáneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora