35. La última travesía

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El primero de la camada de David es el más parecido a su progenitor con ese cuerpo delgado y cabello suavemente ondulado y esos ojos tan transparentes, si fuera un omega en nuestro Clan podría pasar como uno de los que frecuentaba Joel

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El primero de la camada de David es el más parecido a su progenitor con ese cuerpo delgado y cabello suavemente ondulado y esos ojos tan transparentes, si fuera un omega en nuestro Clan podría pasar como uno de los que frecuentaba Joel.

Jeremías sonreía con gusto mientras la otra figura quien era su mujer comenzaba la procesión de saludos.

Margarita, la esposa de Jeremías, también era alta, pero no tanto como su pareja. Era de un cuerpo maceteado y algo ancho que, con su piel de color oscuro y cabello liso y negro, la hacían ver muy hermosa. Sus labios eran anchos, parecían haber sido hechos a mano de lo bonitos que eran y en su mejilla izquierda se podían distinguir algunos Lunares, tres exactamente que creaban una línea imaginaria o la creación de una constelación.

Llevaba un pequeño bulto, la pequeña nieta de David.

— Oh, la pequeña Jazmín — comentó David con un rostro iluminado de felicidad de abuelo — Ya tendré tiempo de saludarla, déjame llevarla a su habitación para que duerma, Margarita.

Aprovecho de llevar a Lucero a su habitación, ya que ha comenzado a dormir.

David estaba sorprendido pero feliz de verlos, en especial cuando tomó ese pequeño bulto durmiente, su nieta. Lucía había terminado su baño cuando los invitados habían ingresado y aprovechó de saludar a los recién llegados.

— Mi hijo mayor Jeremías y su señora Margarita — los presentó David a Lucía.

Margarita era una mujer extremadamente cálida que abrazó efusivamente a Lucía, recordándome las atenciones que Rue tenía con ella.

— Un gusto conocerlos — sonrió Lucía.

— Me sorprende que hayan venido hoy— comentó David luego de ofrecer y servir té en el comedor.

Jeremías sonrió ante esto.

—Lo sé— respondió el hijo —Pero como vimos que se pondría a llover decidimos adelantar el viaje antes que todo se pusiera peor.

Un ruido agudo afuera de la casa hizo que nos silenciaron por un momento.

— Ven a lo que me refiero— comentó Jeremías señalando la ventana— ¡llegamos justo a tiempo!

Afuera se veía como las gotas de agua caían tan fuertemente que parecía que llovería desde el suelo al cielo por su impacto.

— Los caminos serán un asco luego de la lluvia— agregó Jeremías

— ¿Pero a esta hora? — comentó David— sabes que es peligroso.

— ¡No sabes cuantas veces le dije eso! — exclamó Margarita ofuscada.

— Descuida papá — comentó Jeremías — iba con esto.

Jeremías revisa su chaqueta y saca algo extraño, un pedazo de metal algo curvo con unas decoraciones que no lograba entender.

El Cortejo de VelkanWhere stories live. Discover now