—No creo que sea buena idea que lo sepa —espetó tímidamente—, las cosas van bien entre nosotros y no quisiera que eso lo alejara de mí.

—¿Por qué lo haría? —Su hermano frunció el ceño, y ella suspiró.

—No soy correspondida. De ser así, él me lo habría dicho hace mucho.

Ross permaneció pensativo y Lisa siguió tomando el té.

—Le está yendo muy bien en el club.

Ese hombre era la discreción en persona.

—Lo sé. —Sonrió coquetamente acariciando el collar de zafiros que llevaba puesto.

Ross bufó.

—¿Y te atreves a decir que no le interesas?

No se dejó guiar por la esperanza, ella debía ser realista.

—Soy su esposa, debe hacerme regalos, ¿o es que tú no les hac...?

—Windsor nunca suele dar ese tipo de regalos —le desvió el tema, porque claramente era impropio hablar de sus amantes, y eso captó su atención.

—¿Tiene una amante?

El conde se atoró con el contenido de su taza.

—Por Dios, ¿es que eres tonta? Por supuesto que no. Y si la tuviera, él no dejaría que me enterara, podría matarlo.

—¿Entonces no descartas la opción?

La fulminó con la mirada.

—¿Es que tu esposo no llega a dormir a tu casa?

Ladeó la cabeza, ellos dormían juntos todas las noches.

—¿Acaso no llevan una vida armoniosa?

A decir verdad ella y Windsor se llevaban muy bien.

—Lo ves, hermana, Windsor no tiene nada que esconder. Tú eres más que suficiente para él.

El calor trepó por sus mejillas y se las acunó con nerviosismo.

—¿Eso crees?

Su hermano la miró con tanta ternura que se sintió una estúpida.

—Sí, y justamente por eso quiero pedirte algo. —No le gustó ver el enojo reflejado en su semblante, muy pocas veces Ross solía enojarse, y cuando lo hacía... nadie salía intacto de su endemoniado carácter.

—¿Qué? —Frunció el ceño.

—Aléjate de Hamilton, hace unos días ellos discutieron en el club y creo que se debe a ti. Sé que el conde quedó eclipsado contigo, pero es algo imposible, Lisa, Windsor jamás te lo permitirá y lo sabes.

—Yo tampoco quiero nada con el conde —confesó con congoja, hasta su hermano la creía capaz de tener un amante—, pero fue él quien se me insinuó. Ya te lo dije, Windsor está entrando en mí con tal determinación que es en lo único que pienso todo el día.

—Dudo que Hamilton vuelva a acercarse.

—¿Qué sucedió? —El miedo la invadió.

Su hermano titubeó, pero luego comenzó a narrar como Windsor y Hamilton tuvieron un enfrentamiento en el ring del club hace dos días, en los cuales, si pensaba con detenimiento, él casi no le había mirado a la cara y le hacía el amor en la oscuridad.

—¿Y lo permitiste? —preguntó indignada.

—Era eso o un duelo, Lisa, no quiero que nadie muera a causa de mi hermana.

¿Por qué pelear por ella? Dios santo, con solo dar una vuelta por Hyde Park ambos encontrarían mujeres mucho más hermosas.

Hizo una mueca.

¿Jaden pensaría igual?

—¿Cómo quedó Hamilton?

Ross encogió los hombros.

—Ambos quedaron bien, unos cuantos golpes, ninguno pudo ganar y al final Beaufort dio por finalizada la pelea.

Suspiró.

—Él no confía en mí, ¿verdad? —inquirió con melancolía y Ross guardó silencio por unos segundos.

—Él no confía en nadie, Lisa.

Le dolió confirmar sus sospechas, pues ella daría lo que fuera con tal de protegerlo. 




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Aliados del Amor 01 *Libertinos Enamorados*Where stories live. Discover now