Capítulos 11 al 14

1 0 0
                                    


Capítulo 11

Habían pasado ya dos semanas desde que empecé mi relación con Sergio. Aún me arrepiento de ello. No debí haberle besado aquella tarde, pero el miedo fue más fuerte que yo. No lo pude evitar. A Sergio le había cambiado la cara, ya no estaba triste ni tenso, al contrario, estaba muy contento. Durante estos quince días no había parado de sonreír. Se le veía más feliz que nunca. Sin embargo, yo no lo estaba. Estaba muy triste y a la vez indignada conmigo misma por seguir escondiéndome. Pero después lo pensaba, era por mi propia supervivencia. Después de encontrarnos a Pablo con la cara ensangrentada, creí que era lo mejor que podía hacer pero más tarde, pensándolo fríamente, supe que me había precipitado. Que había otras formas de ocultar mi homosexualidad sin hacer daño a mi mejor amigo. Pero ya no podía dar marcha atrás, a lo mejor me podían prestar una máquina del tiempo alguno de mis compañeros porque yo no tenía ninguna, ni yo ni ninguno de mis amigos. Pero sería muy sospechoso si se lo preguntaba, solo algo muy grave puede llevar a una persona a usar la máquina del tiempo. Y como no quería que nadie contara chismes sobre mí, pues no la pedía. Quizá se la pudiera pedir a Marina, ella me la daría gustosamente, pero últimamente me evitaba. No me miraba ni me hablaba, si no la conociera diría que estaba celosa. Pero ella no paraba de salir con un tío y con otro. Ya había perdido la cuenta de los tíos que llevaba desde que lo dejó con Javi aquella fatídica noche de septiembre. Por cierto, aún no sabíamos nada de Javi. Llevaba dos semanas desaparecido, sin dejar rastro. Pero más llevaba Vero, la amiga de Pablo. Ella llevaba casi dos meses en paradero desconocido. Cada vez era más preocupante la cosa.

Durante estas dos semanas habían aparecido más cadáveres de compañeros que desaparecieron aquella noche. Vero era la única que no había aparecido. Era todo muy extraño. Pablo cada día estaba más desconsolado. La amistad que había entre ambos era muy profunda, parecía que se conocían de toda la vida y quizá fuera cierto porque la complicidad que parecía existir entre los dos no era propia de llevar unos días juntos, sino de llevar mucho más tiempo. A juzgar por la cara que tenía Pablo desde que apareció ante nosotros, debía de sentir mucho más que una simple amistad por nuestra compañera desaparecida.

Se acercaban los exámenes, el primero lo tendríamos este viernes. De historia médica la verdad es que pocos lo habíamos preparado a conciencia. La gente pasaba bastante de esta asignatura. Por citar un ejemplo, en la clase que hubo antes del examen solo habíamos estado veinticinco personas, menos de la mitad de los que éramos en clase. Era un auténtico cachondeo. Muchos de mis amigos, aparte de mí, creíamos que el primer parcial de la asignatura iba a ser un auténtico desastre. Básicamente, no había visto a casi nadie estudiar para los exámenes los últimos días. Lo cierto es que yo tampoco había estudiado mucho, me era imposible concentrarme. Pensando en todo lo que me había pasado en los últimos dos meses. La fiesta, las detenciones, lo mío con Marina, encontrar a Pablo malherido, empezar a salir con Sergio. Todo se estaba complicando en demasía. Además, últimamente no había parado de discutir con Erika a causa de Marina. Ella la odiaba profundamente y yo la quería más que a mi propia vida. Pero no podía demostrarlo porque tanto mi vida como la de Marina correría serio peligro.

En este momento, estábamos en clase de epidemiología. Era sumamente aburrido, la mayoría de la clase se estaba echando ya la típica cabezadita. Llevaban así los diez minutos que llevábamos de clase. Estaba deseando que llegara el final de la clase, bueno, al igual que todos mis compañeros. Pero yo más, estaba deseando hablar con Marina y aclarar de una vez por todas lo que le pasaba, el por qué me ignoraba.

Ya le había enviado una nota, la había pasado hacia delante donde estaba sentada Marina. No sabía si la había recibido y mucho menos si la había leído, pero no podía estar pendiente en este momento de ello. Me daría cuenta más tarde, después de la clase. Tendríamos unos diez minutos antes de que llegara el siguiente profesor, el de anatomía. Anatomía me parecía sumamente interesante, en esa clase nadie se escaqueaba, todo el mundo estaba atento sin dormirse. Estaba claro que esa asignatura nos gustaba a todos.

Visiones desde abajoWhere stories live. Discover now