Capítulo 17.

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–¡Vete de aquí!

–Lo siento.

Se acercó una chica un poco más bajita que ella, de cabello castaño y corto hasta los hombros. La abrazó por los hombros y la cubrió con una manta mientras ella lloraba.

Me di media vuelta y comencé a alejarme, esto no había salido como tenía planeado, en lo absoluto. No esperaba que simplemente me escuchara y aceptara lo que tenía que decir, pero esperaba que estuviera más tranquila y no me gritara de nuevo a la cara que es mi culpa que este muerto.

Caminé de nuevo por el bosque, ahora de regreso al pueblo, pensando en ir al parque o algo por el estilo, sin ganas de volver a casa todavía.

Me coloqué los audífonos y seguí mi camino, sintiendo el tiempo correr más rápido que de costumbre mientras mis pies daban paso tras paso.

Al llegar al parque, me senté en una banca algo apartada, subí mis pies al asiento y abracé mis piernas para recargar la barbilla en mis rodillas.

Cerré los ojos un momento, descansándolos del ardor que sentía. Probablemente necesite dormir.

–Kacey, Kacey, ¿Dónde dejaste a tu humano?

Reconocí su voz y abrí los ojos con la sorpresa de no estar sorprendida de verlo. –Alejate de mí, Félix, no quiero hablar y menos contigo.

–No me hables así, ¿por qué los humanos tienen que ser tan arrogantes, querida humana?

–Tengo un nombre. –Bufé molesta. –Mis padres no pensaron nueve meses en uno par que tú vengas a llamarme "humana", bruto.

–¿Bruto?

–Sigue llamándome humana y te diré bruto.

Me miró un momento, parecía estarme inspeccionando. Se levantó de pronto y extendió su mano en mi dirección, la miré demasiado extrañada. –Ven, vamos a pasar un buen rato.

–¿Qué?

–Se ve que te hace falta distraerte.

–¿Y a ti quién te dijo eso?

–Se ve en tu mirada. –Tomó mi barbilla con su mano, la acarició hasta que sólo su dedo tocaba mi piel y levantó mi rostro. –Es triste, apagada y sin brillo. No se que lo haya causado y no voy a preguntarlo porque se que no confías en mí, pero tampoco soy tan malo como crees. Deja que te ayude a olvidar eso que te atormenta por un rato.

Lo que sí me asombró fue su repentino cambió de actitud, el que se diera cuenta de que algo sucede, sobretodo el que se haya ofrecido a entretenerme un rato. Aún con este repentino cambio, no confío en él, no creo poder hacerlo nunca.

–No iré contigo.

Frunció el entrecejo mientras una sonrisa divertida aparecía en su rostro. Me di cuenta entonces que hasta su manera de sonreír cambió. –Deja que te invite un helado, confía sólo esta vez en mí.

No tenía nada mejor que hacer en realidad y lo que necesito es distraerme, no iría lejos, ni a lugares apartados. Decidí correr el riesgo y aceptar su invitación, nada tengo que perder.

Caminamos tranquilos y en silencio un par de cuadras hasta llegar a un local pequeño en el que entramos. Nos sentamos en una mesa junto al ventanal, teníamos vista directa a la calle. El lugar es muy colorido, las paredes y sus decorados son color verde y cereza, así como los manteles sobre las mesas color chocolate. El que sea un lugar bien iluminado y tan colorido te dan una sensación de felicidad enfermiza.

El acabado de la decoración hacia parecer que todo el lugar esta hecho de dulce y, por muy infantil que fuese, me dieron ganas de morderlo todo hasta no poder más.

Peligro. |TERMINADA|Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt