Epilogo

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-Estás hermosa.

Mis labios se curvan en un intento de sonrisa nerviosa.

-¿Nerviosa?

-Un poco.

-Verás que se te pasará cuando lo veas - sonreí.

-Lo sabes por experiencia ¿no?

-Bueno dos años de matrimonio no son poca cosa, o al menos para mi.

Sonrió.

-Gracias.

Ella frunce el entrecejo, sonriendo.

-¿Porqué?

-Por estar aquí, porque después de todo este tiempo sigues a mi lado, por ser la mejor amiga que alguien pudiera tener. De verdad, no sería lo mismo de este día sin vos.

Ella sonríe, puedo ver como sus ojos tratan de contener las lagrimas.

-Ay, me vas a hacer llorar. Sabes que te quiero pero esté no es él momento para ponernos sentimentales. Tal vez cuando todo esto acabe sí.

-De acuerdo - contengo la risa.

-Bien. ¿Estas lista? - preguntó reincorporándose y alisando su perfecto vestido color turquesa, como mi dama de honor.

-Nunca he estado más lista.

Ella sonrió ante mi confianza.

-Me alegra, porque no queremos que pase lo de la última vez, ya sabes salir corriendo.

Pongo los ojos en blanco mientras la oigo reír.

-Eres la novia más hermosa Cass. De verdad, ¡me da envidia verte tan perfecta!

Río.

-No creo poder superarte pero gracias.

De pronto ambas nos sobresaltamos al oír la marcha nupcial, este era mi momento. Finalmente, después de todo. Nuestro momento había llegado.

Habían pasado tres años ya desde que Adam y yo volvimos a estar juntos; desde que me fui a buscarlo con un vestido de novia muy distinto a este. Desde que nos prometimos tantas cosas, y por primera vez, habíamos recorrido un largo camino juntos sin romper ninguna de nuestras promesas. Más felices y enamorados que nunca, aquí estaba, apunto de casarme con él hombre de mi vida. Adam Parker.

Mi amiga a mi lado me da un apretón de mano mientras me tranquilizo, esperando la señal, "la gran entrada". Tan solo hace tres años atrás, poco después de que Adam y yo volvamos, mi amiga me había dado la impresionante noticia de que se casaría con su perfecto y dulce novio Matt. Luego de tanto tiempo juntos al fin había decidido dar el gran paso y yo no podía estar más que feliz por ellos. Y desde ese día, algo dentro mío no dejó de desear intensamente, el día en que Adam me lo propusiera, y sabía que no debíamos apresurar las cosas, por eso, luego de tres años de noviazgo, por fin sé decidió por proponérmelo. Y ambos no podíamos haber elegido mejor momento para dar el sí. Porque dentro mío no estaba ese malestar de confusión y miedo que tiempo atrás tuve, la duda o incertidumbre de sí lo que hacia era lo correcto. Aquello no sucedió está vez, porque no podía estar más segura, y después de todo lo que pasamos, que esto era lo correcto, aquí y ahora, con él.

Sonrió a mi amiga, tratando de respirar profundo y tranquilizarme, esperando que sea como ella dice y que todo esto desaparezca en cuestión de segundos. Recuerdo las recientes discusiones de la pareja felizmente casada, y el hecho de que el pobre de Matt desee con tantas ansias tener su primer hijo y que mi mejor amiga, - no muy apegada a los niños- no quiera ni pensar en la idea me hace reír. Soltando parte de aquellos nervios y intercambiándolos por preocupación, porqué una parte de mi odiaría si algo así le pasará a Adam, el no querer tener hijos.

Otra vez túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora