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"Quizás no se trate del final feliz, quizás se trate de la historia"


Nos colocamos bien en el colchón a la vez, es demasiado de película lo que ha dicho Debbie pero a estas alturas estoy abierto a que me diga todo tipo de plan que se le cruce por la cabeza.

—Podemos hacer una excursión como la que hiciste con ella la otra vez pero esta vez ir yo, así ella puede salir y tú puedes aprovechar para infiltrarte en la excursión y hablar con ella o hacer lo que mierda quieras hacer con ella.

Me gusta la idea pero estamos volviendo a lo mismo de siempre desde que apareció en mi vida, no sirve tener siempre que mentir para vernos y que nos quieran separar, simplemente tendríamos que poder salir y ya está, sin excusas ni mierdas. No sabría explicarlo con palabras pero lo intento para que mi hermana lo entienda, Debbie lo entiende rápido y sigue pensando. Minutos después se le ilumina la cara, señal de que tiene una idea. Esta chica es una maquina de planes, planes ilegales, claro.

—Podemos acorralar al padre.

—¿Acorralar?

—Te cuelas y antes de que le de tiempo a llamar a la policía, o asesinarte, le sacas tus mejores argumentos de la tontería que quiere hacer con el futuro de su hija —parece muy convencida de su propio plan, abre un cajón de donde saca un boli y una libreta, me mira con impaciencia. No sé que pensar de que ha planteado que acabe o muerto y en la cárcel y me lo haya dicho como si dictase la lista de la compra. 

Me toma unos minutos ordenar las ideas de mi cabeza, cuando comienzo a soltar palabras por la boca, parece que no puedo parar. Debbie lleva una página entera escrita y la veo mover la mano de el dolor de escribir tanto después de tanto tiempo sin hacerlo, aún así no se queja. Espero que las palabras que no paro de decir le hagan tener dos dedos de frente a Emilio. 

(...)

Debbie pica, estoy a su lado muy pegado a la pared por si se asoma por la ventana el padre de Gabriela, abre la puerta como siempre el mayordomo, al lado suyo está Gabriela sonriéndome, esta vez es una sonrisa que no le había visto, similar a la de alivio. Sé exactamente lo que siente sin necesidad de intercambiar palabras. Separarme de ella, aunque no haya llegado a un mes ha sido como quitarme un motor que nunca había tenido y no sabía que necesitaba. Alguien con quien puedo hacer bromas y en la misma hora contarle un aspecto de mi vida traumático, que me escuche y no me ponga cara de pena. Gabriela es un conjunto de cosas que se adapta tan bien a mi que no se que voy a hacer si su padre no entra en razón. Hasta que la he visto no había sido consciente de lo mucho que la había echado de menos. Por la forma en la que parece que se le ilumina la mirada diría que es mutuo. 

—Hola ¿Está cerca tu padre?

Niega con la cabeza mirándome fijamente, rápido entro y la abrazo, contenta me devuelve el abrazo, tiene fuerza la tía. Es un abrazo largo, en otra situación me daría vergüenza que tengamos de espectadores a su mayordomo y mi hermana, pero ahora mismo solo puedo pensar en guardar el momento en un rincón de mi cerebro para que sea eterno. Veo que se le han iluminado los ojos como si fuese a llorar, le aprieto la mano como apoyo y las acabamos dejando unidas. 

—El señor está arriba trabajando pero no creo que vaya a tardar mucho en bajar a por un café —Me habla el mayordomo directamente, también sonríe, voy a sospechar que está casi tan contento como la rubia de verme—. Va a ser un poco extraño que te cueles pero siéntate en el sofá a esperarle.

Me extraño con que sepan ambos del plan hasta que caigo que seguramente Debbie les habrá dicho algo en alguna clase. No voy a mentir que me alivia que Gabriela se vaya, decir mis intenciones con ella a su padre, antes que a ella misma, estando la misma presente sería el top cosas más vergonzosas de mi vida.  

Asiento y se van, no sin antes la rubia darme un abrazo mucho más largo si era posible que el anterior. Cuando se cierra la puerta suspiro, se me ha olvidado todo lo que habíamos pensado para decir por los nervios. Seguro que me atasco en medio del disgusto y se piensa que soy subnormal. Va a acabar no dejándome estar con su hija por gilipollas en vez de por pobre. 

(...)

Llevo una hora esperando aquí abajo, eso de que iba a bajar rápido a por un café es una mentira, me he planteado irme, pero hay que tener cojones para afrontar las cosas, o eso dicen, y yo tengo muchos. Miro el móvil, dentro de nada haré una hora y media aquí sentado. Justo cuando miro la hora por décima vez oigo sonidos de folios recogiéndose arriba. Venga, tú puedes.

Veo como Emilio baja por las escaleras distraído con una bandeja en las manos. Va a la cocina aún sin darse cuenta de que estoy aquí, no sé si he entrado en un shock, tendría que hablar si no quiero que cuando vuelva se lleve el susto de su vida o piense que le estoy robando. Aunque pensándolo bien si le da un infarto todos nuestros problemas se solucionarían más rápido... Encima Gabriela se quedaría con la herencia...

Estas divagando. 

Vuelve sin bandeja, no me hace falta hablar ya se ha dado cuenta que estoy aquí y tiene una mezcla de cara entre enfadado que te cagas y de sorpresa.

—¡¿Me vas a obligar a llamar a la policía?!

—Me parece injusto lo que está haciendo —hablo rápido, sé que si paro un segundo me va a interrumpir—. No puede dejar que su hija no tenga libertad y mucho menos puede prohibirle que esté conmigo, ella sabrá que amistades relaciones o lo que sea tenga. Sí, es menor y tiene aun poder sobre ella, pero que sea joven le da más razones para dejarla disfrutar del día a día. Yo no soy como usted —así se hace háblale de usted—. Y no me voy a parar a juzgarle lo que sus padres decidieron con su futuro, pero si tuviese un mínimo de empatía no le desearía lo mismo a su propia hija. ¿No la deja estar conmigo por mi dinero? Déjeme decirle que puedo llegar a ser mucho mejor persona que otra con mucho dinero. Pensaba alargar mucho más este discurso pero pero no merece la pena. Le voy a hacer una sugerencia... pregúntele a su hija si es feliz con este castigo o si se ve amargada toda la vida con alguien que no quiere y detrás de una mesa de un trabajo de va a odiar cada día —con un suspiro me doy la vuelta. Lo último que veo es una mascara de frialdad y unos hombros tensos. 

Cuando estoy casi saliendo por la puerta vuelvo a rehacer mis pasos. Se me ha olvidado lo más importante. Me lo encuentro en la misma posición.  

—Y déjele vivir, joder.






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Nuevas portadas de la duologia hechas por sirendreams ♥️

Estatus;Carl GallagherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora