7. La Calma

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He recolectado unas lavandas secas perfectas para esta ocasión. Al ponerlas a quemar en el fogón dejan un aroma agradable a nuestra casa y que relajan a mi caperucita. Su respiración se tranquiliza, llevando su cuerpo en una instancia de relajación en nuestra cama.

Hoy es nuestra última noche de Luna de Miel. Mañana volvería a mis funciones del Clan y ella se integraría a las suyas. Haré que se relaje como nunca y que duerma como jamás lo ha hecho. Será una noche únicamente para ella, para su disfrute y descanso.

Mis dedos acarician su estómago plano, esta acostada en nuestro lecho con la respiración entrecortada por mis caricias gentiles. Mis labios rozan sus párpados cerrados, comienzan a bajar por sus mejillas tibias y sus orejas que encuentro bajo su cabello salvaje que adoro, mi nariz baja acariciando su dulce cuello antes de poner un casto beso en aquella piel sensible.

Ella reacciona inmediatamente, buscando escapar moviendo sus brazos, pero la detengo con delicadeza, ella no se resiste, está peleando con sus propias sensaciones.

Mi pecho toca sus senos pequeños y blancos mientras continuo aquella inspección lenta y delicada, me tomaría mi tiempo para darle mis atenciones.

Las maderas de nuestra fogata están recién destruyéndose mezClando su aroma con las relajantes flores.

Un suave balbuceo se escucha de la boca de Lucía, sus mejillas se sonrojan cuando dejo de besar uno de sus bellos senos endureciendo el capullo rosado que corona esas colinas de piel.

Sigo tanteando aquel capullo rosado que corona su pecho con mi lengua, mientras mi otra mano endurece a su compañero izquierdo con cuidado.

Mi fuerza sobrehumana lo quiere exprimir hasta oír un grito de la boca de mi mujer, pero mi mente sabe que esta noche es solamente para Lucía, debo ser gentil y cuidadoso. La haría morir de placer esta noche.

Su rostro se mueve sin saber que hacer, así como sus brazos que los sube sobre su cabeza de manera inconsciente dejándose llevar ante la atención a su pecho.

— Lobo...— escucho que susurra.

Trata de levantarse, buscando razonar ante todo.

— Shhh — le silencio antes de besar su boca gentilmente y cortando cualquier otro movimiento.

Mi contacto es suave y delicado, puedo sentir cada milímetro de su boca antes de profundizar el beso. Su relajo y excitación me permite mover sus labios con facilidad y su lengua se une a la mía en un baile húmedo y delicioso que nos quita el aliento.

Mis manos la recorren llegando hasta sus caderas, sus finas piernas y el monte de su intimidad el cual encuentro tímidamente húmedo por mis caricias anteriores.

El Cortejo de VelkanKde žijí příběhy. Začni objevovat