Día 4/ parte 2.- Una grieta en el contrato

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—Kuroro. Eres tan iluso, mi intención nunca fue ayudarte. Quería destruirte...

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Los rayos de sol que cubrían parte de su rostro lo despertaron en un nuevo amanecer, una respiración sublime al compás de los latidos de su corazón, se preguntaba si todo aquello había sido un sueño o realmente había hecho aquella declaración.

Kuroro, olvida el trato, quiero quedarme contigo

Sí, aquello fue una realidad.

Despertar posiblemente sería sólo el inicio del verdadero sueño o quizás de la verdadera pesadilla que juntos acababan de iniciar.

— Kuroro...— miró alrededor de la habitación buscando al menos un rastro de su presencia. No había nada — se ha ido.

Se levantó de la cama que aún rechinaba por el mal estado en que había quedado, se preguntaba con un rubor leve en el rostro si eso realmente lo habían causado ellos, el asunto era lo de menos, el idiota de Kuroro no estaba.

  — ¿se atrevió a abandonarme? ¿después de esto? entonces... sólo tomó lo que quiso de mi y se marchó... no le bastaba con humillarme, quitarme mi nen y destruir mi hogar, ¿también tenía que dejarme así?  

Se vistió normalmente con un cambio de ropa que tenía en una maleta, otra vez volvió a ser él mismo, se miró al espejo después de haber lavado su rostro del maquillaje, por alguna razón sus ojos seguían siendo escarlatas — ¿tan molesto estoy por ese idiota?

No pasó ni un segundo cuando tocaron la puerta del apartamento, Kurapika al no poder mostrar sus ojos se apresuró a ponerse lentes de sol y acercarse a la puerta — ¿quién es?

  — Soy de mantenimiento, me reportaron un mueble roto ¿puedo pasar?—  El hombre escuchó a Kurapika renegando del otro lado de la puerta y entonces fue invitado a pasar.

— Disculpe, ¿quién le reportó el mueble?— preguntó Kurapika confundido y todavía molesto.

— Yo lo hice —  contestó entrando detrás del encargado de mantenimiento con un aire despreocupado —  ya le conté lo que pasó y los daños ya están pagados, es hora de irnos

— ¿irnos? ¿a dónde? ¿y dónde estabas? ¿porqué no avisas cuando te vas?— interrogaba casi a punto de agarrarlo a golpes

— No sabía que te preocupabas por mi—sonrió Kuroro regalándole una de sus encantadoras miradas

— ¿eh? no lo hago, pensé que te habías largado dejándome — lo fulmina con sus ojos escarlata tras los cristales de los lentes.

 — ¿yo dejarte? ¿después de la gran noche que me diste? imposible— comentó abiertamente el azabache sonrojando a Kurapika y recordándole escenas que le apenaban.

— ¡Idiota, cuida tus palabras!   —contestó avergonzado el rubio señalando con la mirada al señor de mantenimiento que aun se encontraba ahí.

— Yo no escuché nada — dijo sonrojado el hombre que cargaba las piezas de la cama fuera del apartamento. 

  — ¿sabes algo? por lo regular las parejas que han tenido relaciones sexuales suelen despertar de buen humor, eres extraño—Kuroro se divertía en el interior haciendo incomodar al rubio.

—  Debe ser porque ni somos pareja, ni tuvimos relaciones, estaba ebrio, tú te aprovechaste de la situación— señaló a Kuroro como el culpable de todo lo que había pasado y se dio la vuelta para empacar sus cosas.

QUE NADIE SE ENTEREWhere stories live. Discover now