Capitulo IV - Ojos de Neptuno.

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No podía hacerle esto...

«Fuiste un juego fácil, un revolcón fácil. Estabas tan desesperada por ser alguien que aceptaste todo lo que te decía sin opinar»

—Maldito seas...—sollocé con amargura al evocar esas palabras en la memoria y detuve el paso, manteniendo la mirada puesta en mis botas, pérdida en esas memorias que deseaba borrar de manera automática.

"Eres una cualquiera ¿Quién te dijo que el placer es amor? ¿Y quién te dijo que él te lo ofrecía? Que siquiera podía dártelo. Eres y seguirás siendo tan solo un objeto, una cosa que todos pueden usar" La voz en mi cabeza, esa que otros llamarían conciencia, me atravesó de repente, avivando mucho más el cauce de mis lágrimas, quebrantando todo a su paso.

Un auto pasó tocando su bocina ruidosa, sobresaltándome, sacándome por un segundo de ese abismo oscuro de emociones y al alzar la mirada noté que el camino que seguía me guiaba hacia el puente que pasaba sobre el río Herfest, ese que unía el lado Norte de la ciudad con el centro, una zona de tránsito rápido donde nadie detendría su auto para fijarse en mí. En ese instante una nefasta y poderosa idea se pasó por mi cabeza, como un zumbido que precedía el pasar de los autos y no podía alejar de mí, crecía a cada segundo.

Comencé a caminar a paso rápido, mantenía la mirada fija en aquel camino, mientras mis manos empuñadas a los costados de mi cuerpo temblaban. El corazón me latía con rapidez, tenía la boca seca, la nariz fría y mocosa y los ojos aún humedecidos por las lágrimas.

"Voy a hacerlo... esta vez sí voy a hacerlo"

Cada paso que me acercaba al punto que había elegido, acrecentaba esa sensación surreal y aterradora de vacío, terror, tristeza e impulso que movía mi cuerpo. Un hormigueo dominaba mis dedos, el aire me faltaba un poco más a cada paso y una vez llegué al punto que me había propuesto, toqué la barandilla de grueso metal.

Noté el temblor en mi cuerpo, presente en mis manos sobre la barandilla, en mis rodillas sosteniendo mi cuerpo y en mis labios mientras tomaba una bocanada de aire. De golpe me subí sobre el barandal, observando en amargura las oscuras aguas que me recibirían al entregarme a la gravedad; pensé en el frío que tendría al caer en ellas, como si eso fuese lo peor que pudiese pasarme, casi en negación de lo que estaba a punto de hacer.

Con torpeza me pasé al otro lado, de cara al vacío, sosteniéndome con las manos hacia atrás del barandal, mientras ráfagas de viento revolcaban mis cabellos con violencia. Un llanto fuerte y tembloroso sacudió mi cuerpo, mientras mantenía la mirada fija en el agua y el asco que sentía hacia mí, ese que no dejaba de crecer, me empujaba hacia la autodestrucción.

"Es ahora..."

Estaba lista a saltar, cuando la voz de Charlie me asaltó de repente, naciendo del recuerdo.

«Rachel ¿Estás bien?»

Negué en silencio, sollozando, consciente de que no era Charlie en realidad quien me hablaba, pero deseando que en verdad fuera él. No quería morir, solo quería que esto cambiara, que nunca hubiese pasado, que hubiese una mejor solución, pero en mi cabeza esta era la única salida. Cerré los ojos y presioné mis parpados, tomé una bocanada de aire y con ello reactivé el impulso, de nuevo.

—¡Por favor no saltes!

Abrí los ojos, asustada, al escuchar esta vez una voz real, una masculina que no conocía; no eran las voces de mis recuerdos, tampoco mi nefasta "conciencia", alguien me había hablado de verdad. Me quedé congelada, rígida en mi lugar, con el tick tembloroso en mi cuello, mientras volteaba lentamente mi cabeza, en un intento de ver si en verdad había alguien ahí, pero desistí de la idea de "verle", manteniendo la mirada al frente sin dejar de temblar.

Rachel [Actualizada lentamente]Where stories live. Discover now