Capítulos del 24 al 27

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Capítulo 24

A

quella noche me fue imposible conciliar el sueño. No paraba de pensar en todo lo que había sucedido en esa sala. Habían nombrado a Erika líder del movimiento universitario. Ella estaba muy contenta, era como un sueño hecho realidad. Sin embargo, yo lo veía de forma diferente porque consideraba que eso entrañaba una tremenda responsabilidad y a la vez, un gran peligro. Arriesgaría su vida por nosotros, nos guiaría en todas nuestras acciones. Mis amigos estaban profundamente dormidos o eso creía. Quizá Sergio estaba como yo, que no podía pegar ojo. Sería lógico, le había dejado esa mañana. Seguramente no me lo perdonaría y me sería imposible recuperar nuestra amistad. En ese momento, vi que Erika se movía, como buscando el lado caliente de la almohada. Hacía muchísimo frío esta noche, por más que buscaras una zona más caliente de la cama no lo encontrabas. Esto se parece a cuando en verano tratas de buscar la parte más fría y piensas que dando vueltas en la cama lo vas a encontrar, cuando lo cierto es que toda la cama está ardiendo y tú sudas lo que no está escrito. Acto seguido, Erika se levantó y se dirigió a mi cama, parecía que no podía dormir ella tampoco. Y yo que creía que era feliz con lo que acababa de pasar.

- ¿No puedes dormir, verdad?—— me preguntó Erika mirándome fijamente.

- Pues no, ¿y tú?

- Tampoco.

- Pensaba que estabas contenta con que te nombraran jefa del movimiento universitario.

- Eso creía yo también. Era lo que siempre había deseado, liderar a nuestra clase contra esa escoria. Pero no sé, lo cierto es que tengo muchísimo miedo. No sé si lo voy a hacer bien.

- Claro que lo vas a hacer bien, tía. Eres la persona más capacitada para este puesto que conozco. No creo que nadie lo desempeñara mejor que tú.

- Gracias por la franqueza. También estoy preocupada por mi gente, hace días que no sé nada de ellos.

- No les será fácil mandar cartas.

- Ya pero mi lugarteniente me informa todos los días, sin falta. Esto no es normal, ¿y si le ha pasado algo? No me perdonaría perderle.

- ¿Estáis muy unidos?

- Sí. Nos conocemos desde que éramos pequeños. Íbamos al colegio juntos desde los tres años hasta los dieciocho. Hasta que yo me fui vamos. En el instituto liderábamos la resistencia también. Orquestamos muchos golpes juntos. Éramos como Bonny and Clyde.

- Te entiendo perfectamente. Así me sentí yo cuando vi morir a Raúl sin poder hacer nada para evitarlo. Esta tarde he visto que en mi mesita había una carta. Es de mi hermana. Me cuenta que las cosas están muy revueltas y mis amigos se han ido a combatir al norte.

- Vaya, no sé qué decir.

- No digas nada. Sabes que estoy en contra de esta guerra.

- A veces no queda más remedio, Sara. Si queremos echar a esos hijos de puta, esta es la única manera. Si no es por las buenas, tiene que ser por las malas. Esto es así.

- Ya pero no es tan fácil. Tenemos que estar atentos a sus próximos movimientos. Tratar de averiguar antes que los demás lo que van a hacer.

- Eso sería lo ideal, ¿pero como lo vamos a hacer?

- No te preocupes. Tengo contactos.

- ¿Qué contactos?

- Davinia y Gisela. Los que os conté.

Visiones desde abajoWhere stories live. Discover now