'You're entirely bonkers. But I'll tell you a secret. All the best people are.'

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[Jiho]

Mis amigos no sabían que hacer, si sacarme de allí a rastrar como el loco que parecía o seguir ayudando al hada de pelo verde a recoger su compra con total normalidad. Yo lo tenía más que claro, y cuando nos miramos fijamente, supo que no iba a dejarlo pasar.

- No mientas –repliqué, metiendo las dos latas en su bolsa y agachándome a recoger la misma que él iba a agarrar, quitándosela de la mano antes de que pudiera hacerlo. Me miró con molestia y la cogió de mi mano antes de que pudiera seguir hablando, guardándola otra vez en la bolsa. – Tú y yo nos conocemos.

- No lo creo.

- En el parque, en las tuberías. Bebiste de mi botella y me llamaste borracho. –cada vez perdía más los nervios. Odiaba que me negaran una realidad, odiaba que me hicieran sentir como si estuviera loco. Había estado bebiendo con un hada de pelo verde y esa era la absoluta verdad. – ¡Me tiraste al suelo!

- Vamos tío, vámonos... –Jihoon intentó agarrarme del brazo, dejando en claro que hasta mis amigos comenzaban a considerarme un peligro. De eso a ingresarme en un psiquiátrico había un paso, y yo no iba a consentirlo.

- No, no te preocupes –para mi sorpresa, el hada puso la mano en el hombro de Jihoon, tranquilizándole, y sonrió amigablemente. Era una sonrisa tan falsa que me extrañó que no se cayera a pedazos. – Tú amigo tiene razón, nos encontramos en el parque la otra noche.

- ¡OS LO DIJE! –me giré a mis amigos e hice una especie de movimiento de victoria antes de girarme de nuevo hacia el hada, sonriendo satisfactoriamente. Que bien se sentía tener razón y restregárselo a los demás por la cara.

- Me encontré a vuestro amigo borracho en el parque. Me invitó a beber con él y se cayó al suelo de lo mal que iba. –a medida que hablaba mi boca no podía abrirse más por la incredulidad que sentía al escuchar tales falacias. Al menos estaba aprendiendo una cosa. Las hadas también mentían. – Y cuando intentó ligar, no fui muy amable con las respuestas.

- ¡Eso no es cierto! –me giré a mis amigos, intentando desmentirlo, pero por sus caras, solo les faltaba darle una palmadita al hada como consolación por haber tenido que pasar un mal rato esa noche conmigo. ¡Fue él quien me había tirado al suelo! Era indignante. – Bah, pensad lo que queráis.

- Pero no te enfades –Yukwon me revolvió el pelo y yo alcé una ceja con cara de 'no es el mejor momento', entonces el bajó las manos y me cedió la bolsa entera con los dos últimos churros que quedaban. Le miré reticente, pero finalmente me lancé a cogerla. Si mis amigos no me ofrecían su apoyo, al menos que me ofrecieran comida. – Bueno, nosotros vamos entrando. Jihoon paga el billar.

- ¡Oye!

- Tío, es lo que te toca por ser rico.

- Ya te he dicho mil veces que no soy rico –se iban alejando a medida que discutían algo inevitable. Jihoon era rico y pagaría como siempre se había hecho. – Mis padres lo son, no yo.

- Tu tarjeta de crédito lo es. Vamos, camina.

Sonreí durante unos segundos, viendo como se marchaban hacia el local del billar. Me gustaban mis amigos, me divertía con ellos y realmente, por mucho que me enfadara, jamás llegaba al punto en el que me afectaba seriamente. Por eso, mientras se iban, toda la discusión de segundos antes se borraba de mi cabeza.

Hasta que una mano me arrebató la bolsa que me había dado Yukwon, y cuando me giré, tan solo había en su interior uno de los dos churros que quedaban. Fulminé al peliverde con la mirada e intenté arrebatársela, pero empezó a moverla, resultándome imposible siquiera tocarlas.

- Devuélvemelos –ordené lo más serio que pude. De poco sirvió, porque se rio en mi cara con total prepotencia. Estaba empezando a odiar a las hadas. – Eres un mentiroso.

- Y tú eres un bocazas –se tragó el primer churro de una sola vez, dejándome embobado durante un par de segundos. Cuando terminó, se me quedó mirando con una ceja alzada, y yo aparté la vista, intentando centrarme de nuevo en el enfado y no en la sexual imagen que había invadido mi mente por un momento. – No me gusta que cuenten por ahí mis cosas. A la gente no debería interesarle mi vida.

- Y no les interesa. No les conté tu vida –intenté agarrar el último churro que quedaba, pero con una sonrisa, volvió a esquivarme. Me giré para ver si Jihoon o Yukwon estaban viéndonos, pero no había rastro de ellos en la calle. Probablemente en ese instante ya estarían agarrando la tarjeta bancaria del primero. – Les conté mi vida.

- La próxima vez omite las partes en las que yo salgo –echó un vistazo a su alrededor para ver si quedaban más cosas por el suelo. Había una botella de zumo junto a mi pie. No lo dudé ni un segundo antes de colocar mi zapatilla encima. Se agachó y me miró enfadado, esperando que la apartara. – ¿Te apartas o te aparto yo mismo?

- Reconoce que eres un hada.

- Soy un hada.

- ¡No me lo niegues, lo vi con mis propi- ... –me quedé callado unos segundos, analizando lo que acababa de decir! No me lo había negado, de hecho lo acababa de confirmar. No estaba loco, ahí tenía la prueba. – ¿Hablas en serio?

- ¿No vistes las alas o qué?

- ¡Las vi! ¡Claro que las vi! –quité el pie de la botella sin pensar, perdiendo el interés en ella de inmediato. Él, con indiferencia, la recogió y guardó en la bolsa junto con todo lo demás. Parecía que realmente no le importaba admitirlo. – Va, venga, acompáñame. Vamos a contárselo a mis am-

- ¿Ah? –apartó el brazo antes de que pudiera agarrárselo y me miró como si acabara de hacer la cosa más rara del mundo.

- ¿Qué pasa?

- Si quieres ve tú solo, yo no voy a contarles nada.

- Pero si voy yo solo no me creerán.

- Exacto –abrí la boca para volver a preguntar, pero antes de poder emitir sonido, me metió el último trozo que quedaba de churro, dentro, y tomó el turno de palabra. – No me importa que tú sepas que soy un hada. Solo tú.

- ¿Foloh oh? –pregunté con la boca llena, masticando el dulce. Él asintió. – ¿Bod gué?

- Porque, tal y como has dicho, a ti no te creerán –sonrió con malicia y me tendió la bolsa de plástico, ya vacía, pegándola a mi pecho. Yo la agarré en silencio, sin saber que responder. Debería enfadarme, incluso quería hacerlo, pero por algún motivo, no lo conseguía. Quizás era imposible enfadarse con un hada. – Será nuestro secreto.

Y tras decir eso, pasó de largo, yendo calle abajo con total normalidad, como si no hubiera pasado nada. Y yo me quedé en medio de la acera, pasmado, sin saber como reaccionar y una bolsa vacía balanceándose en mi mano.

Alrato llegué a una conclusión. No era imposible enfadarse con un hada.     

Beautiful wings ░Ziga░Donde viven las historias. Descúbrelo ahora