23. Cuando la Luna se tiñe de sangre

8.8K 1K 595
                                    

Han pasado unos días desde aquel día y mi pesadilla es recurrente, ya me da miedo cerrar los ojos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Han pasado unos días desde aquel día y mi pesadilla es recurrente, ya me da miedo cerrar los ojos. Escucho el llanto de mi hijo que llena cada espacio oscuro a mi alrededor, César lo tiene envuelto en una manta manchada de sangre y yo no me puedo acercar por culpa de las cadenas nacientes de la pared.

Me mira con prepotencia antes de entregárselo a una figura oscura que acaba de materializarse a mi vista. Mi pobre hijo, a quien no le he visto el rostro, sigue gritando y yo tratando de liberarme de aquellas ataduras de metal, trato de gritar y no me sale la voz, me siento ahogado y lo único que puedo es ver cómo los gritos de mi querido hijo se funden en las sombras.

El llanto desaparece en el aire como aquella figura oscura y efímera.

El viejo se atreve a observarme con aquello ojos calmos e impenetrables y con una mueca en su boca.

— Supongo que la "folla lobos" ya no nos sirve— su voz grave llena todo y retumba en las negras paredes.

El grito desgarrador y doloroso de Lucía aparece en el ambiente, helándome la espina y haciendo que mi corazón deje de bombear sangre por unos momentos. Raúl la lanza al interior de la escena sin antes darle un puñetazo en la cara que la deja tumbada en el suelo haciendo que mi enfado suba.

— ¡Cómo te atreves! — le gruñó logrando por fin tener voz.

El tipo me mira de reojo y con una mueca en su boca mientras trato de liberarme de aquellas cadenas que parecían más pesadas y gruesas a cada movimiento que intentaba. Él Toma a Lucía de su cabello, acostándola violentamente en el suelo mientras que con la otra busca desabrocharse su cinturón ante mis gritos de rabia para evitar ese funesto espectáculo y abuso a mi mujer.

— ¡No, por favor, para! — le ruego con una voz que volvía a perderse.

Se introduce en mi mujer de manera agresiva y salvaje. Lucía grita y veo como sus ojos hinchados por los golpes recibidos comienzan a lagrimear por el dolor y de su boca comienza a caer un hilo de sangre.

Raúl le rompe sus ropas, dejándola desnuda para que vea como toca su cuerpo de manera sucia ante cada estocada.

— Parece que también le gustan las de un hombre — ríe Raúl mirándome con un rostro deformado.

— ¡Déjala! — grito rompiendo mi garganta.

Trato de no verla, pero sus gritos de dolor y de miedo son imposibles de evitar.

Algo golpea mi cabeza y ahora mi cuerpo está acostado, no me puedo levantar. Todo está oscuro y lo único que puedo escuchar son pasos en el suelo.

Veo a dos figuras, una la reconozco: Gabriel aparece ante mí con sus ojos perdidos, no está aquel brillo inocente e infantil en sus ojos. Su mirada esmeralda se ha endurecido, mientras la otra figura aparece ante mi como un ánima perdida.

El Cortejo de VelkanWhere stories live. Discover now