N I N E T E E N

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Noviembre.

"Harry." Louis llamó desde el otro lado de la habitación. "Vamos, Harry, debemos irnos o llegaremos tarde."

"¡No!"

"Por favor, amor. No quieres que me enoje contigo, ¿Cierto?"

"¡No voy, no!"

"Eso es todo." El mayor corrió hacia Harry, lo levantó sobre su hombro y se dirigió a su dormitorio, sentando al menor en la cama. Harry le sacó la lengua y se cruzó de brazos.

"Escúchame bien, pequeño, esto no es ningún juego. Compórtate y te daré un premio, ¿Entiendes?"

"¡No, no voy!"

"Harry, sólo es una cena con mi madre, no seas así. Quiero presentarte a mis hermanos." Se arrodilló frente al menor y tomó sus manos entre las suyas. No entendía el por qué de aquella rabieta, más no iba a posponer una cena familiar sólo por un capricho."Mira, cielo, será en un restaurante bonito. Te puedo comprar helado de postre si te portas bien. ¿Qué dices, cariño?"

El ceño de Harry cambió drásticamente, como si nunca hubiese pasado nada. "¡Okay!"

Este niño.

Diciembre.

La nieve caía agraciadamente en Londres. Se podía oler el jengibre en el aire, y las parejas paseaban de la mano por las calles, realizando sus compras navideñas.

No Harry y Louis. Ellos estaban enfermos.

Pero el hecho de estar en cama, con fiebre y estornudando no les impedía compartir su amor.

De todas formas, no se podían enfermar más de lo que ya estaban.

Enero.

"¿Quién diría que a Harry le darían miedo los fuegos artificiales?"

Cualquiera con sentido común, Louis.

Febrero.

Harry cumplía 20 años. Realmente, si no lo supiera, Louis jamás lo hubiese adivinado.

¿20 años? ¿El chico de ahí? ¿El que tiene chocolate por toda la cara? Increíble.

Harry, como sea, no estaba en su mejor día. Sí, era su cumpleaños, y sí, Louis le había obsequiado un bonito reloj color rojo y una caja de sus chocolates preferidos, pero, de todas formas, era la primera vez que pasaba su cumpleaños en un lugar que no fuera su casa, y sin su familia.

Realmente no extrañaba aquellas fiestas pretenciosas, que eran más reuniones de trabajo que cumpleaños, en donde todos los invitados eran adultos, él ni siquiera podía salir a recibirlos, y los únicos regalos que recibía eran ramos de flores. Lo que si extrañaba era a su hermana, que solía enviarle postales y dulces desde América. Pero, ¿Cómo se suponía que Gemma le enviara su regalo, si él estaba "muerto"?  

Eso, era lo que más le molestaba.  

Y parece que a Louis, le molestaba ver a Harry molesto, porque el menor era algo, solo un poco insoportable cuando estaba de mal humor.

"Harry, es tu cumpleaños, ¿tienes alguna idea de que podríamos hacer para celebrarlo?" Preguntó Louis por décima vez en el día. Estaban sentados en el sofá, con Harry recostando su cabeza en el regazo de Louis, mientras este le desordenaba el cabello con cuidado, buscando ponerle de buen humor.

"No quiero." Refunfuñó el rizado, enterrando su rostro en el muslo del mayor y cruzando los brazos. Obstinado, como siempre.

 En estos últimos meses, Harry se abrió mucho más a Louis. Incluso comenzó a formar frases completas. Y, aunque tenía algunos enredos con ciertas letras, había progresado muchísimo.

 Pero, ese mismo progreso y confianza, hacían las cosas un poco más difíciles, sobre todo en situaciones como esta, en donde su pequeño no quería decirle lo que le pasaba, y Louis, acostumbrado a entender a Harry como si de un libro abierto se tratase, se volvía loco intentando descifrar que pasaba por la mente del menor.

 Síndrome de psicólogo.

 Estaba oscureciendo, ¿quizás, una cena en algún restaurante pondría de buen humor a su niño?

 La respuesta fue negativa, pero Louis estaba cansado de las negaciones. Así que, a regañadientes, hizo que Harry se cambiaran, y se dirigieron al restaurante de moda que había abierto en la ciudad hace unos meses. Irónicamente, tuvieron que usar el autobús, pues el auto de Louis se encontraba en reparaciones (debía dejar de prestárselo a Niall). Así que parecían dos completos ridículos, bien vestidos y arreglados, en el transporte público.

 Al llegar al establecimiento no pasó nada realmente interesante. Les asignaron una mesa, la cual ya tenía los menús colocados, y les desearon una bella velada.

 Louis intentó entablar conversación con el menor, más este no estaba colaborando en lo más mínimo, y solo se dedicaba a juguetear, por puro desgano, con las hojas del menú. Sin embargo, todo esto cambió cuando la camarera se acerco a su mesa.

 "Buenas noches, soy Gemma y seré su mesera esta noche. ¿Puedo tomar su orden?"


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vERGA, ME OLVIDÉ DE LAS NOTAS.

BBBBUENAS, SE ACUERDAN DE MÍ? JAJA

Ya me calmo. En fin, prometo seguir con esto, porque no puede ser que no la termine. No la puedo dejar así.

Disfruten.

Speak//Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora