Capitulo 24:"Sostener lo insostenible"

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La perilla de un reloj de mesa, sonaba insistentemente llenando parte del silencio que reinaba en el ambiente.

No podía decir con exactitud hacia cuanto estaba allí, bajo la mirada inquisitiva y preocupante de mi psicóloga, la cual no perdía rastro de cada movimiento nervioso, que gestionaba desde que entre en la sala. Mordiéndome las uñas, imperfectas, observando cada detalle, como si fuera la primera vez. Mirando hacia todos lados excepto hacia la doctora Greene, porque no me atrevía a mirarla de frente, tal vez por miedo a que mi mirada aterrada, confundida, y arrepentida lo dijera todo. Tal vez por miedo a que me juzgará o a que se diera cuenta la horrible persona en la que me había convertido en tan poco tiempo; y esta vez, sin poder culpar a nadie, porque en el fondo lo sabía. La culpa había sido de nadie más excepto mía.

Y lo tenía que asumir.

Tal vez por ello había estado veinte minutos por reloj, incomoda, sin mediar palabras, sin hacer contacto visual con mi psicóloga. Tal vez por ello no hablaba, por miedo a hacerlo realidad. Por miedo a admitir, él que ahora, era mi más reciente y atormentado secreto y una vez que saliera a la luz, entonces, ya no habría vuelta atrás. Sería verdad.

-Cassie, lamento repetírtelo pero tienes que decir algo. Notó que estás asustada y alterada y no sé el motivo aun pero apuesto a que no debe ser nada grave y llevas veint...

-Lo besé

Y solo así, la miré.

-¿A quien besaste?.

Su mirada era de lo más precavida, pero sin ningún atisbo de prejuicio.

-A Adam - confesé. Mirando más allá, preocupada por como sonaba aquello. Por como se oiría al momento que Austin lo oyera. De seguro le partiría el corazón, una vez más.

Enfocó mi atención en la Doctora Greene que, durante unos segundos, luego de mi confesión se había mantenido de lo más y -extrañamente- callada.

Fruncí el ceño, temiendo que comenzará a los gritos diciéndome - lo que ya sabía - la horrible novia y persona del planeta.

Sin embargo, una sonrisa apareció por la comisura de sus labios.

No pude evitar preguntar él porqué sonreía; ¿Acaso era divertido? ¿Acaso tenía alguna gracia?, porque si era así, entonces necesitaba que me la explicarán porque estaba perdiendo los nervios mientras que mi doctora sonreía como una colegiala.

-Al fin - sonrió compinche.

-¿Al fin? ¿a que se refiere? -fruncí el entrecejo, acomodándome nerviosa en mi asiento. La falta de sueño, por supuesto que no ayudaba, había pasado toda la noche sin pegar un ojo mientras me reprochaba a mi misma lo infantil, egoísta, y horrible que había sido. Y por supuesto, el hecho de ver a Austin tan plácidamente a mi lado, durmiendo como un ángel sin ninguna preocupación, me hizo sentir como la más mierda posible. Porque sabía, en el fondo, que tendría que decírselo, y entonces le rompería el corazón, a él, la mejor persona que había estado para mi, la que me ayudo desde siempre y se había enamorado de mis defectos, a él novio más perfecto que pude jamás haber tenido, le rompería el corazón, y no sería la primera vez.

Pero antes de decir la verdad, antes de arruinar lo único bueno que tenía. Primero, debía hablarlo con mi psicóloga, y esto solo lo había decidido hacia unas horas atrás, porque sabía, que antes, debía admitirlo yo misma. Y puesto a para admitírselo a alguien más, alguien que no era más que una opinión subjetiva fuera de mi circulo intimo me había llevado veinte minutos poder conseguirlo. Entonces, me preocupaba el lapso que podría llegar a tardar en admitirle a mi novio el peor de sus miedos.

Otra vez túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora